Google This is a digital copy ofa bixik thal was preservad li>r general ions un library sIil'Ivl-s before il was carcfully seanned by Google as par! of a projecl to makc thc world's luniks discovcrable onlinc. Il has survived long enough for ihe copyright lo expire and thc book to enter thc publie domain. A publie domain book is one ihat was never subjecl lo copyright or whose legal copyright lerní has expired. Whcthcr a book is in thc publie domain rnay vary country tocountry. Public domain books are our gatcways to thc past. rcprcsenling a wcalth ol'history. culture and knowlcdgc that's ol'tcn dillicult to discover. Marks. notations and other marginalia presen! in thc original volume will appcar in this lile - a reminder of this book's long journey ("rom thc publisher lo a library and linally lo you. Usage guid clines Google is proud lo partner wilh libraries lo digili/e publie domain malcriáis and make ihem widely accessible. Public domain books belong lo ihc publie and wc are mere I y their cuslodians. Neverlheless. this work is expensive. so in order lo keep providing lilis resource. we have taken sleps lo prevenl abuse by commercial parlics. inclnding placmg lechnieal reslriclions orí aulomaled uuerying. We alsoask that you: + Make non -commercial use oflhe files We designed Google Book Scarch for use by individuáis, and we reuuesl thai you use these files for personal, non-commercial purposes. + Refrain from mttoimited querying Dono! send aulomaled uueries ol'any sorl to Google's system: II' you are conducting researeh on machine translation. optical character recognition or other arcas where access to a large amount of texl is helpl'ul. picase conlact us. We cneourage thc use of publie domain malcriáis Cor these purposes and may be able to help. + Maintain attribution The Google "walermark" you see on each lile is essenlial Cor inlorming people aboul this projeel and helping them lind additional malcriáis ihrough Google Book Scarch. Please do nol remove il. + Keep il legal Whaiever your use, remember ihai you are responsible for ensuring ihal whal you are doing is legal. Do nol assume ihai jusí because we believe a book is in ihc publie domain for users in ihc Unilcd Siaics. ihai ihc work is also in ihc publie domain for users in oiher counlries. Whelher a book is slill in copyright varies from eounlry lo eounlry. and we ean'l olíer guidance on whelher any specilic use of any spccilic bixik is allowed. Please do nol assume ihal a bixik's appearanee in Google Book Seareh mcans il can be used in any manner anywhere in ihe world. Copyrighl infringemenl liabilily can be quite severe. About Google Book Seareh Google 's mission is lo organize thc world's information and to make il universal ly accessible and useful. Google Book Seareh helps readers discover llie world's books while liclpiíiü aulliors ai ni publishers reach new audiences. Yon can scarch ihrough I lie ful I lexl of this book un ihe web at jhttp : //books . qooqle . com/| Google Acerca de este libro Esta es una copia digital di; un libro que. durante generaciones, se ha conservado en las estanterías de una biblioteca, hasta que Google ha decidido escanearlo como parle de un proyectil que pretende que sea posible descubrir en línea libros de lodo el mundo. Ha sobrevivido tantos años corno para que los derechos de autor hayan expirado y el libro pase a ser de dominio público. El que un libro sea de dominio público significa que nunca ha estado protegido por derechos de autor, o bien que el período legal de estos derechos ya ha expirado. Es posible que una misma obra sea de dominio público en unos países y. sin embargo, no lo sea en otros. Los libros de dominio público son nuestras puertas hacia el pasado, suponen un patrimonio histórico, cultural y de conocimientos que. a menudo, resulta difícil de descubrir. Todas las anotaciones, marcas y otras señales en los márgenes que estén presentes en el volumen original aparecerán también en este archivo como testimonio del largo viaje que el libro ha recorrido desde el editor hasta la biblioteca y. linalmente, hasta usted. Normas de uso Google se enorgullece de poder colaborar con distintas bibliotecas para digitali/ar los materiales de dominio público a lin de hacerlos accesibles a todo el mundo. Los libros de dominio público son patrimonio de lodos, nosotros somos sus humildes guardianes. No obstante, se trata de un trabajo caro. Por este motivo, y para poder ofrecer este recurso, hemos lomado medidas para evitar que se produzca un abuso por parte de terceros con lines comerciales, y hemos incluido restricciones técnicas sobre las solicitudes automatizadas. Asimismo, le pedimos que: + Haga un uso exclusivamente no comercial de estos archivos Hemos diseñado la Búsqueda de libros de Google para el uso de particulares; como tal, le pedimos que utilice estos archivos con lines personales, y no comerciales. + No envíe solii ilude*, automatizadas Por favor, no envíe solicitudes automatizadas de ningún tipo al sistema de GiMigle. Si está llevando a cabo una investigación sobre traducción automática, reconocimiento óptico de caracteres u otros campos para los que resulte útil disfrutar de acceso a una gran cantidad de texto, por favor, envíenos un mensaje. Fomentamos el uso de materiales de dominio público con estos propósitos y seguro que podremos ayudarle. + Consérvela atribución La filigrana de Google que verá en lodos los archivos es fundamental para informar a los usuarios sobre este proyecto y ayudarles a encontrar materiales adicionales en la Búsqueda de libros de Google. Por favor, no la elimine. + Manténgase siempre dentro de la legalidad Sea cual sea el uso que haga de estos materiales, recuerde que es responsable de asegurarse de que todo lo que hace es legal. No dé por sentado que, por el hecho de que una obra se considere de dominio público para los usuarios de los Estados Unidos, lo será también para los usuarios de otros países. La legislación sobre derechos de autor varía de un país a otro, y no podemos facilitar información sobre si está permitido un uso especílico de algún libro. Por favor, no suponga que la aparición de un libro en nuestro programa signilica que se puede utilizar de igual manera en todo el mundo. La responsabilidad ante la infracción de los derechos de autor puede ser muy grave. Acerca de la Búsqueda de libros de Google El objetivo de Google consiste en organizar información procedente de lodo el mundo y hacerla accesible y úlil de forma universal. El programa de Búsqueda de libros de Google ayuda a los lectores a descubrir los libros de lodo el ni mulo a la ve/ que ayuda a aulmv. y cd llores a llegara nuevas audiencias. Podrá realizar búsquedas en el lexlo completo de este libro en la web. en la pá.¡iina |^. :. .- : / .■•.:;-:.-:.::;: . ::-:.oqle .com| • " 'Tr'" • *«, ROMANCES HISTÓRICOS Y DRAMÁTICOS TROVAS COLOMBINAS PEÓN Y CONTRERAS ♦\ ROMANCES HISTÓRICOS y DRAMÁTICOS TRQVAS COLOMBINAS FOR José PEÓN Y CONTRERAS / Con una NOTICIA DE LA VIDA Y OBJMS DEL /MüTOR ¿>ARÍS LIBRERÍA ESPAÑOLA DE GARNIER HERMANOS 6, RUÉ DES SAINTS-PÉRES, 6 1888 PEÓN Y CONTRERAS V ■ « ■ Ir NOTICIA DE LA VIDA Y OBRAS DE JOSÉ PEÓN Y CONTRERAS I Siempre que algún hombre sobresale del resto de sus semejantes, atrae naturalmente hacia sí la admiración y el interés de todos. Anhélase conocer los pormenores de su vida, descender á los más ínfimos detalles de su existencia y tener noticia, en fin, de cuanto á él concierna ó se reñera. De aquí el empeño, en unos por leer estudios biográficos y en otros por componerlos de Ja mejor manera posible. Los esfuerzos hechos en todas las naciones por grabar con cincel de oro en los fastos de la historia, los más menudos inci- dentes de la vida de los hombres notables, ponen de resalto y patentizan la gran importancia de la biografía. Son útiles sus enseñanzas, interesantes y conmovedoras muchas de sus noticias, y todo en ella deleitable y grato al hombre estu- dioso y pensador. Arrebatar al tiempo su presa y hacerla invulnerable al desastre de los siglos, es obra digna del esfuerzo humano. La exhumación de lo pasado suele ser la glorificación de lo porvenir. Los grandes hechos, además, si no en los anales escritos, en la tradición oral se conservan; los hechos pequeños, sólo en los libros resisten á las injurias del VI NOTICIA DE LA VIDA Y OBRAS tiempo. De aquí la necesidad de escribir biografías, á fin de que no se pierdan en la noche del olvido multitud de acon- tecimientos, en sí poco importantes acaso, pero que muchas veces dan luz y sirven como de clave, para entender y apreciar debidamente las obras de los autores. Respecto de Peón y Contreras no hay escollo ni dificultad para referir su vida. Habita aún este globo terráqueo y está en la flor de su edad. Tampoco será trabajo muy arduo ni laborioso, toda vez que se ha deslizado tranquila su exis- tencia, entre los placeres inefables del hogar y los fructíferos afanes de la ciencia y de las letras. Es hacedera y fácil su biografía. Y la merece, de fijo ; ya que, sobre dar brillo á la litera- tura nacional, fué aclamado por todos los escritores de Méjico, á causa del éxito fabuloso de su popular drama La hija del Rey, restaurador del teatro en la. patria de Alarcón y Gorostiza. 11 Vio José Peón y Contreras la primera luz en la ciudad de Mérida, capital del Estado de Yucatán, el día 12 de enero de 1843, siendo sus padres, el notable jurisconsulto yucateco don Juan Bautista Peón y Cano y la virtuosa señora doña María del Pilar Contreras Elizalde, originaria de Cádiz. Cursó las aulas, con bastante lucimiento, en su ciudad natal, y se recibió en ella misma de Doctor en Medicina, á la temprana edad de diez y nueve años. Pocos antes, y á ruegos é instancias de algunos amigos suyos, había publicado unos versos á la Luna, en un perió- DE JOSÉ PEÓN Y CONTRERAS Vil dico de literatura.. Fueron su primer ensayo poético, su primicia literaria. Llamaba en ellos á la casta Febe perla engastada en el azul del cielo y revelaba felices disposiciones para el cultivo de las bellas letras. Saliéronle al encuentro el aplauso y el estímulo, y siguió pulsando la citara, y el aura de la gloría principió á acariciar su frente. Los que así se inician en los misterios de la poesía, están llamados á ser honra y orgullo de su patria. Cuéntase del Tasso que hacía versos á la edad de nueve años, y de Lope de Vega, que repartía su almuerzo y sus juguetes entre sus compañeros de escuela, para que le escribieran los versos que les dictaba, por no saber él escribir todavía. Casi tuvo también tal y tan admirable precocidad nuestro insigne dramático El año de 1863 vino á Méjico, donde consiguió por opo- sición, no obstante poseer ya su diploma profesional, una modesta plaza de practicante en el antiguo Hospital de Jesús, f undado por Hernán Cortés. Conservóla dos años, al término de los cuales obtuvo el titulo de la Facultad Médica de Méjico, previa sustentación de los indispensables exámenes. Por esta época se unió en matrimonio con la señora doña Leonor del Valle, que aun es ornato y gala de su hogar, en medio de los vastagos que le ha dado. Adquirió en el año de 1867, también por oposición, y en competencia con los doctores don Lauro Jiménez y don José María Bandera, alienistas distinguidos, ej empleo de médico director del Hospital de dementes de. San Hipólito. Fué, además, durante tres años, director de la vacuna. VIII NOTICIA. DE LA VIHA Y OBRAS Ha pertenecido varías veces á la Cámara de Diputados y una á la de Senadores, corno representante de Yucatán ; y ha logrado captarse siempre el aprecio y cariño de sus compañeros de parlamento, tanto por su carácter afable y complaciente, cuanto por su aptitud en el desempeño de las secretarías de ambas cámaras. Solicitado por el cumplimiento de obligaciones más importantes, ha interrumpido con frecuencia el ejercicio de su profesión, lo que en ningún modo ha sido obstáculo para que haya dejado de conquistar envidiable reputación entre los médicos eminentes, sobre todo en la especialidad de enfermedades mentales ; en la que es considerado, por lo general, como el primero de los facultativos mejicanos. Á la fecha, tiene selecta y numerosa clientela, en cuyo servi- cio emplea casi todas las horas del día. Sólo brevísimos instantes de ocio puede dedicar á la obra y labor de sus altas concepciones poéticas. Aunque se ha interesado de continuo en todos los bené- ficos proyectos, que hayan tenido por mira la felicidad de la patria, y le entusiasman y regocijan las glorías de ésta, y le afligen de veras sus terribles desastres é infortunios, no se ha ingerido ni mezclado mucho en nuestra febril y tormentosa política; porque su temperamento apacible y sosegado, es repulsivo á las luchas crudísimas y á las sañosas pasiones, que engendran siempre la ceguedad de los intereses de bandería y la exacerbación de los partidos beligerantes. Su modestia es ingénita y proverbial. Él mismo dijo en una de las composiciones de su mocedad : Nunca en mis versos me llamé poeta. DE JOSÉ PEÓN Y CONTRERAS IX Después, sí se ha llamado poeta; pero con tal timidez y delicadeza, que lejos de ir la confesión contra su humildad, la ha puesto más de relieve. Goza como un niño con cada uno de sus triunfos; se entrega á los deportes más joviales y expansivos ; rebosante el placer y la satisfacción, y en semejantes momentos no se cambiaría por el hombre más rico, feliz y poderoso de la tierra. Razón tiene que le sobra. Pocas son las flores y muchas las espinas que recoge el poeta, siempre zaherido por la envidia y denostado por sus émulos y rivales. III Sus obras poéticas se dividen por su naturaleza en tres clases : líricas, épicas y dramáticas. Las consideraré por separado, si bien muy á f>ulto, como lo exige la índole de esta breve noticia. Distínguense sus poesías líricas por la suavidad de senti- mientos, la delicadeza de ideas, la brillantez de imágenes y la elegancia y finura de dicción. Revelan todas ellas una imaginación ardiente y viva, lo mismo que un deco- roso y noble modo de pensar y una sensibilidad exquisita y delicada. £1 carácter de sus poesías líricas nos le pinta él propio en • su hermoso canto A la gloria> compuesto en la edad luciente y embalsamada de la juventud, cuando principian á delinearse en el espíritu las tendencias y aptitudes de individuo. Oigámosle : Una lira en mis manos, una lira Un eco de armonía en mi garganta, X NOTICIA DE LA VIDA Y OBRAS Y al suspirar la brisa entre las flores, Una voz celestial que dijo : « ¡ Canta ! « Cántale al universo tus amores, « Busca en el cáliz de naciente rosa « Las tintas del pudor. Busca en el cielo « Dulce melancolía « Á la luz apacible y misteriosa « De su tendido pabellón de estrellas ; « Y en la multicolora mariposa, « De la pasión el incesante anhelo « Ávida admire tu pupila inquieta, « Siguiendo el giro al vagaroso vuelo. « Aprende de la tímida violeta « La modestia dulcísima; en los campos « Demándale á las aves « Inspiración secreta, « Y el dulce tono de sus himnos suaves ; « Pídele al aura el son melodioso « De su aligera voz, y al bosque añoso « £1 eco blando de sus notas graves ; « El fuego de sublime poesía « Beba en el sol tu ardiente fantasía, « Cuando en su cuna de topacio nace « Y cuando muere suspirando el día. « Aprende á sollozar en el gemido « De ocultos y tristísimos dolores, « Cuando á la luz crepuscular desprende « El mundo adormecido « Sus húmedos vapores, « Cuando la noche silenciosa tiende « Su velo de misterios y de amores. « Y cuando en ansia de gozar, vehemente « Se torne tu mirada « Al Dios Omnipotente, « Que hizo brotar los mundos de la nada, — « Para ensalzar su augusto poderío « En graves y magníficos cantares, « Pídele aliento al aquilón bravio, « Pídele voz á los revueltos mares. » DE JOSÉ PEÓN Y CONTRERAS XI Aseméjase pues nuestro poeta al tierno y sentido Rio ja, el cisne sevillano, y más aún al dulcísimo Garcilaso de la Vega, cantor brillante y fervoroso de la naturaleza. Ésta ha tenido también, y tiene en Peón y Contreras, un apasio-- nado trovador. Acaso por ello es tan fresca-, tan lozana y tan perfumada su inspiración. Cuando se lee alguna desús composiciones, tal parece que se está en un vergel y que la brisa regala los sentidos con sus ondas aromáticas y con sus tenues rumores. Añádase la belleza peculiar de su estilo cadencioso y suave, como el arpegio de una arpa mística y distante, y se tendrá idea de lo musical y precioso de sus versos. Peón no es el poeta que concibe asombrosas imá- genes y pensamientos, y que no posee el dominio de la forma plástica, ni el literato que subyuga fácilmente la palabra y que carece del elemento esencial á que amoldarla ; sino el artista que, uniendo intuitivamente la concepción con la sensibilización, el fondo con la forma, la sustancia con el accidente, produce obras en que rivaliza y compite la gala retórica con la grandeza creadora. En la pintoresca Orízaba, donde residió durante los primeros años del ejercicio de Su facultad, compuso gran parte de sus poesías líricas. Ante aquella exuberante vegeta- ción de la tierra caliente, enardecióse su fantasía, y cantó á la hermosura agreste y feraz, y derramó la magia de la inspiración en apólogos fragantes y en cantinelas bucólicas. Allí escribió su canto Al Salió de Barrio-Nuevo, en el que dice : Un instante contemplé Tu belleza singular, Y breve y amargo fué ; Porque en tus aguas miré La humana vida pasar. i XII MOTICIA DE I A VIDA Y OBltAS Peón excede en los apólogos á todos nuestros poetas, y acentúa de tal modo en ellos su individualidad, que, no obstante ser por esencia épicos, los convierte en ráfagas y destellos del más puro y encantador lirismo. Son dignos de loa por la sencilla combinación de su estructura, por la armonía y fluidez de sus versos, por la gracia y profundidad de sus alegorías, y sobre todo, por la admirable delicadeza cpn que envuelven la lección moral. Entre sus composiciones líricas merecen cita y encomio las intituladas : A la memoria de un ángel, Á bordo del Cleopatra, Catalina, Al rio Tilapa y Meditación á la memoria de mi madre, lo mismo que algunas cantigas eróticas, llenas de sentimiento, suavidad y dulzura. De sus apólogos se atraen principalmente la voluntad, y la cautivan, los que llevan los títulos siguientes : Serenatas, La flor del café, El eneldo y ¡Pobre madre! Por su profundidad filosófica merecen también mención los denominados ? Un arroyo, Desengaño y La fusta. En todos los géneros poéticos ostenta Peón y Contreras pasmosa facilidad para versificar, gran elevación de ideas, estro delicado y tierno, lenguaje armoniosio y dulce en lo general, grave y severo en algunos casos, pero adecuado siempre al asunto que le motiva. Sus defectos de estilo son pocos y se reducen á faltas prosódicas, supresiones frecuentes de sinalefas, escasa fibra y energía en varias composiciones que las exigen, contados galicismos y algunos otros de poca monta, hijos todos, sin la menor duda, de la precipitación con que siempre escribe. Por punto general, no sacrifica la espontaneidad de la inspiración á la parte mecánica de la frase, como efímero holocausto á la pulcritud del estilo; pero, á la vez, nunca deja de encontrar ja forma armónica á sus concepciones. DE JOSÉ PEÓN Y CÓNTRERAS XIII IV Teniendo diez y siete años, y bajo la influencia de los ,_ dos poetas españoles más en boga á la sazón, Zorrilla y Espronceda, escribió su primera obra de carácter épico. Púsole por nombre La cru% del Paredón, y explotó en ella una antigua tradición yucateca. Viene á ser de vendad una leyenda fantástica de bastante mérito, pues si bien adolece de poco esmero en la forma, consecuencia de la juventud ~ del autor y de los modelos que tuvo á la vista, muestra, por otro lado, riqueza de inspiración y lujo y bizarría de ingenio. P % eón ha tenido siempre una especie de culto gentílico por su ciudad natal. Mientras en ella vivió, puso diligencia suma en explotar las historietas populares, las anécdotas y hasta las suscintas efemérides de don Jerónimo Castillo. Después, no ha apartado sus ojos ni su corazón de su lugar nativo, y le lia dedicado sentidas composiciones, como el donairoso romance de Peihanché y la valentísima oda Á las ruinas de Uxmal. Su interesante drama El Conde de Peñalva, de espléndida versificación, está sacado, de una breve noticia que consigna el ya citado cronista don Jerónimo Castillo. Bien patentiza su amor á Mérida el siguiente fragmento de un libro que se intitulará Al alma de mi alma, si llega á terminarse, que será cuando Dios quiera : 4 Cada vez que de Mérida me acuerdo Siento que se me oprime el corazón, Que se desborda en mi alma La fuente del dolor - a % ' •' XJV NOTICIA DE LA VIDA Y OBRAS Y necesito verte mucho, mucho ; Mirar tus ojos, escuchar tu voz, Beber en tus pupilas La llama del amor, Para olvidar un punto aquella tierra, Aquel hogar donde la luz del sol Con ardoroso rayo Mi cuna iluminó ; Aquella catedral augusta y santa, En donde, an un rincón, Están los restos de mis nobles padres, Y con mis padres, ¡ Dios ! £1 amor anacrónico de Peón á las edades y cosas pretéritas nació sin duda con él y con él bajará al sepulcro. Es inex- tinguible y profundo, incondicional y exclusivista. Mal de su grado suele transigir con los usos del siglo en que vivimos, y para él seria un grandísimo adelanto en las esferas del arte, el retrogradar á los romancescos días de las. damas' de manto y los galanes de capa y chambergo. Ha utilizado siempre, en consecuencia, las noticias curiosas de nuestros historiógrafos, y los hechos heroicos y memo- rables, que registran nuestros códices y anales. Así, verbi- gracia, el argumento de La bija del Rey, que le ha valido y le valdrá, según su propio testimonio, más horas de satisfacción que letras contiene su escritura, está sacado de una lacónica relación del erudito mejicano don Carlos de Sigüenza y Góngbra. Peón ha resucitado y vuelto á la vida, en limbo radiante y luminoso, á los hombres y costumbres de los siglos coloniales, y aun de los siglos anteriores á la tragedia de la conquista. En sus Romances históricos mejicanos, para rendir homenaje DE JOSÉ Y PEÓN CONTRERAS XV de admiración á los héroes, proceres y paladines egregio^ de nuestra antigüedad, tomó asuntos de la grandiosa y dramática epopeya, que bordaron en la portada de nuestra historia los primitivos habitantes de Anáhuac. Son seis dichos romances : La ruina de At%cafot\a\co t Te^cut^inco, El Señor de Ecatepec, Tlahuicoh, Moteucypma Xocoyot\¡n y El último azteca. Propúsose, al escribirlos, seguir las pisadas del duque de Rivas, imitando el estilo y la índole del celebrado romancero de este gran poeta, y consiguió sobrepujar á su ilustre modelo, si no en la corrección y severidad épica de la forma, sí en la brillante* y galanura de los tropos, adornos y ficciones poéticas. Copio en seguida la gráfica y pintoresca descripción que hace en La ruina de At^capot^alco, de la horrible pesadilla de Tezozomoc : Es ya de noche ; una noche Invernal y tempestosa ; Frío el viento, rebramando De las regiones del bóreas, Llega á estrellarse á las tapias Reales, y en una alcoba De su palacio, el tirano Tezozomoc se sofoca, Lejos de aquel delicioso Sueño que su alma ambiciona, Y perdido en los abismos De pesadilla horrorosa Siente que un enorme peso Su seno oprime y ahoga, Y en una triste penumbra Mira de pronto, aun más lóbrega, XVI NOTICIA DE LA VIDA Y OBRAS Tendidas las negras alas, Una inmensa mariposa, Que vuela al principio lenta Del aire en las tenues ondas. Y después acrecentando Sus febles giros, azota Las pardas nieblas, con una Rapidez vertiginosa. En vano el monarca intenta Apartar de ella sus torvas Miradas.... Do quiera siguen La carrera prodigiosa De la voluble fantasma, Que sin detenerse, sorda Zumba en contorno y la vista Del Rey enturbia y disloca. Sus ojos giran violentos Entre sus áridas órbitas, Y ni el dolor ni el cansancio Fijarlos un punto logran. Al fin, la visión horrible Un breve instante se posa Sobre un cornizón, y tiende, Sutiles y vaporosas, t Sus luengas alas, que poco A poco se descoloran, Se ensanchan, se desvanecen Y se pierden en la sombra. Empero, en el mismo instante Ve el Rey una mancha roja, Que es leve punto primero Y que en progresión pasmosa DE JOSÉ PEÓN Y CONTRERAS XVII Se acrecienta, se dilata Y una gran montaña forma AI fin, árida y- ardiente, En cuyas ásperas rocas Se incrustan, como engarzadas En montón, unas sobre otras Fatídicas calaveras, Horribles, disformes, rotas, jQue abrasadas trecho á trecho Por las devorantes olas De un mar de fuego, resisten * Las corrientes bramadoras. Mira por último alzarse Sobre la cima escabrosa De aquel monte, rebatiendo Sus dos alas ponderosas, Una águila gigantesca, Negra, erizada, monstruosa, Que le mira con candente Pupila fascinadora ; Que tiende el vuelo al espacio ; Que á las nubes se remonta, Y luego sobre él se lanza, Tan rápida como arroja El arco la flecha aguda Que el viento silbando corta. " El Rey que apenas alienta . Con débil y estertorosa Respiración, se horripila " Y se contrae, y apoya En una mano la frente, Por la cual heladas gotas i XVIIÍ NOTICIA DE LA VIDA Y OBRAS De sudor copioso corren Y ambas mejillas le mojan. Y ve el águila ya cerca, Que retrocede y se encorva ; Que dando un revuelo, al cabo Fiera sobre él se desploma, Y en su ya desnudo seno Enclava sus garras corvas, Hiende sus carnes, el pico En sus entrañas ahonda, Y hambrienta, insaciable, bebe Y apura su sangre, toda. Entonces el Rey despierta Dando un grito agudo, torna En redor los grandes ojos, Y se palpa y tiembla y llora ;- Llora de susto, y con voces Que la muda estancia asordan, Clama por su servidumbre, Que acude á su acento, atónita. Riquísimos en episodios deliciosos y en pinturas y des- cripciones patéticas ó conmovedoras son los Romances históri- cos mejicanos, donde el patriotismo y el legitimo entusiasmo tienen también su sitio, sin que le tengan nunca el insulto ó la diatriba á los españoles. He aquí los mesurados términos en que les reprocha el nicuo asesinato de Cuauhtemoc : Sobre la tienda más alta El pendón de España ondea, Señor de cielos tan puros Y de tan vírgenes selvas DE JOSÉ PEÓN Y CONTRERAS . XIX Pendón que del mundo todo Soberbio se enseñorea. ¡ Lástima es que sus colores " Un instante se oscurezcan ! ¡ Lástima es que en mala hora Con sangre entinten su tela ; Sangre de un rey inocente, Que sube á la horca á perderla ! Antes, y al hablar de la captura del emperador azteca & refiere así las falaces promesas que le hizo Hernán Cortés, . cuando le tuvo en su presencia : Entonces el castellano Le dice afable : « No temas, Que quien con honor se porta, Es justo que honores tenga. « Como un valiente has luchado El valor siempre se premia Y de nosotros no esperes Ni vituperios ni ofensas. » Luego del Rey se despide, Que le traten bien ordena, Le repite sus palabras, Sus promesas le renueva. Y.... vanas fueron por cierto Tan seductoras promesas. ¡Ojalá que las callara! I Ojalá no las hiciera ! La mayor importancia de los Romances históricos mejicanos estriba, sin duda, aparte sus inestimables calidades literarias, en su hermoso y pronunciado carácter nacional. En Méjico i XX NOTICIA DE LA VIDA Y OBRAS no tenemos poemas como los de Homero; ni como los Niebelungen de Alemania, ni como el rudo y magnífico del Cid Campeador. Carecemos de un romancero én que se ensalcen y celebren los grandes hechos de nuestra historia, y no podemos vanagloriarnos siquiera de poseer una me- diana colección de cantor heroicos y patrióticos. Peón es el primero que ha acometido la empresa en forma, pues aunque don José Joaquín Pesado, don José María Roa Bar- cena y algunos otros han escrito cuentos y leyendas nacio- nales, ninguno lo ha hecho con el brío, la robustez de inspiración y la viveza y fidelidad en los episodios históri- cos qué nuestro insigne yucateco. La guerra de Independen- cia ha sido venero más explotado en este linaje de composi- ciones. Manuel Acuña, Guillermo Prieto, Gómez Verga ra, Riva Palacio y otros han cantado- las basarías, dignas de la trompa épica, de nuestros esforzados insurgentes. Peón ha escrito también con relación á tan gloriosa época, un bello romance ;. Pedro Aseensio. Ha colocado, pues, algunas sólidas piedras en los cimientos de nuestra literatura castiza y propia. Resiéntense de tibieza de inspiración y de monotonía de cadencia sus odas elegiacas, no obstante rebosar ternura y sentimiento verdadero y hondo. Es empero, casi siempre, delicado y profundo el pensamiento que las anima. Son . dignas de mención las intituladas : En la apoteosis del sabio químico mejicano doctor don Leopoldo Rio de la Lo\a y A la memoria del señor licenciado don Rafael Martines de la Torre. Entre sus cantos épicos sobresale y campea su magnífica oda Al conquistador de Anáhuac don Hernando Cortés, en la que, unidas i un tono pmdárico, sonoro y levantado, brillan y resplandecen todas las galas y grandezas de una fantasía lozana, fecunda y vigorosa. DE JOSÉ PEÓN Y CONTRERAS XXI 41a publicado últimamente un tomito de Romances drama- ticety de lo más lindo y primoroso que imaginarse puede. En ellos, bajo una narración llena de novedad y colorido, pocas veces interrumpida por breves y animados diálogos, describe y dibuja palpitantes cuadros dramáticos, ó más bien dicho, escenas finales de dramas que se han venido desarrollando con anterioridad. Al acaso, y por ser corta, escogo la descripción que sigue, como prueba de las muchas y selectas en que abunda el libro. Desdeñada la candida Gabriela por su amante, orillas del mar, abraza la heroica resolución de sepultarse en él océano, cuando ruge la tempestad en los cielos y encrespa y arre- molina las turbias ondas saladas. Oigamos al poeta : Se le figura el nublado Ancha sábana mortuoria, Y la luz de los relámpagos, ' Las sepulcrales antorchas. Rápida, como impulsada Por atracción misteriosa, Dirige el paso anhelante A la barca pescadora. Entra en ella ; en los abismos El timón y el remo arroja, Y desamarrando el cable Que le sujeta á una argolla, Entrega el débil madero Al hondo mar que le azota, Y el huracán lo arrebata Entre el fragor de las olas. XXII NOTICIA DE LA VIDA Y OBRAS Para que se vea cómo con cuatro pinceladas sabe pintar caracteres nuestro vate, copio, también al acaso, los si- guientes versos de otro de sus romances : Es don Gaspar de Hinestrosa ' Un señor de horca y cuchillo ; Rubio el cabello y la barba, Miradas de basilisco ; Nunca en su vida ha llorado, Nunca en su vida ha reído ; Negro es su humor como tizne, Y el alma negra, lo mismo. Con él quieren que se case Margarita, y se lo ha dicho ' A la doncella su padre, Que es indomable y altivo ; Que cuando tiene un deseo Necesario es el cumplirlo ; Que no se ablanda con lágrimas, Ni con ruegos ni suspiros. En los Romances dramáticos todo es de pura invención : nada está tomado de la leyenda ni de la historia. Y todo es original, todo interesante, todo encantador y hermosísimo. Con los catorce pequeños romances que forman la pe- queña colección, tendría de sobra un poeta, para ganar la nmortalidad y la gloría. V Principió nuestro autor á cultivar la poesía dramática en Mérida, al rayar, el alba de su adolescencia, obteniendo Dli JOSÉ PEÓN Y CONTRERAS XXIII desde luego brillante éxito y aplauso con Marta la loca, su primera juvenil ofrenda á las musas del teatro. Hizo repre- sentar en seguida, El castigo de Dios y El Conde de Santi- Esteban, explotando en esta última pieza una antigua tradi- ción yucateca y alcanzando con entrambas el mismo buen éxito y lisonjero aplauso que con su primer drama. Trasladóse después á Méjico con el designio de perfeccio- nar sus conocimientos médicos, como en su lugar queda dicho, y desalentado por el ceño esquivo con que nuestro gobierno y nuestro público han visto siempre el drama nacional, se descalzó mohíno el rico coturno y puso manos, ora en los trabajos de su profesión, ora en las tareas parlamentarías ú ora en la composición de obras poéticas de otra especie. Cuando don José Valero vino á Méjico con su compañía dramática, esperando hallar en él estimulo y aliento, ó si- quiera buena voluntad, escribió una pieza que intituló Un odio de la niñe\ y se la envió para que se representase, por conducto del inspirado poeta guanajuatense don José Rossa Moreno. Devolviósela el actor español, no sin haberla tenido luengos meses en su poder, probablemente sin to- marse la molestia de pasar por ella los ojos. Este nuevo contratiempo, desengaño ó desilusión, como quiera llamár- sele, le retrajo otra vez y tornó á colgar su áurea pluma dramática. Colgada hubiera enmohecido, si no acude en sazón un acontecimiento insólito, descomunal y raro, á fines del año de 1875 ; cual fué el que nuestro gobierno im- partiese protección y ayuda á la patria literatura escénica. Despertó ésta de su profundo sueño, y abrió los rasgados ojos negros, y despidió rayos de luz por ellos. No se hizo esperar Peón en la palestra del ingenio. Ar- mado de punta en blanco apareció luego en el redondel, con divisa y mote de autor caballeresco y casi romántico. £om- XXIV. NOTICIA DB LA VIDA Y OBRAS puso drama sobre drama con ardor inextinguible. Cada mes se estrenaba alguno, y cada estreno le valía un triunfo. Aplaudióle frenético el público; le hicieron justicia las sociedades literarias, tributándole pleito homenaje; encar- gáronse los papeles periódicos de encarecer su ingenio y pro- pagar su fama, y Méjico entero le aclamó su primer poeta dramático en los tiempos modernos. Diez obras dio entonces á la escena, cuyos títulos son : ¡Hasta el cielo!, El sacrificio de la vida, Gil Gonqfle^ de Avüa, La hija del Rey, Un amor de Hernán Cortés, Luchas de honra y amor, Juan de Villalpando, Impulsos del corazón, Espe- ranza y Antón de Alaminos. Ha dado después seis obras más : El Conde de Peñalva, Entre tu tío y tu tía, Por el joyel del sombrero. Doña Leonor de Sarabia, El Capitán Pedreñales, y ¡Vivo ó muerto/ Ha escrito también, en colaboración del eminente -escritor licenciado Alfredo Chavero,' un drama de- nominado La hermita de Santa Fe, y tiene ya concluido otro, con el título de El alcaide de Palacio. Mucho habría que decir acerca de la importancia y valer de. todas estas obras dramáticas; pero me ceñiré, por ahora, á mencionar sólo algunas de sus prendas y calidades caracte- rísticas, por no permitirme más holgura ni vagar, los es- trechos límites de un estudio de la naturaleza del presente. Desde luego y al primer vistazo se nota en ellos la más completa y exuberante espontaneidad. Es su estructura harto ingeniosa y peregrina, y abundante en. peripecias y situa- ciones sorprendentes; sus personajes, bien sostenidos por lo regular, están perfectamente caracterizados, y respiran vida, libre albedrío y entereza; la acción, siempre rebosando ori- ginalidad é interés, está siempre también conducida con verosimilitud y bizarría, si bien algo obstruida en ocasiones, por episodios ó incidentes secundarios, que de por sí tienen DE JOSÉ PEÓN Y CONTRERAS XXV la suficiente potencia para constituir acción separada. Tan rica y opulenta es la virtud creadora de Peón, de tal suerte engalana sus dramas con detalles y recursos de segun- da fíla % que no es raro el caso de que desarrolle paralela- mente dos fábulas, enlazadas por vínculos de intimidad poé- tica y fundidas en un solo y hermoso cuerpo. En cuanto á la forma literaria, obedece á las inspiraciones del buen sen- tido, y sin amoldarse al férreo rigorismo de la escuela clá- sica, tampoco abusa de las licencias concedidas por la sana razón á un poeta dramático. Su estilo, lleno de claridad, elegancia y sencillez, se ajusta y compadece con todos los asuntos dramáticos, ascendiendo al tono robusto y épico en Un amor de Hernán Cortés y descendiendo á la dulce ternura del idilio en Impulsos del sora^ón. Su diálogo es airoso, flexible y animado. Como muestra, inserto á continuación parte de la celebrada séptima escena del primer acto de La hija del Rey : > ANGÉLICA Graves motivos tendré Apareciendo liviana, Si os hablo por la ventana. LOPE ¿No es amor? ANGÉLICA ¿ Amor?.... No á fe. Es más que amor: el temor De perderle. LOPE ¡ Afán siniestro ! ¿ Perder vuestro amor? XXVI NOTICIA DE LA VIDA Y OBRAS ANGÉLICA £1 vuestro, Que bien sé guardar mi amor. LOPE Estando guardado así, Yo solo ante vos me fío, Pues si amor guardáis es mío, Que el vuestro lo guardo aquí. Y puesto que os fío á vos, Y vos á mí me fiáis, Angélica, no temáis Por ninguno de los dos. ANGÉLICA ¡Ay! LOPE ¿ Suspiráis ? ANGÉLICA Yo me admiro. Confiado sois.... LOPE • ¿ Qué temor Puede causar el dolor Que revela ese suspiro? ¿ El de no miraros más ? ANGÉLICA No tal. LOPE ¿Más grave ? ANGÉLICA Podría.... LOPE j Más grave ! Pues no sabría Dar con la causa jamás* DE JOSÉ PEÓN Y CONTRERAS *XV1I ANGÉLICA Es que pretenden mi mano. LOPE . Pues causa es esa menor. -¿No os lo decía? Peor Para el pretendiente ; es llano. Es llano, sí, por mi fe; Mortal no habría que al veros Dejara de pretenderos Y de amaros ; ya lo sé ; Que otro tanto me pasó Y fuera creer egoísmo Oue no le pase lo mismo A todo aquel que os miró. ANGÉLICA Si me ostiga ... LOPE Es desacato. ANGÉLICA Si es tenaz.... LOPE No es hidalguía. ANGÉLICA Y si me obliga.... LOPE Podría Suceder; pero ¡le mato! ANGÉLICA Calma tenéis.... LOPE Tengo calma. XXVUl NOTICIA PE LA VIDA * OBRAS ANGÉLIQA Si una asechanza me tienden. LOPE Bien contra ella nos defienden.' Este acero y vuestra, alma. • Abundan los apólogos en los dramas de Peón y son en ellos verdaderas piedras preciosas engarzadas en oro. Pálido sería cuanto yo dijese en su elogio, y tengo por lo más acer- tado trascribir aquí, como testimonio de todos, el muy bello que se dice en Antón de Alaminos, drama admirablemente, versificado. - Habla el protagonista en defensa de su nieta Inés, á quien se infama con indignas murmuraciones : Tiende entre candida bruma, Ola trasoía ligera, Mar azul, en la ribera, Rizadas ondas de espuma. Flota en los aires, luciente, De los espacios tesoro, Envuelta en púrpura y oro, Tersa nube transparente. Nace en la orilla, sediento De luz de sol cuando asoma, Nevado liriQ, que aroma Con sus perfumes el viento. Mas zumba huracán rugiente, La espuma hasta el cielo sube, Pedazos hace á la nube Y azota, al lirio en la frente. QE JOSÉ PEÓN Y CONTRERAS ' XXIX -*^- ¿Qué extraño, Pedrd, si agita La vil calumnia sus alas, Que así destroce estas galas • Entre su garra maldita? ¡ Cómo extrañar, si la abruma De su. inclemencia el poder, $i el honor en la mujer Es lirio, nube y espuma ! 'Nadie ha versificado ni versifica así en Méjico, ni poeta alguno entre los nuestros tuvo ni tiene tan encumbrada ins- piración, y tan espléndida, flexible, esmerada y elegante mane* de decir. Pero como si todo esto ne bastase á dar á Peón la supre- macía, posee otra valiosísima prenda, sobre las «puntadas, que de por sí le levanta y enaltece : la fecundidad. Maravillo- sa es su fuerza creadora, y si el ejercicio de su profesión no le robase casi todas las horas del día, dejándole sólo cor- tísimos instantes para el cultivo de las bellas letras, sería cosa de que nos diese una obra Ó dos cada semana. Concibe tanto y con tal precipitatión, atropeUándose las ideas en su cere« bro, que pone en olvido y desperdicia inñnidad de argu- mentos interesantes y bellos. En este caso están El pliego de mortaja, Doña Beatriz de Bobadilla, y otros varios dramas en embrión, que me ha referido y cuyos títulos y asuntos ha- olvidado él y yo también; No sólo escribe dramas, sino á la vez multtfud de compo- siciones de circunstancias y de compromiso, y proyecta poe- mas épicos, los empieza y los abandona á los primeros can- tos*; é idea novelas, pone mano en ellas y las, desecha á los primeros capítulos. Tiene, empero, concluidas, dos, que permanecen inéditas : Rodrigo aePa\ y El puente del clérigo. b - ROMANCES HISTÓRICOS Y DRAMÁTICOS HISTÓRICOS LA RUINA DE AZCAPOZALCO ROMANCE I IXTLILXOCHITL. — EL PROSCRITO Con aire grave y sombrío, El entrecejo enarcado, Descompuesta la mirada ,. Y el enjuto ro$tro pálido, El rey de los tepanecas Tezozomoc el tirano, En un salón de su augusta Morada de Azcapozalco, PEÓN Y CONTRERAS De un extremo al otro extremo Pasea sobresaltado, Como herida fiera en torno De su cubil solitario. El esplendor de Tezcuco, Su gloria, sus adelantos En las artes, en la industria Y en la ciencia de los astros. En él la ambición despiertan De los honores y el mando, Y al demonio de la envidia Alberga en su pecho avaro. Huye de su alma el sosiego, Á los mortales tan grato, Y huye el sueño de sus ojos Y de su hogar el descanso. No olvida ni un solo instante Que del gran Xolotl (i) es vastago, . Y de Acolhuacan el cetro Regir debiera su mano. Como en tempestosa noche Súbito brilla el relámpago, Así brota en sus pupilas De fulgor siniestro un rayo ; (i) Primer rey de los chichimecas y fundador de Acolhuacan. ROMANCES Y con un brusco y nervioso Movimiento, el raudo paso Detiene, se agita, duda, Y la voz al fin alzando, Llama á dos nobles caudillos Que son de Otompan, y Chako Señores, y asi con ronco. Acento, hablóles airado : — a Ya sabréis, nobles guerreros, Subditos míos y aliados, Que Ixtlilxochitl Orne Tochtli, Rey y Señor se ha jurado En Huexotla, ha pocos días, Del Imperio Tezcucano, Haciendo á mi estirpe ultraje, Mi derecho atropellando. En los montes de Tlaxcalan Y en sus valles acampado, Con huestes innumerables Amenaza mis estados. Y como es fuerza se acaben Tan funestos desacatos Que amenguan de mi corojia El esplendor soberano, 1 PEÓN Y CONTRERAS Reunid á vuestros parciales, Y con cautelosos pasos, Llegad, cruzando las selvas, Hasta el enemigo campo. Allí, pedidle á Ixtlilxochitl Una entrevista; el incauto, Sin escolta, hasta vosotros Se acercará temerario ; Mas antes que una palabra Se desprenda de sus labios, Entrambos de un solo golpe Y sin compasión, matadlo. Idos. . . y tened presente Que aquí la victoria aguardo ; Que el porvenir de mis reinos Desde hoy queda en vuestras manos. » Dice, y su adusto semblante Se anima con un extraño Gesto, que es dulce sonrisa, Que es incomparable halago Para aquellos dos magnates Que, sumisos y temblando, Salen de la regia cámara, Donde al resplandor escaso ■ ROMANCE* 5 Del crepúsculo sombr o, Torvo, mudo y cabizbajo, En mil confusos proyectos Quedóse el Rey abismado. Una tarde, cuando apenas £1 sol con lánguidos rayos Del Iztachihuátl doraba Las cumbres desde el ocaso, Ixtlilxochitl separóse De sus jefes y soldados, Que á parlamentar le invitan Los del enemigo bando. Él se aleja, el gozo inunda Su altivo semblante franco, Y sus indómitas huestes Le veri partir sin cuidado. ¡ Ay ! ¡ infeliz ! no presume Que los nobles emisarios Que le esperan, sus verdugos Han de ser en breve plazo. No lo presume, y tranquilo En su valor descansando, Llega á los embajadores Con andar sereno y tardo ; PEÓN Y CONTRERAS Mas antes que una palabra Murmure el monarca, rápidos Sobre él se arrojan, cual tigres, El de Otompan y el de Chalco. El Rey se turba, no asombra Ni hiela su alma el espanto ; Mas paraliza su brío De aquella sorpresa el pasmo. El golpe alevoso hiere La regia frente, y del campo De los acolhuas un grito Se alzó llenando el espacio : « Traición, Tezcuco ; á las armas » « Azcapozalco » — exclamaron Los tepanecas, saliendo De los bosques inmediatos; Y á poco, al tender la noche Su gigantesco sudario, Tiñó la sangre á torrentes La verde alfombra del llano. Nada el valor ni el esfuerzo Pueden, si el sino es contrario ; Y en tan espantoso día, Al perder los tezcucanos ROMANCES Su sangre, su Rey, su gloria En aquel encuentro infausto, De la esclavitud al peso La altivo frente humillaron. Nezahualcoyotl, el hijo. De Ixtlilxochitl, sin amparo, De los traidores oculto- Entre el follaje de un árbol, Contempló, con honda pena, . De su padre el sanguinario Drama, y el fin desastroso De sus valientes soldados. Y al comprender su desdicha, La impotencia de; su brazo, La injusticia de los dioses, Y el poder de sus contrarios, Desde el fondo de- su pecho Inundado por el llanto, Jura exterminio y venganza Al torpe Rey, que arrojando Al infortunio *sus días, Ha deshecho en mil pedazos El trono que sus mayores En Acolhuacán fundaron. 8 TEÓN Y CONTRERAS El destino en las tinieblas De sus profundos arcanos Oculta, tal vez por siempre, Del noble mancebo el astro. Alegres huellan sus plantas Las rosas de quince mayos, Y el sol de sus ilusiones Aun no vislumbra su ocaso, . Cuando ya los bosques cruza Huérfano y desheredado, De amor y de paz hambriento Y de desventuras harto. Aquel que en selvas de flores Miró deslizarse el carro Donde la infancia abandona Sus pasajeros encantos; v Aquel que en un regio alcázar Tras mil ensueños dorados Miró el oriente, la aurora De los juveniles años, Recorre, como las fieras, Despavorido los campos, Sin hogar ni m^s consuelo Que el amor de .sus vasallos, . ROMANCES Hasta que de penas tantas Y de tanta angustia al cabo, Y merced á la exigencia De los reyes mejicanos, • De quienes era el proscrito Principe, pariente amado, Tezozomoc le permite Retornar con sus hermanos Á Tezcuco, emporio y norte De sus lisonjeros cálculos, Dándole allí señoríos Y de Cilam el palacio, Donde entregado á las letras Pasó dos lustros escasos, De los negocios del mundo Lejos y de sus engaños. i. m # 10 PEÓN Y CONTRERAS ROMANCE II EL ENSUEÑO Tezozomoc en un lecho Perennemente reposa, Que el peso de la existencia Sus flacos hombros encorva; Sus fuerzas enerva y rinde ; Deslustra la brilladora Pupila que en otros tiempos l - Fué de sus pueblos antorcha ; El fuego que ardió en sus venas Apaga, y hora por hora El invierno de los años Nieve en su frente amontona ; Nieve que no se deshace Ni se derrite ni agota, Que ni hay abril ni verano Que su terso cristal rompa; ROMANCES 1 1 Y por eso entre algodones Lo arrebujan y lo escoran, Y á su corte se presenta Como un fantasma, una momia Que desde el frío sepulcro Dictando sus tenebrosas Leyes, rige á sus vasallos Y los tiraniza y doma. . Es ya de noche; una noche Invernal y tempestosa ; Frió el viento, rebramando De las regiones del bóreas, Llega á estrellarse á las tapias Reales, y en una alcoba De su palacio, el tirano Tezozomoc se sofoca, Lejos de aquel delicioso Sueño que su alma ambiciona, Y perdido en los abismos De pesadilla horrorosa. Siente que un enorme peso Su seno oprime y ahoga, Y en una triste penumbra Mira de pronto, aun más lóbrega, 4 1 2 PEÓlí Y " CONTRBRAS Tentfidaslas negras alas, Una inmensa mariposa Que vuela al principio lenja * Del aire en las tenues ondas, Y después adecentando Sus flebes giros, azota Las pardas nieblas, con una Rapidez vertiginosa. En vano el monarca intenta Apartar de ella sus torvas Miradas do quiera siguen La carrera prodigiosa De la voluble fantasma, Que sin detenerse, sorda Zumba en contorno, y la vista Del Rey enturbia y disloca. Sus ojos giran violentos Entre sus áridas órbitas, Y ni el dolor, ni el cansancio Fijarlos un punto logran. Al fin, la visión horrible Un breve instante se posa Sobre un cornizón, y tiende^ Sutiles y vaporosas t ■ Sus luengas alas, que poco ' Á poco se descoloran, Se ensanchan, se" desvanecen ' Y se pierden en la so'mbra. Empero, en el mismo instante, Ve el Rey una mancha roja, Que es leve punto primero Y que en progresión pasmosa Se acrecienta, se dilata, Y una gran montaña forma Al fin, árida y ardiente, En cuyas ásperas rocas Se incrustan, como engarzadas En montón, unas sobre otras, Fatídicas calaveras, Horribles, disformes, rotas, Que abrasadas, trecho á trecho, Por las devorantes olas De un mar de fuego, resisten s bramadoras. Mira, por último, alzarse Sobre la cima escabrosa De aquel monte, rabatiendo Sus dos alas ponderosas, 14 PEÓN Y CONTRERAS Una águila gigantesca, Negra, erizada, monstruosa, ' Que le mira con candente Pupila fascinadora; Que tiende el vuelo al espacio, Que á las nubes se remonta, Y luego sobre él se lanza Tan rápida como arroja El arco la flecha aguda Que el viento silbando corta. El Rey, que apenas alienta Con débil y estertorosa Respiración, se horripila, Y se contrae, y apoya En una mano la frente Por la cual heladas gotas De sudor copioso corren Y ambas mejillas le mojan. Y ve al águila ya cerca Que retrocede y se encorva, Que dando un revuelo, al cabo Fiera sobre él se desploma, Y en su ya desnudo seno Enclava las garras corvas, ROMANCES 15 f Hiende sus carnes, el pico En sus entrañas ahonda, Y hambrienta, insaciable, bebe Y apura su sangre toda. Entonces el Rey despierta Dando un grito agudo, torna En redor los grandes ojos, Y se palpa y tiembla y llora; Llora de susto, y con voces Que la muda estancia asordan r Clama por su servidumbre ■Que acude á su acento atónita. Está en el regio aposento Una anciana temblorosa, Que habla con triste semblante Y con lenta voz monótona. Sus ojos, cual si quisieran Penetrar las vagas sombras Del porvenir, están fijos Hacia adelante, y sus hoscas Miradas prende en sus labios El Rey, que, con alma absorta, N.o pierde Una sola frase, Y ni una silaba sola. 1 6 PEÓN Y CONTRERAS — « Esa mariposa negra, Sombría y aterradora, Era el vengador espíritu De Ixtlilxochitl qué aun te acosa. Las víctimas de los reyes Ni en el sepulcro perdonan, Y la paz del alma, dulce, En este mundo les roban. — Prosigue — Aquella montaña Gigantesca y portentosa, Es tu trono, que enrojece La sangre de tus victorias. — ¿Y aquellos cráneos horribles? — De tu carrera despótica Las victimas inmoladas Son, y en las cuales reposan Las columnas de ese trono Que te sostiene — Vuelve el semblante azorada Por todos lados, y ansiosa Piensa en tornar á su casa. Cuando distingue una sombra Que con rapidez avanza, Y se aproxima hacia ella Temerosa y recatada. ¿ Quién será? tiembla la joven, Y resuelta, al fin, escapa Por' una calle, mas sólo Unos breves pasos anda, "Cuando á su oído un acento Llevó en sus ondas el aura : « Detente un punto, detente, » Oyó decir con voz clara. ROMANCES *> Empero Nezahualxochitl Cada vez más asustada, No camina... corre, vuela, De su hondo pánico en alas ; En un instante se acoge Al dintel de su morada ; Mas oye pasos, y atónita .Volviendo hacia atrás la cara, Mira que el bulto de un hombre, De un tilmatli (i) entre las anchas Plegaduras embozado, Casi toca á sus espaldas. Y escucha á la par confusos Ecos de humanas pisadas, Y de voces que no lejos Entre la sombra se enlazan. , Entonces la joven grita, Y á su clamor, angustiada Contesta la voz de Nanche Que del blando lecho salta. (i) A manera de capa' que usaban los aztecas. . 34 PE ¿ N Y CONTRKRAS r * — ¿ Que ocurre, hija mía ? — j AuxilioJ ¡Venid, socorro! — ¿ Qué pasa ? • — ¡Padre, mirad! Al reflejo De las rutilantes llamas De una tea, que el anciano Llevti eri la mano, se pasma Nezahualxochitl, que súbito Reconocen sus miradas Á aquel mancebo gallardo Que en la selva solitaria, , Huía por un sendero Entre dos verdes montañas. Y baja el rojo semblante ^ En tanto que Nanche exclama : — ¿ Quién eres ? — ¿Quién soy? — ¡ Tu nombre ! — ¡ Nezahualcóyotl ! ¿Te llamas Nezahualcóyotl? ¡el hijo Del gran monarca ! Y enclava Nanche en el rostro del Principe Sus pupilas dilatadas; ROMANCES 3.5 — í Ah! si ya te resarareco, Tú eres mi rey ; ¿ qué ro«r mandas ? — No pierdas el tiempo,, ¿tren*: Una salida excusada Esta mansión? , — Siper¿erto>; * — Pues la senda me serratas * — Nezahualxochitl la sate-;: ¿Mas ese rumor ? < — ¡BeNláxtla Son las tropas, que me siguen:, ; Y soy muerto si me alcanzan!' — Pues corred, yo las espero, Huid; aquí las aguarda Mi lealtad, mi cariño Y mi gratitud sin 'tasa;. Y que el hijo de IxtÍHxochitl Con los altos dioses vaya. Calló Nanche, y en lo- oscuro Vio desvanecerse rápidas; Del principe y de la joven Las sombras, como fantasmas. 36' PEÓN Y CONTRERAS Nanche, intrépido, á la puerta De su mansión sosegada, Mira á las* tropas reales Que llegan desordenadas. . Brilla á la luz de la luna El reflejo de sus armas, . Y el jefe dé ellas, mirando Á Nanche que las aguarda, Deteniéndose soberbio Á no muy corta distancia, Con fiero ademán altivo De esta maneja le habla : — Á ese traidor insensato Vimos entrar; en tu casa : Ríndete pues, y á los míos Enseña la puerta franca. El Rey tu señor, mi amo, Así lo quiere y lo manda ; j Paso, paso ! y que se cumpla Su voluntad soberana. — Te equivocas, dice Nanche, Con aterradora calma ; Antes perezca mil veces Que permitirte la entrada. ROMANCES 37 . — ¿Niegas que el Principe infame Tras ese muro se guarda, Cuando con mis propios ojos Lo he visto? — No niego nada. — Lo confiesas — En mi vida Supe mentir. — ¿Y qué aguardas? — No has de entrar en este asilo. — ¿Quieres morir? No me espanta La muerte, cuando me alienta La fe de una justa causa. — Eres anciano — Mis ojos De ver la luz ya se cansan. — Morirás entonces. — Y antes Que se cumplan tus palabras, Hollarás cien y cien veces Mi cadáver con tus plantas. — ¡Adelante.....'! — ¡Atrás ! Desigual y sanguinaria, Á la faz de las estrellas En un instante se traba. La lucha » % }8 PEÓN Y. COÑTMRAS, _ ■ '. — x ■ * La pka del noble anciano Hunde al primero que avanza La cabeza, y cae al suelo Como una pesada masa. Se exasperan los contrarios, Se oyen mugidos de rabia, Y el-iztii (i) el espacio hiende . En las puntas de las lanzas. De pronto Nanche vacila, Se bambolea y se escapa De su pecho hondo sollozo . Y con él envuelta su alma. Sobre, el cuerpo los esbirros. Unos tras los otros pasan, Y los venerables restos - * - Aun palpitantes, ultrajan. Á los aposentos entran ; Buscan, mas al, fin no hallan Al Príncipe á quien creían Asegurado en sus garras. , Y revolviendo furiosos, . Al campo otra vez se lanzan, Como coyotles (2) hambrientos En las llanuras de Anáhuac. (1) Pedernal. ■.' (2) Especie de chacales, ROMANCES 39 La tibia luz de la aurora Viste al oriente de nácar, Y a los primeros albores De aquella dulce luz blanca, Se ve bajar por los campos - Á una joven que agitada Muestra en sus ojos la dicha Que sus tiernos labios cantan. « No pierde un rey poderoso, Un rey nunca pierde nada, Si á sus iguales adora, Si con princesa se casa ; Y él es rey, y yo soy hija De Huitzilihuitl y Tiata; » Éstos eran sus cantares,. Éstas eran sus palabras. Alegre, gentil, risueña, La colina al fin traspasa, Cruza sus bellos jardines Y se detiene á la entrada De su mansión algo ha visto De sombrío en lontananza : - Algo de fúnebre y triste En las puertas y en las tapias. 4 o PEÓN Y CONTRERAS Se le figura que el viento. Solloza triste si pasa, Y que los árboles gimen Si el aire silba en las ramas. ¿ En dónde están de su padre Las cariñosas miradas ? ¿ En dónde está la sonrisa Que sus labios dilataba?- ¿ Dónde los trémulos brazos Que. no salen á estrecharla, Por aquella alegre .puerta Tan muda y tan solitaria ? I Por qué ante ella se detiene, Y' tiembla y vacila, y anda Un breve trecho y al punto Se vuelve atrás asustada ? i Ay ! lo ignora, y decidida, _ * Resuelta, convulsa, pálida, Entra, da un grito, y perdiendo Al fin su última esperanza, Siente un vértigo espantoso, Siente un dolor que la mata ; Cierna sus ojos, y rueda Por el suelo desmayada...'..'. ROMANCES 41 Vio á Nanche, á Nanche tendido, Tintas en sangre las canas, É inmóviles las pupilas En donde acaso aun brillaba Una chispa de fiereza, De lealtad, de constancia, Prendida en el cristal puro De una postrimera lágrima. 42 PEÓN Y CONTRERAS ROMANCE V LA EMBOSCADA Nezahualcoyotl, al cabo De peligrosos empeños, Y de sufrir donde quiera Pesares y contratiempos ; De luchar con el destino, Siempre á su fortuna adverso, Hora á hora, día á día, Brazo á brazo, pecho á pecho ; De cruzar con sus dolores * Los mundanales desiertos, En un futuro soñando, En un pasado muriendo, Á Tenüchtitlán potente Vuelve los ojos, el cielo Un rayo de luz le envía Que calma un punto sus duelos. ROMANCES 43 Y un átomo de esperanza Á su corazón enérgico, Lleva una chispa que enciende Su sangre en llamas de fuego. Se une á Ixcpatl, monarca Cuarto del coloso imperio, Y con otros poderosos Tributarios de su suelo, Y al .frente de un aguerrido, Bravo y numeroso ejército, Parte al fin contra el tirano Maxtla, que en el trono excelso No sospecha ni un instante, No presume ni un momento, Que en su fuerte y poderosa Diestra, vacile su cetro. Y ordena á Mazad, el bravo GeneraLde sus guerreros, Que prepare á la defensa La capital de su reino. Y Mazad la fortifica, Lleno dé vigor y aliento, Con hondos fosos por fuera, Con altos muros por dentro. 44 PEÓN Y CONTRERAS Y dentro y fuera, con rudos Brazos y animosos pechos Que esperan desesperados El instante del encuentro/ El fulgor de un bello día, Hermoso, puro y sereno, Inunda con luz brillante . Murallas y campamentos. Y quiebran la luz febea Con vario fulgor intenso, Los chimalis y escaupiles (i) De aquellos jefes soberbios. De pronto se oye sonoro Cruzar las ondas del viento, El eco de un tamborcillo . Que el rey Ixcóatl toca diestro, Y acometiendo furipsas - Ambas huestes, con violento Empuje, en terrible instante, Trábase el combate horrendo. Nezahualcoyotl que goza Al fin, dichoso y contento . Se vuelve á Mitl su criado De honra y lealtad ejemplo, (i) Escudos y armaduras. ROMANCES ,45 Y le dice estas palabras, Mientras esgrime altanero El macuahuitl que en su mano Brilla con fulgor siniestro : « Ve y dile á Nezahualxochitl Que no la olvido un momento, Y en mi espíritu está siempre Su imagen que reverencio. Que no tema, que la gloria Coronará mis esfuerzos; Que los dioses van conmigo, Que de ellos el triunfo espero ». Dijo y lanzóse al combate Entre el fragoroso estruendo, Lleno el pecho de esperanza Y henchida el alma de fuego. Pasóse el día luchando Con temerario denuedo ; El campo cubrió la guerra De heridos mil y de muertos ; Y cuando el sol moribundo, Con mortecinos reflejos, Bañaba las pardas cumbres De los volcanes enhiestos, 3 * 46 PEÓN Y COfcTRfeRAS Nezahuakoyotl, akivo, De lodo y sangre cubierto, Retiróse con los suyos Camino del campamento. Ya asaltan á su memoria Los pesares de otros tiempos ; Ya de su Nezahualxochitl El cariñoso recuerdo; De la lucha de aquel día, Los peligros, los encuentros; Y ya la muerte lamenta De algún bravo compañero. Cuando de súbito sale De un bosque añoso y espeso, Un enjambre de soldados Que le acometen violentos. El Principe se defiende Como puede en tal momento, Fiero y á morir matando Con sus valientes resuelto. Caen los suyos á tierra En el combate sangriento; De nada el brío le sirve, De nada el valor supremo ; ROMANCES 47 Que el numeroso enemigo, Como un circulo de hierro, Los aprieta y los obliga Á perecer combatiendo. De pronto, empero, se escucha Rumor confuso, no lejos, Y Nezahualcoyotl oye La voz de Mitl, que corriendo De su señor en socorro Vuela al combate ligero, Con los que á Nezahualxochitl De escolta y guarda sirvieron. Rompe Mitl las dobles filas Que á su amo ponen en riesgo De perecer, y á su lado Llega, de esperanza lleno. Al frente Nezahualcoyotl Del vigoroso refuerzo, Recobra el ánimo, y hiere Cuanto se pone a su encuentro. Huye al fin á todas partes, Por intrincados senderos, Despavorido y sin armas, El enemigo disperso. 48 PEÓN Y CONTRERAS — ^^* " ■ ■ ■■ ■ w ^^^— ■ ■ ■ ■■■■■■ ■■ ■ — i».»^— — , _, ,, , . ,. . Y.„. « ¿cómo estás á mi lado, Valeroso Mitl, qué has hecho De Nezahualxochitl ? » dice El Principe, sonriendo. — Señor, uno de tus fieles, Contesta Mitl al momento, Seguro de que en la lucha * Te habrían al cabo muerto, De la traidora sorpresa, En los instantes primeros, Deja éste sitio, y en busca De socorro parte presto. Al descender esa cumbre Que desde aquí se está viendo — Y Mitl la cúspide oscura De un monte en que ya su velo De sombras la noche tiende, Le señaló con el dedo — « Allí, repite, encontróme, Y dándome de tu aprieto La noticia, hasta este sitio Vine veloz como el viento ; Donde quiso mi fortuna Que llegar pudiera á tiempo, ROMANCES 49 Dejando á Nezahualxochitl Con algunos brazos convulsos -<>- » / H 1 *- . ROMANCES JI • - Él acia ella, que, dando un grito, Abrió temblando . los suyos ; Y se estremecen dos almas En prolongado saludo. ¡ Cuánto se amaban ! la noche* Que Nanche murió, al influjo De su nefasto destino, Sus corazones en uno Se confundieron, latiendo Del amor en el bien sumo ; De un amor inexplicable] Y en dulces goces fecundo. Á ella la vimos risueña Aquel día, cuando un cúmulo De pensamientos llenaba Su gentil cabeza, de humo ; Cantar la oímos alegre Los ensueños de un futuro, Sin desengaños ni quejas Y sin horizontes turbios. Y cuando al pie del cadáver La desdichada no pudo Sufrir el dolor, y al suelo Rodó su cuerpo convulso, 5,2 , PEÓN Y CONTRERAS Pasaron algunas horas Sin que se turbase el mudo Silencio de aquel recinto Que parecía un sepulcro. Cuando ya el sol se acercaba Á la mitad de su curso, Entró á la estancia un mancebo Que de. pavoroso susto Lleno, contempla aquel cuadro De horror, de sangré y de luto ; Á lá joven se aproxima Con un cariñoso impulso; Y al llamarla acongojado, Pálido como un difunto íor el pesar, triste mira Al objeto de su culto. Abre al fin Nezahualxochhl Los tristes ojos enjutos, Y concentrando su vista En el mancebo, de súbito m Se alza del suelo ; la llama De un amor violento y pjuro Se reflejó de sus ojos Entre los cristales mustios; ROMANCES 5 3 Se acerca al Principe amante Y con acento inseguro, Que entrecortan los sollozos Y ahogan a yes profundos, Asi le dice : « allí tienes, Nezahualcoyotl, al único Ser querido que amparaba Mi orfandad en este mundo. No miro ya de esta vida^ Por los desiertos oscuros: Más luz que tú, más consuelo . Que tu amor, ni más refugio. Yo, qué seas no te pido Mi esposo, que fuera mucho ; Mas tampoco tu manceba Me llamará el labio tuyo. Sólo anhelo que conserves De tu pecho en lo profundo, El amor que esta mañana Leí en tus ojos oculto, Y que tu labio... — ¡ Silencio ! Nezahualxochitl, no. es justo Que me hables asi... tu esposo He de ser, yo te lo juro. » / 5 4 - ,PEÓN Y . CONTRER AS rt^ I i l , i J Después, alzando el cadáver De Nanche, salieron juntos De la estancia, y no muy lejos Del solitario sepulcro De Tiata, en una cueva, Depositaron los últimos Despojos del noble anciano, Como su memoria, augustos. Al anochecer, muy pocos Días después, en Tezcuco, Del infatigable Maxtla , Y sus sicarios, ocultos, Ante un anciano teopixqui (i) Con un placer sin segundo, Y de sus antepasados Conforme al rito y los usos r Delante de dos testigos, Sus dos almas de consuno Se unieron y para siempre Con indisoluble nudo (2). (1) Sacerdote. - (2) Nezahualcoyotl se casó en, su juventud con Nezahualxo- chiti, que siendo de la casa real de Méjico, era digna de subir al trono ; pero esta señora murió antes que el Principe su esposo recobrase la corona que los Tepanecas le habían usurpado. — Clavijero. Tomo 1, pág 108 [nota]. ROMANCES 5 5 ■ < . Entre los brazos del Príncipe, Nezahualxochitl algunos Breves- instantes de dicha, De supremo goce, estuvo; Mas cuando de ellos pretende Desasirse, un breve punto Tembló, sus brazos se abrieron, Y cayó al suelo : confuso Nezahualcoyotl, sobre ella Se arroja de terror mudo ; Y da un grito, que los montes Repercuten uno á uno. Y entre un tumulto, á la rojV Luz de los hachones fúlgidos, Contempló á Nezahualxochitl Bañada en, sangre, sin pulsos ; « Á quien le traspasa el pecho, Que ha poco encendía un puro Y noble amor, de una flecha El iztli ardiente y agudo. « Por matarme á mi la han muerto : » Exclama fiero, iracundo, Nezahualcoyotl, alzándose Con un movimiento brusco : 56 ' • PEÓN Y CÓNTRERAS « Ellos, ellos, continúa . Con ronco acento, y sañudo Hacia la ciudad volviendo Los ojos como carbúnculos : — i Ah! maldita Azcapozalco, . Guarida de sus- verdugos, Mañana al rayar el día Sabré vengar tus insultos ! No valdrán contra mi entono, Tepanecas, tus conjuros; Ni tus chimalis de bronce, Ni tus escaupiles rudos. Haré que tus torres altas • Desaparezcan del mundo, Y convertiré en ceniza Tus palacios y tus muros... » Dijo, cayendo de hinojos Al pie de los restos mudos De su esposa, y llanto amargo' Hizo en sus mejillas surcos. ROMANCES .' 57 ROMANCE VII .LA MUERTE DEL TIRANO Apenas tímida el alba Se arrebola con las luces Que el astro rey desde Oriente Sobre los montes difunde, En entrambos campamentos Los Capitanes reúnen Á sus huestes, y do quiera Animándolas, discurren. Suena el tambor del combate, Y la inmensa muchedumbre De guerreros, la pelea Traba en formidable empuje. Penachos, cascos y escudos En que oro y plata relucen, En la furibunda lucha Se mezclan y se confunden. 8 PEÓH T CONTRERAS Allí estaba Izcoatl llevando Un tencaliuhqui (i) que encubre Sus nobles formas, y gasta, Porque es de reyes costumbre, ' MatzopeztHs (2) en los brazos, Y cozehuatles (j) que suben Hasta media panlorrilla, De cuero color de herrumbre, Hechos con ricos adornos .' De piedras que fuego lucen ; Un tentetl (4) lleva suspenso Del labio, y en viva lumbre Bañan su cuello las piedras De un collar que reproduce Del iris los mil cambiantes, ■Y su altivo pecho cubren. Lleva en la frente, por último, El copilli, (5) del cual surge Un cuachictli, (6) en que campean Plumas bermejas y azules. 1) Traje de guerra que usaban las principes. 2) A mañera de pulseras que llevaban los reyes en campan*. )) Especie de botas. f) Una esmeralda. j) Corona. 5) Insignia que usaba el rey en ia guerra, a modo de penacho. ROMANCES 5 9 Allí estaba Moteuczoma Uhuicamina, que hunde Su macahuitl en el cuello De Mazatl, que fiero ruge . Al perecer. Con su muerte, El pánico raudo cunde Por las filas tepanecas, Que rotas, dispersas, huyen. Allí está Nezahualcoyotl Que las persigue y confunde ;. Que á una muerte inevitable Las empuja y las conduce ; Y lo mismo que la roca Qué desde altísimas cumbres Se desprendé, y á su psoa Todo lo arrasa y destruye, Asi va con sus guerreros, Á quienes valor infunde Con su ejemplo, porque nada Hay que su espíritu asuste, . Nada que ataje su brío, Nada 'que lo sobrepuje ; Y el exterminio y la muerte Ea torno suyo difunde. «*'• 60 ' PEÓN Y CONTRERAS En esto, Maxtla el tirano Que perdido se presume, En busca de -un temazcaHi, (i) Que en su lobreguez le oculte, Corre ciego sus jardines, Y hallándole, se introduce En él y de horrible miedo Chocan sus dienten y crujen. Desde álli miró las llamas Que su palacio consumen, Y entre los gritos del pueblo Escuchó el estruendo lúgubre, r Que al caer al suelo hacían Tapias, arcos y techumbres, El piso hundiendo al impulso De su inmensa pesadumbre. Oyó del cercano templo El espantoso derrumbe, Y el grito del populacho Que sus jardines obstruye ; m (i) Aparato fabricado con ladrillos crudos, muy parecido en su construcción y figura á un horno de hacer pan, con la. dife- rencia de que su superficie es más baja que la del suelo. En el interior de esta bóveda acostumbraban bañarse los Aztecas. ROMANCES 6 1 Que destroza las florestas Do gozó, en horas más dulces, Del tibio halago del aura, De las flores el perfume. Vio que muy cerca del sitio Que su liviandad encubre, ' Le buscaban, y al espanto Su alma cobarde sucumbe. ¡ Cómo tiemblan los tiranos Cuando á sus ojos, con lúgubre Aparato, al fin la muerte Su pálida faz descubre ! * Maxtla escondido en el fondo Del temazcalli, prorumpe En copioso, amargo llanto Que sus pupilas desluce. No tardan en encontrarle, Que por mucho que se oculte La maldad, siempre hay un labio Que su guarida denuncie. Del antro oscuro le sacan, Y aun antes de que articule Una palabra, á los golpes De la fiera muchedumbre 6 2 PEÓN Y CONTRERAS De soldados-, que lo arrastran, Descuartizan y contunden, Perece al fin, y hasta el monte Su horrible cuerpo conducen. Y entretanto que las llamas En Azcapozalco rugen, Y á escombros, polvo y cenizas La gran ciudad se reduce ; Entretanto que las victimas En alaridos prorumpen, Y al insepulto cadáver Los negros buitres circuyen, Testigo de tanto estrago, En Occidente se hunde. El sol, lento y majestuoso, Envuelto en cárdenas, nubes. . TEZCOTZINCO ROMANCE I Del lado en que el sol asoma, Y de Tezcuco no lejos, Tendida entre hojas y flores, En mitad de un monte enhiesto, Eor bosques amurallada De elevadísimos fresnos, •De seculares olivos Y ahuehüetes gigantescos, Una mansión que de lujo Y de esplendor es portento, Hunde su frente en las nubes : Ó se retrata en los cielos. f - ¡Es TezcotzincoILa historia Nos guarda, imperecederos, De sus pasadas grandezas Los indelebles recuerdos. 64 PEÓN Y CONTRERAS Una pendiente suave Ofrece fácil acceso Á sus inmensos jardines Y á sus floríferos huertos, Que de un lado y otro lado Tendiéndose pintorescos, De embriagadores perfumes Llenan las ondas del viento. Allí de pronto, entre flores, Accidentándose el suelo, Se alza una cuesta que al paso Niega á la cumbre el ascenso. Mas talladas en la roca Y bruñidas como espejos, Magníficas graderías Bordan la falda del cerro, '-• Y de la mansión hermosa Conducen á los extensos Terrados, qué en el granito Labraron cinceles diestros. Allí vista la extasiada v Contempla con embeleso Las grandiosas galerías De sus salones inmensos ; ■^T ROMANCES. 65 Salones cuyas paredes Tapizan candidos lienzos Bordados con el plumaje De los pájaros más bellos. Allí se miran los baños, También en la roca abiertos ; Soberbias, escalinatas Conducen á sus risueños Recintos, á do admirados Bajan los rayos febeos, Primor de constancia y arte, Y de la molicie templos. Allí levantan sus muros Ricos Teocallis severos, En donde el fuego sagrado Perennemente está ardiendo. Y perdidos en la sombra Del follaje de los cedros, Pórticos y pabellones Se elevan de trecho en trecho, El agua que fecundiza Sus cultivados terrenos, . Corre en sonoros cristales Por un acueducto inmenso, \ 66 " PEÓN Y -CONTRERAS Que al «descansar sobre un vasto Terraplén, -desde muy tejos, V]ene cruzando los valles, Las colinas, los oteros ; s Agua que aí correr ligera Por canales y descensos, Después de surtir las fuentes, Los baños y los soberbios Estanques, y derramarse Por los prados y los huertos, Retratando en su -camino Flores, hojas, aves, cielos, ^ Inquieta, rauda y sonora Por riscosos vertederos, En bulliciosas -cascadas Se precipita ¿ lo lejos ; Y de tan grande belleza Vienen á ser complemento El aire que se respira, Manso, perfumado, fresco; El sol que dora los bosques Cuando nace, y cuando lento Traspone las grandes masas De sombra que en los espesos ROMANCES 67 Follajes de la intrincada Selva, anticipan el bello Crepúsculo de la tarde, Tan melancólico y tierno. Las cumbres de ks montañas .Que ondean en los extensos Horizontes, la alta cima De volcanes corpulentos ; Sus picos que reverberan Como diamantes inmensos, Joyas con que la natura Engalana el Universo ; Los lagos que á gran distancia Azulean al reflejo De los ravos de la luna Que van á quebrarse en ellos ; Y horizontes, luz, matices, Fuentes, cascadas, senderos, Aves, estanques,, llanuras, Bosques, nubes, flores, cerros, Forman un todo, un conjunto Tan armonioso y poético, Que á Texcotzinco trasforma ' En un paraíso nuevo. 68 PEÓN. Y CONTRERAS En la más bella floresta De aquellos sitios amenos, Una sonorosa fuente, Esculpida con esmero, Ostenta en mitad de ella Una piedra de gran peso, En cuyo frontis pulido, De geroglificos lleno, Están marcados los años Que el poderoso, el excelso Nezahualcoyotl, de aquella Soberbia morada dueño, Ha regido los destinos Del Acolhuacano imperio, Y de sus gloriosos días Los más notables sucesos. En otro estanque se mira De piedra un león inmenso, Que hacia donde el sol se pone Mantiene los ojos puestos, Y que asegura en su boca Una efigie, que es perfecto Trasunto de aquel monarca Justo, sabio, grande, bueno, ROMANCES 69 . Ídolo de sus vasallos, Firme amparo de sus pueblos, Luz de sus vastos dominios Y admiración de los tiempos. 11 « 70 PEÓN Y CONTRERAS ROMANCE II ¡ Los tiempos ! cuando la mano De los tiempos inflexible Aun destrozado no había Aquellas obras insignes ; Cuando al poderoso azote De sus alas invisibles Aun sus muros resistían Sobre sus cimientos, firmes; Cuando no se contemplaban, Como hoy,, sus bosques sin lindes, Sin agua, fuentes y estanques, Yermos valles y pensiles ; Ruinas tantos palacios, Cuyos trazos ya no existen, Vil despojo de los siglos Y de las fieras rediles ; ROMANCES 7 1 Cuando aun sus templos oían Los cantares de las vírgenes Aztecas, que idolatraban Á sus dioses invencibles; Cuando aun no echaba la hierba En sus escombros ratees, Ni anidaban en sus hondas Grietas, uraños reptiles, Nezahuakoyotl, cruzando Sus encantados jardines, En raudales de armonía Daba alivio al pecho triste. Allí de su lira al eco Callaban auras humildes, Y aquellas que en la enramada, Tórtolas amantes gimen. Allí, al son de sus acentos Se encendían los matices De las flores, y temblaban Sobre sus tallos flexibles > Allí recordaba alegre De sus años juveniles Las fuertes luchas marciales Y las amorosas lides : 7¿ PEÓN Y CONTRERAS Allí acataban sus leyes Los vasallos y los príncipes, Las leyes á cuyo amparo Fueron sus tiempos felices ; Allí concibió su mente La idea de un ser sublime, Creador del cielo y tierra, Que infinitos orbes rige, Dando al olvido la extraña Majestad de las efigies De aquellos dioses, amparo De sus pueblos infelices ; Y allí cantó en versos dulces De la gloria humana el triste Término, y lo pasajero De sus grandezas ruines. Y allí con Maflalzihuatzin Guió, en fin, los infantiles Pasos de Nezahualpilli, Honor de su egregia estirpe. EL SEÑOR DE ECATEPEG ROMANCE I El rey Toteotzin, tirano Y señor de los Chalqueses, Á quien sus vasallos odian Y adulan porque le temen ; * Aquel monarca que en duro Corazón albergó siempre Del despotismo y la envidia Las emponzoñadas sierpes, Tras una sangrienta lucha En que cetro y honor pierde, Vencido al fin por las armas De los mejicanos^ muere. Las vencedoras legiones Dividen, entre los reyes De Tacuba y de Tezeuco, Que parte en la empresa tienen, 5 ^ 74 " PEÓN Y CONTRERAS El botín y el señorío Que su triunfo les ofrece, Entrando á saco y á fuego Cuanto á las manos les viene. Con honda cólera Chalco Sufre en silencio la muerte Que le trajeron á un tiempo Desventuras y reveses. Al imperio de la fuerza Hunde en el polvo la frente Que tantos años erguida Ciñó con verdes laureles. Y el pueblo en masa, que nunca Perdona cuando aborrece, Jura vengar la victoria De sus contrarios valientes. Por eso doquier los busca, Les hace cuanto mal puede ; Por eso cual tigre fiero Ni se alimenta ni duerme. Y en la ciudad y en el campo, Traidora, cobarde, aleve, Hay siempre en la sombra envuelta, Ya oculta mano que hiere, ROMANCES 75 Ya una cuadrilla (jue roba, * Ó entre las llamas envuelve Palacios y sementeras Que en ceniza se convierten. Chalco, en fin, avergonzada, Sufrir el yugo no puede Del indomable caudillo, Del rey poderoso y fuerte, Del batallador insigne Que el azteca imperio extiende, Guerreando, del Sur al Norte, Y del Levanté al Oeste, Sin que haya visto contraria Nunca á la voluble suerte Que el enmascarado rostro Hacia todos vientos vuelve, Moteuczoma Ilhuicamína, En fin, cuyas bravas huestes . Después de cruzar los montes Por breñales y pendientes, En las arenas del Golfo Virtieron su sangre ardiente, Domando á los Huexotzingos, Venciendo á los Cotasteses. j6 PEÓN Y CONTRERAS ROMANCE II En una intrincada selva, Cuando el matutino rayo Del sol apenas alumbra Las regiones de su ocaso ; Cuando ías aves del bosque Sacuden el sueño blando, Y al aire entregan el himno De sus melódicos cantos, Omixtla, de Ecatepec Señor, y del Rey hermano, En una celada preso Fué con otros mejicanos. Inútilmente procuran Defenderse en el asalto : ¡ Inútilmente ! las flechas En el carcax se quedaron, ROMANCES 77 Y asegurados y quietos De la sorpresa en los lazos, También se quedan, rabiosos, En las espaldas los arcos. ¡ Buena presa á los chalqueses Les ha venido á las manos ! ¡ Qué ha de decir Moteuczoma Cuando cunda en sus estados La nueva, y cuando le anuncien Que está en rehenes su hermano, Y con acción tan villana Sólo han querido injuriarlo ! Omixtla, en tanto, atraviesa Con sus guardianes los campos, Y en medio de los groseros Denuestos del populacho, Y del gozo de los grandes, Cruza las calles de Chalco, Donde á prisión le reducen En un soberbio palacio. 78 PEÓN Y CONTRERAS Con seductoras promesas Se afanan en cautivarlo, Y a su ambición y á su orgullo Le brindan opimo pasto. Le ofrecen el áureo trono Que Toteotzin ha manchado Con su sangre, y aquel cetro Que fué del crimen amparo ; Y al ofrecérsele saben ¡Ay, que el corazón humano Es débil, y el alma ciega Con el esplendor del mando ! Empero, Omixtla su oído Cierra á mendaces halagos, Su alma á locas ambiciones, Y su corazón al fausto ; Y pródigo de grandeza, Y de lealtad avaro, De su conciencia el acento Sólo escucha y el mandato. Cansado de las ofertas De los chalqueses, cansado De sufrir en las prisiones Padecimientos y agravios ; ROMANCES 79 Resuelto á poner un coto Al afán de sus contrarios, Omixtla, que sus designios Oculta discreto y cauto, Accedió al fin, pero puso Por condición en el pacto Que con los nobles celebra Para ser su soberano, Que en la gran plaza del Tianguis (i). Se levantase muy alto, Una estrecha plataforma Donde sea coronado, Para que mirarlo puedan . , Sus generosos vasallos, Y los que con él cayeron Prisioneros en el campo. Consiente el pueblo, gustoso, Frenético de estusiasmo, Y en medio de alegres vítores. Comienza á alzarse el tablado. (i) Plaza del Mercado. 1 I J 80 PEÓN Y CONTRERAS ROMANCE III De gala están los chalqueses, Y la multitud festiva Hacia la plaza del Tianguis Alegre el paso encamina. El sol aparece, nuncio De un claro y resueño día, Y á la ciudad, coronada De flores mil, ilumina. No hay un semblante que ufano Tributo al placer no rinda, Ni hay un pecho que solloce, Ni hay un labio que no ría. Alienta el pueblo animoso Que sus venturas publica Y la esperanza recobra Que ya juzgaba perdida. V » ROMANCES 8 1 ' El presente le sonríe, El porvenir le acaricia, Y en un oriente sin nubes Un astro nuevo divisa, Un resplandor, una aurora, - Que lo seduce y reanima, Y en horizontes extensos Con luz irisada, brilla. Frustrado juzga el designio Del terrible Ilhuicamiria, Y que al fin se ha roto el yugo Que á Méjico lo esclaviza ; Eso esperan los que en Chalco Sus descalabros olvidan, Y en el futuro monarca Su venganza y su odio tían. Ya combatiendo al coloso, Ó con él formando liga, Sabrá devolver al pueblo Su antigua soberanía ; Sabrá las glorias tornarle, La libertad, las franquicias Que obtuvo en logradas horas Y en más. halagüeños días. 82 PEÓN Y CONTRERAS ROMANCE IV Magnifico es el tablado Que cubren soberbias telas, Magníficas las colunas Que su planicie sustentan. Allí revueltas expiran De la muchedumbre inmensa Las olas, cual las del Ponto En procelosa marea. Y fluye hirviente y refluye En boca-calles y puertas, Sin que haya- dique seguro Á su curiosa impaciencia. Los mejicanos, que fueron Presos con Omixtla, esperan En torno á la plataforma, Que su señor aparezca. . ROMANCES 83 El huehuetl y el teponaztli (1), En son acorde resuenan, Y todo es zambra y contento, Y todo algazara y fiesta. Al fin Omixtla aparece Con la comitiva regia, Y el pueblo en vivas prorumpe, Y unánime aplauso truena. Omixtla adelanta grave, Al pie del tablado llega, Y sube él solo, llevando Un ramillete en la diestra. Llegado él solemne instante, Llegada la hora suprema, Parece el Tianguis desierto, ¡ Tan grande silencio reina ! Entonces de Omixtla altivo, Ante las turbas inquietas, Sus sentimientos en tales Términos el labio expresa : (1) Instrumentos de música. 84 ' PEÓN Y CONTRÉRAS « Sabed, nobles mejicanos, Sabed, guerreros aztecas, Que los chalqueses me brindan La corona de estas tierras ; • » Mas no permitan los dioses, Y antes mil veces perezca, Que haga traición á mi patria Y al Rey mi señor ofenda. »~ En más que la propia vida Estimad la lealtad vuestra, Y de tan grande enseñanza, Ejemplo mi muerte sea. » Al decir esto, hasta el borde Del parapeto se acerca; Y ergue noble y majestuosa La frente altiva y serena; Tiende al espacio la vista ; Su pupila centellea... Se arroja desde la altura, Y el pueblo enmudece y tiembla. TLAHUICOLE ROMANCE I EL PRISIONERO Tenuchtitlán y Tlaxcalan En continuas disensiones, Enrojecen con su sangre Selvas, llanuras y montes. Años tras anos de enconó, De contiendas y de horrores, De entrambos pueblos acrecen El odio en sus almas torpes ; La plácida bienandanza De alegre paz desconocen, Y á su lisonjero halago- Las conveniencias oponen. Que el afin de procurarse Victimas para sus dioses, Hace que la guerra insana Sin término se prolongue; . 86 PEÓN Y CONTRERAS. Pues el que en la lucha cae Ó al enemigo se acoge, Es al fin sacrificado Por bárbaros sacerdotes. Los Huexotzingos unidos Á las aztecas legiones, Y los bravos Otomites De Tlaxcalan defensores, En medio del campo un día Se encuentran, se reconocen, Y de ira implacable llenos Al combate se disponen. El sol, coronando al mundo Con ardientes resplandores, Baña de fértil llanura Los extensos horizontes ; Y de un extremo y del otro Partiendo los campeones, Se arremeten como fieras En brusco y terrible choque. Gefe de los Otomites Es el bravo Tlahuicole, El general tlaxcalteca De más brío y de más nombre. ROMANCES 87 El macuahuitl que fulmina Su fuerte brazo, es Jisiorme, Tanto, que apenas con ambos Puede sostenerlo un hombre. De alta prosapia en su pecho Se agita su sangre noble, Que abonan más que su estirpe Sus generosas acciones. Fiero, cual siempre, á las huestes De los huexotzingos corre... ¡ Ay de aquellos que á su paso, Desventurados, se oponen ! Hiere, destroza, y do quiera Las compactas filas rompe Del enemigo, y llevado De un furor al cual no pone Coto ni medida, al cabo De los suyos alejóse, De la prudencia olvidando Las saludables lecciones; Y en un pantano se hunde, Do con movimientos torpes, Apenas para salvarle Bastan sus fjierzás enormes. 88 PEÓN Y CONTRERAS Ya los contrarios le cercan, Aprehenderlo se proponen, En los otomites cunde x La confusión, el desorden; Al mirarse sin su jefe El temor les sobrecoge, Y como guerrera escuadra, En medio del mar salobre, Juguete va de las olas Y furiosos aquilones, ' Á destrozarse en las peñas Sin guia, rumbo ni norte, Asi desbandados huyen En distintas direcciones, Y su completa derrota Van a ocultar á los montes. El general tlaxcalteca Defiende su vida entonces, Lo mismo que se defienden En su cueva los leones ; Y al número al fin cediendo, Lleno de heridas, rindióse ; Y de ira ciego la muerte, Por favor, pidiendo á voces. ROMANCES 89 En una jaula anchurosa, De formidables barrotes De madera, reforzados Con toscas planchas de bronce, Sujeto de pies y manos Al bravo caudillo ponen, Y cautelosos le encierran Como á los tigres feroces. Dando gritos de alborozo Le cercan de escolta doble, De la cual al frente se hallan Algunos guerreros nobles. Y mientras tanto, serena, Tiende sus velos la noche, Y como una madre ciñe Entre sus brazos al orbe, * Á Tenuchtitlán la grande Se dirigen, en buen orden, Por extraviados senderos, Cautivo, escolta y señores. En una tarde apacible, Los alegres callejones De una huerta floridosa, De fuentes llena y primores, 90 PEÓN Y COKTRERAS Moteuczoma, el rey altivo De Tenuchtitlán, recorre Acompañado de algunos De sus más diestros bufones, Que con chistes le solazan, Y hacen que un punto se ahoguen En el olvido, las penas De sus ocultos dolores. Empero, en breve le saca De tan dulces distracciones, La nueva de que han llegado Al palacio embajadores; Que á un enemigo le traen Que por sus hechos conoce, Para que juzgue y sentencie Como quiera y se le antoje. Llega á su presencia el reo Con altivo y digno porte, Y su gentil continente La atención augusta absorbe. El Rey sereno le mira, Y en su rostro dibujóse El placer y una sonrisa Que mal sus labios esconden. ROMANCES 9 1 Y en el cautivo fijando Sus ojos, como carbones Negros, decirle estas frases Los circunstantes le oyen : « Hasta mi oído ha llegado, Valeroso Tlahuicole, La fama de tus proezas Y el prestigio de tu nombre ; » Y pues tus hechos admiran Cuantos tu valor conocen, Justo es que yo te releve Del castigo, y te perdone. » Eres libre, libre puedes Volver á tus patrios bosques, Y que en medios de los tuyos Recuperes tus honores. » £1 general tlaxcalteca Que con grande asombro oyóle, Serenándose un momento, De este modo le responde : <¡c Grande señor, yo agradezco El bien que tú me propones ; Mas permite que rehuse, Y esto á ultraje no lo tomes ; 92 PEÓN Y CONTRERAS » Pues el que acepta sereno De su enemigo favores, Se envilece y se degrada; Y es fuerza que se deshonre : «Quiero morir con los mios, Que aun están en tus prisiones, En honor de mi república Y para honor de los dioses. » Calla el general, y todos Los circunstantes le oyen Con asombro ; Mocteuczoma Su dignidad reconoce, Y en más, con esto lo estima, ^ Y por lo tanto, da orden De que en su mismo palacio, Cual lo merece, le alojen. Y adularlo determina, Y halagarlo se propone, Y conquistar el cariño De una alma tan grande y noble. ROMANCES t 93 ROMANCE II LA ORDEN Por ignorados motivos Que la historia no revela, Declaran los Michoacanos Á Tenuchtitlán la guerra ; Y Moteuczoma resuelve Mover las huestes aztecas, Y al frente de ellas, que marche Á Tlahuicole le ordena. Obedece aquel mandato El general tlaxcalteca, Y parte á Tlaximaloyan Que es de Michuacán frontera Alli en terribles encuentros, De su pericia da pruebas, Y nuevos lauros añade Á su gloriosa carrera. '94 ' P£ ÓN V CONTRERAS * ■ Y aunque triunfar por completo No logra al fin con sus fuerzas, Gran número de cautivos Á sus pendones sujeta. Y con un botín muy rico, Que es fruto de sus proezas, Á la capital retorna/ Do el Rey gozoso lo espera, El cual los grandes servicios Del caudillo recompensa, De Tlacatecatl brindándole Con la dignidad suprema. Mas de nuevo Tlahuicole Rehusa tan grande muestra De distinción, declarando Que sólo morir desea; Y el monarca decidido, Ya que complacerlo es fuerza, Que sus deseos se cumplan, Bien á su pesar, ordena. ROMANCES 95 * ROMANCE III EL SUPLICIO Cerca del mayor teocali, Sobre un terraplén muy vasto El Temalacatl, con bellos Bajos-relieves labrado, Descansa y ostenta lúgubre, Sombrío como un cadalso, * Su redonda superficie, De mil crímenes teatro. - Era la, tarde, y el pueblo En torno de él agolpado, Que se presente la victima Espera con entusiasmó. Allí se ve á Moteuczoma Bajo de un solio sentado, Cubierto de oro, de plata, De esmeraldas y topacios. 9 6 PEÓN Y CONTRERAS . En torno de él, la nobleza Y los altos dignatarios De las comarcas cercanas, El lujo ostentan y el fausto. Del Temalacatl sombrío, Nada más que algunos pasos, Seis inmóbiles Teopixquis Están con los ojos bajos. Su traje es negro, y su cuerpo Desnudo en piernas y brazos, Con el teopatli divino Se mira recién untado. Llevan un birrete tosco, Negro también, y muy amplio, Y debajo del cual salen Sus fuertes cabellos largos; Largos hasta el suelo, y siempre Con dos cordones trenzados, Teñidos con tinte espeso De humo de ocotl aromático. Todos callan... de repente, Lo mismo que el Océano Se agita el pueblo, se abre, Y de uno y de otro lado ROMANCES . 97 Deja una anchurosa calle De fuertes muros humanos, En cuyo extremo aparece, Con noble desembarazo, Tlahuicole, el valeroso General republicano, ., Héroe de aquellos festejos, Y de las miradas blanco. Avanza lento y tranquilo Con majestuoso paso ; Llega al terraplén, y grave La escalinata trepando, Saluda al Rey, que le mira No con enojo, con pasmo ; Y al temalacatl se sube Con ánimo sosegado. Allí espera un breve punto Que un pie con un fuerte lazo Le aseguren á la piedra Que es.de la lid escenario. Danle después un chimali, Escudo de gran tamaño, Y un macuahuitl que, aunque corto, Está fuerte y bien tallado. 6 98 „ PEÓN Y CONTRERAS Le dejan solo, en seguida Sus ojos grandes, airados, Pasea en torno, y espera Tranquilo á sus adversarios. Llega el primero, se miran, Y después de un corto plazo, Le divide Tlahuicole En dos, el cráneo, de un tajo. Sube en seguida el segundo, Otro después, y hasta cuatro, Y á los pies del tlaxcalteca Sucumben casi en el acto. Grita el gentío ; los aires Se conmueven al aplauso Universal, y la sangre Tiñe á torrentes el mármol. Suben tres más... Tlahuicole, Lleno de heridas, jadeando, Aun logra vencerlos,' aun Rinde al sétimo su brazo, Hasta que el último sube, Y diestro ó afortunado El arma le hunde en la frente, Y se estremece de espanto. v ROMANCES 99 Entonces, como en el coso, La fiera cae en el charco De su sangre, hondos mugidos De mortal furor lanzando, Asi rueda Tlahuicole Por el suelo, y en eL acto Los Teopixquis, de su cuerpo Sangriento se apoderaron. Del gran Dios Huichtilopoxtli Ante el templo venerando, Sobre aquella piedra horrible De los sacrificios bárbaros, El cuerpo aun palpitante De Tlahuicole acostaron ; Le abren el pecho, le arrancan El corazón . . . ¡ humeando ! *'^. a \ Y en seguida los Teopixquis Con él se acercan á lo alto De la escalera, y arrojan El cadáver mutilado. •\ V 1 00 PEÓN Y XONTRERAS i Pasa una hora lentamente, Huye el pueblo cabizbajo, Nadie hay en torno del triste Temalacatl solitario... Esperad... el negro bulto Avanza con lento paso, De una mujer desolada Con un niño entre los brazos. Llega... su triste sollozo Cruza gimiendo el espacio ; Es el amor, es la esposa Del general desdichado. En Tenuchtitlán cautiva Con él estuvo tres años, Fué de sus días el ídolo, Fué su placer, fué su amparo. El llanto por sus pupilas Brilló en trance tan amargo, Su corazón oprimiendo, Su corazón inundando, Hasta que entrada la noche, Desfallecida al estrago De su dolor, mal apenas Pudiendo alentar el paso, ROMANCES 1 1 Se retiró á su morada, Momentos en que asomando La luna, bañaba en sangre Sus melancólicos rayos. 6. * . » MOTEÜCZOM A XOCOYOTZIN PRIMERA PARTE ROMANCE I EL ASTRÓLOGO En un salón espacioso De aquel alcázar soberbio, Que habitaron los monarcas Del Anahuác opulento, En un salón que tapizan Cien colgaduras de lienzo Bordado de oro, y que ostenta El rico artesón de cedro, Bajo un dosel de oro y fino Nácar incrustado en ébano, Y sobre un banco de icpali Está el Rey nono de Méjico, 104 PE Ó N Y CONTRERAS ■ ■ i Moteuczoma el poderoso Que no hace mucho que ha vuelto , De una expedición famosa En que, ha perdido su ejército, No combatiendo cual suele, Contra el belicoso pueblo De Amatlán, que rebelado Tremola pendón guerrero ; Sino al embate furioso De una tempestad, que naciendo Destrozo grande en sus huestes, Le obliga á tornar ligero Á Tenuchtitlán la hermosa, Con los miserables restos De una legión combatida Por el cansancio y el miedo ; Que un portentoso cometa Su cauda enseña en el cielo, Nuncio de grandes desgracias Para el trono y para el reino; Y por eso acongojado Está el monarca en su asiento, Entrambos brazos caídos, Pegada la barba al pecho ; ROMANCES IO5 — , . , ,. — , Ni hace caso de un jicali (1) . Que de octli (2) espumoso lleno, Le ha presentado una esclava Que le sirve con esmero ; Ni una luenga caña fuma Que colma tabaco bueno, Con tlilxochitl (3) oloroso Y otras dos hierbas compuesto; Pues piensa sólo en que dicen Los nigromantes más viejos, Que el cometa y el fracaso Que dispersó á sus guerreros, Y el incendio repentino De las dos torres del templo, Le anuncian que de otra tierra, Que está del Anáhuac lejos, Y por el lado en que luce El sol sus rayos primeros, Vendrán en son de conquista Á derrocar su gobierno, (1) Vaso natural. (2) Pulque, licor fermentado que se extrae del maguey. (3) Vainilla, 106 PEÓN Y CONTRERAS Sobre palacios flotantes, Asombro del universo, Hombres de color distinto Y de distinto dialecto. Y el vaticinio le infunde Un temor tanto más serio Cuanto que Nezahualpilli Rey del Tezcucano pueblo, Que fama alcanza de sabio Y de clarísimo ingenio, Y á quien Moteuczoma tiene Por astrólogo supremo, Con pesadumbre le afirma Que cuanto dicen es cierto, Y se lo probó dos veces, ¡ Triunfando^ de él en el juego ! Que era el azar el que daba, Por aquellos raros tiempos, De extraordinarias costumbres Y extraordinarios sucesos, En las dudas más sencillas, Y en los más arduos empeños, La victoria al más taimado, Ó más astuto, ó más diestro. ROMANCES 10 7 Que está impaciente el monarca Indica claro en su gesto, Y los instantes que corren Se le hacen siglos eternos. Á alguno espera, no hay duda, Pues al rumor más pequeño Quiere incorporarse, y torna Su semblante placentero. Pero asi como en la oscura Noche, cruza el firmamento Relámpago repentino, Quedando después más negro; Asi su semblante, torvo . Vuelve á quedar al momento Más airado y más sombrío Mientras más avanza el tiempo. En alternativas tales Está; mas de pronto oyendo Cercano rumor de pasos Se alza del banco, violento, Y « vete, » á la sierva dice, « Vete; » y en el punto mesmo Se abrió la regia mampara Que da entrada al aposento, 108 PEÓN Y CONTRERAS La cual, después de dar paso Á dos hombres, tornó luego Á cerrarse, y quedó breve Rato la- estancia en silencio. Rompióle al fin el monarca Dirigiéndose al más viejo De los dos, que apenas puede Yenerse en sus pies de hielo. — « Tú, Xoloe, que los destinos Penetras de hombres y pueblos, » Le dice al humilde anciano Que no se atreve ni á verlo ; » Tú que las noches te pasas En las estrellas leyendo, Para arrancar uno á uno Al porvenir sus secretos ; » Tú que en el estudio has visto A un siglo encorvar tu cuerpo, Llenar tu frente de surcos Y de escarcha tus cabellos, . » Dime si .es cierto el horrible Horóscopo que el funesto Rey de Acolhuacán descubre De tu ciencia en los misterios. » ROMANCES 109 El astrólogo, confuso, Parece de mármol hecho, Según lo pálido y frió Que está clavado en su puesto. « Di que mi primo se engaña, Y" te colmaré de obsesos, Y te daré una hija mía Para que te sirva, en premio. » El sabio baja los ojos, Con justa razón temiendo - La cólera soberana Que oculta el Rey con esfuerzo. « Contesta, Xoloe, no temas. » — «Si tú lo mandas » — «Lo quiero. » — « Nezahualpilli no miente. » — « ¿ Luego es la verdad ? » — « Es cierto. » Al comprender Moteuczoma Tan grande convencimiento, En la áspera cabellera Clava con furor sus dedos; * Y ardiendo en ira, se vuelve Al otro, que no muy lejos Está, en ademán sumiso, . ' * Y es general de su ejército. 1 1 PEÓN Y CONTRERAS Y « de ese infame, le dice, Préndele á la casa fuego, * Y maniatado al instante Enciérralo de ella adentro ; » * » Pasto sea de las llamas Su torpe lengua y su cuerpo, Y hasta fes aguas del lago Lleve su ceniza el viento. » — « Gran señor, si tú lo mandas, Gran señor yo soy tu siervo, Clama el infeliz anciano Irguiendo el sulcado cuello. r » Si hallas placer en que muera, Gózate, pues, obedezco ; Soy tu vasallo, y humilde Tu majestad reverencio; » Pero antes oye : vacila En tu débil mano el cetro, ,Y pronto en ella otras gentes Pedazos vendrán á hacerlo ; » Caerás, ¿\ yo te lo juro, *", Y maldecirán tus hechos Los que hoy ansiosos te halagan Y base son de tu Imperio. ■ ■■ . ■ -^ mw ROMANCES III » Y uno á quien tu misma sangrQ , Da calor y fuerte aliento, Sobre ti su aguda flecha Será en lanzar el primero» » * Dijo : de* sus negros ojos Se escapa un fulgor siniestro, Y tras un postrer saludo Sale del recinto regio. Quedó solo el Rey, mirando De una gran vantana el hueco, Y vio al sol, y el sol poniente Hundiéndose á paso lento Entre rojizos nublados, Como jirones sangrientos, Alumbró su largo rostro Con moribundos reflejos. 112 PEÓN Y CONTRERAS ROMANCE II LOS FUNERALES El sol que en mitad del cielo Declina con paso grave, Vela entre nubes sombrías Su frente augusta y radiante. Las tristes aguas del lago Rizan sus tibios cristales, Y lánguidamente gimen •>■ Bajo las alas del aire. , Tenuchxtitlán aparece Cubriendo su bella imagen Con ese velo sombrío Que precede á las catástrofes. Hombres, niños y mujeres Van en silencio las calles Cruzando, con el dolor Retratado en los semblantes ; ROMANCES 113 Todos hacia Tlaltelolco Se dirigen sin hablarse, Como si á expresar -su pena Con los ojos les bastare. Sobre una estera de palmas, En dos almohadones grandes, Duerme Papantzin el sueño Último de los mortales. Era princesa viuda De un general totonaque, Á quien ella quiso mucho, De quien no pudo olvidarse. Y fué su pesar tan hondo En tan aflictivo lance, Que con la viudez llegaron Padecimientos y achaques, Sin que valieran remedios Contra sus físicos males, Que el daño estaba en el alma, Y ésta no es fácil que sane. En Tlaltelolco vivía, . Dónde gobernaban antes . Ella y su esposa, y en donde Gozó pkceres fugaces ; *. j 114 p EÓN Y CONTRERAS Y allí fué donde la muerte Vino á curar sus pesares, Velando los tristes ojos Que Moraron sin cansarse. Hermana de Moteuczoma, Fué cariñosa, y añaden Que el monarca la quería Como nunca quiso á nadie; Por eso ofrece en persona Presidir los funerales ; Y en el palacio mortuorio Todos están esperándole; Adentro, inmenso gentío Que bulle por todas partes, ^ . De nobles hembras y esclavas, De plebeyos y de grandes ; Y afuera y en dobles filas, Por los lados de la calle, Más de cuatro mil guerreros Vestidos con ricos trajes, Formados desde la puerta Del palacio, hasta la base De un elevado edificio, Que era el Teocali más grande! ROMANCES IIJ Todos con harta impaciencia Anhelan que el Rey ño tarde, Aunque por la hora presumen Que no estará muy distante. Llega por fin Moteuczoma Y de una litera bájase, De dolor intenso dando Inequívocas señales. Lleva un xuihtilmatli (1) airoso Bordado con plumas de ave Blancas y negras y azules ; Como las alas del ánade. Cubre su augusta cabeza El copilli (2) hecho con arte, De sutiles ojas de oro Salpicadas de diamantes, Al través del cual se miran En el cabello trenzarse, De Quachichtin y de Ocelo Las órdenes militares. (1) Vestido que el Rey usaba sn palacio y en algunas ceremo- nias. (2) Corona, especie de mitra pequeña. Il6 PEÓN Y CONTRERAS Y tiene los pies calzados - Con suelas de oro brillante, Sujetas con trenzas de hilo De plata y piedras que valen. Viene con su corte toda Y un séquito inmenso trae De principes y señores Tributarios principales. Y llegan en pos, y llegan En orden, según sus clases, Ministros y mayordomos^ Bufones, criados y pajes. Todos vestidos con plumas Y adornados con collares De ametistas y esmeraldas, En delicados engarces. Cuando apenas del palacio Llegó el Rey á los umbrales, Por Ja gran puerta salía De la princesa, el cadáver. \ % V. En vestirla se esmeraron Con quince exquisitos trajes Hechos con labores finas De algodón de rica clase. ^ROMANCES 117 Iba cubierta de joyas De plata y oro, con jaspes De abrillantados colores, Dados con bruñido esmalte, ' Y suspendida del labio Una esmeralda muy grande, Saliendo bajo una máscara Que le cubría el semblante. " Precedían al entierro Los nobles con su estandarte, Donde el escudo campea De las insignias reales. Ostenta un águila negra En actitud de lanzarse Sobre un tigre, que dispone Sus garras para el. combate-. Iba el monarca en seguida, Andando con paso grave* . Sobre esteras, porque él suelo Con las plantas no tocase; Luego la corte, formando < Raro conjunto, admirable, De tilmatlis_(r) y cimeras, Yelmos, armas y collares ; (1) Traje de los mejicanos Il8 "PEÓN Y CONTRERAS Después la muerta, tendida En angarillas de áloe, Por seis esclavos cargada, Que gimen sin consolarse. , - Y van por último tristes, Y llanto vertiendo á mares, Los Teopixquis (i) que entonaban Las cantigas funerales. Asi en procesión llegaron Al atrio del templo grande, • Donde en presencia de todos Y junto al mismo cadáver Sacrificaron á muchos Que eran sus esclavos antes, Y al capellán que atizaba La lumbre de sus altares. Terminada ya la horrible Ceremonia, que complace Á un pueblo que más parece De tigres que de salvajes, Desanda el mismo sendero La procesión, sin turbarse. En nada el orden seguido ; Y sin que en su alma llevasen (i) Sacerdotes. ROMANCES 119 Un eco los concurrentes, De los lastimeros ayes Con que las puertas del templo Estremecieron los mártires, r Cuyos cuerpos comenzaban, Tintos en caliente sangre, Á rechinar en la hoguera, Pasto de llamas voraces. Hay en el mismo palacio, Y cultivado con arte, Lindo jardín que un arroyo Riega con mansos cristales ; Le forman verdes murallas, Cien ahuehuetes gigantes, Y acequias lo defienden Y cercan por tpdas partes. Brindan esencia á las auras Y regocijo á las aves, Flores de exquisito aroma Y de variados esmaltes; 1 Y en un extremo hay un bosque Cuyas ramas colosales Se cruzan sobre una cueva Do apenas circula el aire, 120. PEÓN Y CONTRERAS Y de esta cueva no lejos, Rodeado de tiernos árboles, Uh estanque trasparente De clara linfa hace alarde, En donde Papantzin iba Frecuentemente á bañarse, Cuando su velo de sombras Pálidas tendía la tarde ; Ó, si el tiempo estaba frío, Sobre su borde á sentarse, Para gozar de las flores Que crecen en los arriates, Á respirar el aroma Que de ellas el aura trae, Y-á buscar en sus recuerdos Un consuelo á sus pesares. Entre el estanque y el bosque Sus pasos lentos ygraves La fúnebre comitiva Detuvo un solemne instante, É introduciendo en la cueva Los nobles restos mortales, Cubrieron la negra boca Con unos delgados mármoles. > ROMANCES I2Í ROMANCE III LA REVELACIÓN En un gran salón oblongo, El mismo en que daba audiencia, Moteuczoma Xocoyotzín Está sentado 4 I a mesa : ~ . Era ésta una almohada dura Cubierta de fina tela, Como la nieve de blanca, Y como la nieve tersa.. De barro del de Cholollan, Sobre ella, exquisita y nueva, Una costosa, vajilla Su rara labor ostenta, - Y en una copa de oro Cincelada con destreza, Que luce finos engastes De conchas del mar y perlas A « 122 PEÓN Y CONTRBHA5 ".:' \ ' '— - - ■ . v » " f » jj^ * ■ ^* ■ Cubierto de cspirmíf hirviente ? ~ \ '¿'* * Que su calidad revela, ' *: j¿. ; Un chocolatl que perfuman « . ■_. ' '4gy Varias olorosas hierbas. '> *. ; :. Je .. * *. * Cautiva al Rey que lo toma Con un pan que le deleita, Hecho de harina amasada Kn blanca miel y con yemas. Le acompañan sus ministros, Cuatro mujeres muy bellas, Y Tapia su mayordomo, De la flor de la nobleza. Éstos son únicamente Quienes presencian su cena ; Que á más de ellos, para todos Están cerradas las puertas. El monarca aquella tarde De contento daba muestras; Que nunca el placer se puede Ocultar, cual la tristeza. Estaba locuaz, festivo, Y en contra de lo que cuentan De la ruina de su imperio, Desata mordaz la lengua; ROMANCES 123 « En vano los que consultan — Decía — allá en las estrellas,/. Intentan amedrentarme Con proféticas sentencias. » Esta vez Nezahualpili Es innegable que yerra, Y que su genio extravia Por los campos de la ciencia. » Delira mas no me asusta ¡ Que rey de Acolhuán no fuera ! — -Como el otro, entre las llamas Me pagaría su ofensa. — » Él desazona á mis huestes Que con sus augurios tiemblan ; Solo yo me feurlo de ellos, Solo yo Jos menosprecia. » Y al decir esto, reía Con carcajadas histéricas, Como el cobarde que teme Y que su miedo desecha ; Como aquel que aliento y bríos Por aparentar se esfuerza, Y en el semblante risueño Lívido el temor demuestra. 124 PEÓN Y CONTRERAS t ■■ ■ *■ ■ Interrumpe el débil curso De su risa descompuesta, £1 que en palacio á tal hora Cargo de ugier desempeña, El cual, entrando en la estancia, Paróse junto á la puerta Y dijo así con voz grave, Después de tres reverencias :, « El señor rey de Tezcuco, Nezahualpili, desea Obtener del soberano Una breve conferencia. » Óyelo el monarca; al punto El torvo entrecejo pliega, Y suda, y heladas gotas Por la ancha frente le ruedan;. Y con tembloroso labio Y acento que indica á leguas Grande disgusto, que pase El rey de Tezcuco, ordena. Hecho el saludo de estillo, Ambos monarcas se sientan, Y el tezcucano su objeto Expresó de esta manera : ROMANCES I25 « Señor, tu hermana Papantzin A quien tú juzgabas muerta, So las gradas del estanque Que está de su tumba cerca, 9 Salió esta tarde á gozar De la suave brisa fresca, . . Placer que le agrada mucho, Antiguo y genial en ella. » Á los ojos de una niña Que entre las flores traviesa, Brincando pasa las tardes, Como siempre se presenta : » Papantzin la llama, dulce Las tiernas mejillas besa, Y con blanda voz, que avise Al mayordomo le ruega : » La esposa de éste, á la súplica Infantily al sitio vuela; Y desvanecida cae Al ver allí á la princesa. - » La niña llora ; á sus gritos Innúmera gente llega, Que con asombro indecible Tan gran prodigio contempla. 126 PEÓN Y CONTRERAS » Tu hermana á todos les habla, Les convence y les consuela,. . Y que me llamen les pide Á los que allí la rodean. * » Yo la he visto, y en su nombre Te suplico, que sin tregua, Á Tlaltelolco te llegues Que en su palacio te espera. » Dice asi Nezahualpili, Y Moteuczoma, *que apenas Puede respirar, se oprime La vacilante cabeza. El corazón se le salta Y en rudos vuelcos golpea El débil pecho angustiado, Que. es para él cárcel estrecha. Hasta que al fin entreabriendo La boca que nieve alienta, Con entrecortadas frases Y mal combinadas señas, Ordena al ugier que al punto Le acerquen la ancha litera, . En la cual, á poco rato, Con el Rey su primo entra, ROMANCES 127 -r Y al palacio se dirige, -Donde su hermana lo espera, Por el temor dominado Á la par que de impaciencia.. En un banco de agalloco (1) Con albas talas cubierta, Está Papantzin sentada Muy pálida, aunque serena. Ocho esclavas la acarician, Que lloran de gozo al verla, Y del xochiocotzotl (2) grande Preciosa resina queman; Humo que en loor de los dioses Sencillas cantigas lleva, Por el favor que reciben Y por el bien que les prestan. Que su hermano niegue el hecho Teme la noble princesa, Y otra segunda embajada . Á dirigirle se apresta, (1) Aloe. (4) Liquidambar. 128 PEÓN Y-CONTRERAS Cuando oye ruido dé pasos Y ve á Moteuczoma que entra ; Moteuczoma, que al mirarla Como una estatua se queda. ¡; Era cierto ! de la duda No lo envuelven las tinieblas, Y tal milagro patente Ante sus ojos se muestra. — « Ayer la v enterré » — murmura El Rey con faz descompuesta, Y se desploma en un banco Que dos mujeres le acercan. Sepulcral es el silencio Que en la ancha cámara reina, Y á que hable Papantzin todos Los circunstantes esperan ; Quien arreglando su traje, Después de pedir la venia, Con voz débil y argentina, Asi su relato empieza : ROMANCES 129 « Señor, cuando en los brazos de los míos Dejé de respirar, tal vez no muerta, Falta si de sentido, hálleme sola, Sola y en medio de llanura extensa. » Ni un árbol, ni una flor, ni planta alguna Miraba en su extensión árida y seca; Ni arroyo manso, ni sonora fuente, Ni ave gentil, ni corpulenta fiera. » w Solo y cerca del sitio en que yo estaba Iba arrastrando su corriente inmensa Un caudaloso rio cuyas olas Unas tras otras con fragor estrella. » Al espantoso ruido que llevaba, Sentí helarse-la sangre de mis venas, Y á cruzar una fuerza me impelía La mole de sus ondas verdinegras. «'Resuelta estaba ya, mi pie desnudo Tocaba el agua con la planta inquieta, Cuando sentí una mano sobre el hombro, Y un acento escuché que dijo : « espera. ». » Alcé h vista, y á los ojos míos Apareció un doncel, de forma esbelta, Vestido con un traje reluciente, Como la blanca luz de las estrellas. 130 PEÓN Y CONTRERAS • » Sostenido en el aire parecía Kl tlauquechol que majestuoso vuela Con dos alas de plumas vaporosas, Sonrosadas, flotantes y ligeras. » Espera, sí, me dijo, no es. aún tiempo De que intentes ganar, la orilla opuesta; Hay un Dios que te quiere y te conoce, Y por eso á la fin serás su sierva. » De alli el gallardo joven me condujo y Caminando por la húmeda ribera, \ En donde vi esparcidos muchos huesos, Y pálidas y humanas calaveras. » Yá escuchar comencé tristes gemidos Que el pecho me rasgaban con fiereza, Punzando cada poro de mi cuerpo Un espantoso frío que aun me hiela , • » Torné luego á mirar hacia las olas, Y sobre el filo de sus blancas crestas, Unas barcas enormes navegando Á mi asombrada vista se presentan, • ¿ » Y en ellas, rey de Anáhuac, unos hombres De distinto vestir de nuestra tierra, Con escarnas de plata sobre el busto, Y yelmos dq metal- en la cabeza, ROMANCES 13! » Los vi con estandartes en las manos,' De blanco cutis y mirada fiera, Teñidas las mejillas de achiote, Con labios de coral y barbas negras. » Entonces el doncel que sonreía Del profundo estupor de que era presa, Mirándome con ojos compasivos, Á hablarme comenzó de esta manera : , • » Dios quiere que en el mundo todavía Arrastras largo tiempo tu cadena, Y de grandes revueltas y batallas Que aquí sobrevendrán, testigo seas. » Los gemidos tristísimos que oíste De este rio en las márgenes desiertas, Son jtyes del dolor de tus mayores Que sufren cruda, perennal condena. » Son los gritos de angustia que provocan Las culpas infinitas del que yerra ¡ Las culpas que en el alrna se castigan Con horriblqs tormentos que no cesan. - 4 * V ■ . » Y esos hombres que llegan en ki barca, Á tu patria infeliz traen la guerra ; Y dueños y señores absolutos, Con las armas, al fin, serán de ella : " IJ2 PEÓN Y CONTRERAS » Publicarán con su victoria el nombre Del Hacedor del cielo y de Ja tierra, Y arrojarán los ídolos de barro Donde la luz del sol nunca penetra. » Y cuando el baño santo se promulgue, Serás en recibirlo la primera ; , Para que á los demás de ejemplo sirvas Con ritos nuevos y oraciones nuevas. » » Al decir estas palabras Envuelto entre nubes densas, Desapareció el mancebo Arrebatado por ellas. » Senti en mi pecho lá'vida, Sentí renacer mis fuerzas, Y del recinto sombrío Saqué la planta ligera; » De mi tumba á leve impulso Cayó la delgada piedra Lo demás, ya tú lo sabes, Gran Sefior, haz lo que quieras. » ROMANCES I33 Calló Pjpantzin ; atónito El gran Moteuczóma queda, Y ni una sílaba escasa Puede articular su lengua. La blanda silla abandona Nublada la frente regia, Dando en el rostro señales De lo que en su pecho lleva. Que hay sensaciones tan hondas Que no en frases se revelan, Que pesan tanto en el alma Que dentro el alma se quedan. Salió sin mirar á nadie, De casa de la princesa, Y retiróse á un palacio Que triste y de luto era, Donde pasó largos días Y largas noches inquietas, Á acerbo ayuno entregado Y á su llanto y á sus penas. FIN DE LA PRIMERA PARTE. 1 * ' ; SEGUNDA PARTE ROMANCE I LA RECEPCIÓN Entre un mar surcado apenas Y un mundo desconocido, Hernán Cortes, temerario, Manda quemar sus navios. Un puñado de valientes Contempla tanto heroísmo, Y cada cual se propone Volver al suelo nativo ; Tornar á la patria un día, Pero de la patria digno, Ó perecer en. la lucha Si no puede conseguirlo. Arden las barcas, y el fuego Alumbra el mar cristalino Reflejándose en las nubes * Con brillante colorido, I36 PEÓN Y CONTRERAS Como una aurora de gloria Que anuncia, tras de un martirio Largo y penoso, felices Años en ventura ricos. Y que los nombres de aquellos Soldados esclarecidos, Vivirán eternamente Por los siglos de los siglos. Viniendo de Ixtapalapan, Pasado Mexicaltzingo, Coyohuacán y Mixcoac, En un punto en que el caminó Se parte en dos, se detuvo Aquel ilustre caudillo Que un mundo arrojó valiente Á los pies de Carlos quinto , Hernán Cortés, rodeado De un ejército mezquino En número, pero grande Por lo bravo y aguerrido / Recibió los parabienes De dos mil guerreros indios, Que en nombre de su monarca Salieron, á recibirlo. . ROMANCES I37 Todos esmeradamente Alhajados y vestidos, . Pasaron ante sus- ojos Humillándose sumisos, Tocando la tierra, y luego Besándose al punto mismo Las manos, que entre ellos era La ceremonia de estilo. Terminado este aparato, Siguió su marcha el altivo General, y á media legua De Méjico tuvo aviso De que el monarca de Anáhuac Ir á su encuentro ha querido, Para rendirle homenaje Y admiración, de que es digno Hombre que asi se rodea De tal fama, y tal prestigio Ha conquistado en sus vastos Y poderosos dominios. En una litera hermosa, De cedro en labores rica, Y reforzado con planchas De plata y oro bruñido, 8. I}& PEÓ¿ V CONTRERAS Bajo un parasol que forman Cuatro abiertos abanicos De plumas rojas y verdes Sujetas con blancos hilos, Que en el vértice, entre piedras Que roban al sol sü brillo, Tiene una águila afianzando . Negra culebra en el pico, Apareció el rey de Anáhuac Con aire grave y tranquilo, Sofocando de su pecho El tumultuoso latido. . Más de doscientos señores Profusamente vestidos, Pero descalzos y andando Por los lados del camino, De respeto en señal, iban De tres nobles precedidos Que llevaban en las manos Tres barras de oro esculpido ; De la majestad presente Para el pueblo claro indicio, Pueblo que i su rey seguía Sin penetrar sus designios, ROMANCES I39 Como su rey temeroso, Como su rey abatido, Y enclavados en el suelo Los húmedos ojos fijos. Cuando cerca uno del otro Aquellos dos enemigos, (Que tal vez nunca lo fueron Según parece en los libros), Se avistaron, un instante Hirvió confuso el gentío, Cada cual buscando ansioso Mejor puesto y mejor sitio ; Y aztecas y castellanos Admiraron su atavio, En tanto se detuvieron El rey y el soldado ínclito. Del bridón bajóse el uno Con muestras de regocijo, Y de la litera el jotro . Con el semblante tranquilo ; Dejando mirar empero, En sus ojos., repentino Pavor que tras de los párpados Procura esconder solicito. 140 * PEÓN Y CONTfcERAS ■ i ■ . . - . Que al ver tan de cerca al hombre, Héroe de tantos prodigios, Siente á su pesar que. eriza Su cuerpo un escalofrío, Y que le 'tiemblan las piernas Y le zumba en los oídos Con acento pavoroso La voz de sus adivinos. : Y de Papantzm se acuerda, Papantzin x\ué en el recinto De Tlaltelolco, aun asusta Á los que muerta la han visto.; Papantzin, que vive sola, Y que absorta en su retiro Ve realizado el sueño .Que le embargó los sentidos. Cortés ante Moteuczoma, Gallardo, aunque conmovido, Hizo un saludo profundo, Y el monarca hace lo mismo ; Cortés le cuelga en el cuello De grandes cuentas de vidrio Un engarzado rosario Que desde Europa na traído, ROMANCES MI É intenta abrazarlo, pero Se le oponen los ministros ; Que fuera grah desacato Esa muestra de cariño. ' ¡ Quién entonces les dijera ! ¡Ay, quién les hubiera dicho Que ha de sujetarlo un día, . No con los brazos amigos, > * Sino en oscuro aposento, Con eslabonados grillos!... ¡Quién entonces lo dijera! . ¡Quién se los hubiera dicho!..-. £1 monarca con los ojos Le dio las gracias al ínclito Español, por esa muestra De afecto no permitido. Y recompensa, riendo, Al obsequioso caudillo, Con dos collares de nácar Hechos xon gusto exquisito, Del cual pendían algunos' Cangrejos de oro macizo, Del natural imitando Las formas y el colorido. 142 PP.ÓN Y CÓNTRERAS Después de breves arengas, 1 que se dieron recíprocos cu i|uc se uiciun rcciprucus Parabienes por la honra Que al mirarse haa recibido Se separaron entrambos Tomando Tumbo distinto, El uno asaz caviloso Y el otr.o asaz pensativo. . El Rey, para dirigirse Via á su alcázar, seguido De sus nobles y guerreros Que le acompañan mohinos ; Y Cortés con Cuitlahuátzin « Del rey hermano querido, Y que con los españoles Desde Ixtapalapan vino, Hacia un cercano palacio, Murado y fuerte edificio . Que supo admirar cual siempre . Por lo grande y por lo limpio, Y al cual entró con sus tropas, .Como ellas envanecido, En medio de un populacho Que el aire aturde con gritos. ROMANCES I43 ROMANCE II LA PRISIÓN Cortés éstHvo seis lunas En Méjico, temeroso De traiciones y celadas, Que eran en número corto Sus tropas, y bien podía El Rey, si cambia de modo De pensar, en un momento . Exterminarlos á todos. f Y un pensamiento concibe Que por lo atrevido, loco Parecióle algunas horas Á su espíritu coloso; Pero consultando luego . Con sus capitanes doctos, Se obstina más en su idea, Que en ellos encuentra apoyo, 144 PE( ^ N Y CONTRERAS * Y resuelve apoderarse De Moteuczoma, que es sólo El medio de estar seguro En lugar tan peligroso. Y va con sus compañeros Al varado, Ordaz, y otros, 'Y con Marina*- -la india, Que era el imán de sus ojos, Á palacio, y pide audiencia, Y obteniéndola, animosos - Invaden la regia estancia Á poner su plan en logró \ Plan gigantesco que puede De; agudo delirio, aborto Parecer. . . » . N empero tuvo Término breve y famoso. Cortés desplega el primero Los labios, y en su socorro Llamando á toda su astucia, tomenzó á hablar de este modo : — « Vengo, gran rey, a decirte .Que tu vasallo el odioso . Señor de Nauthlán (funesta Nueva que advicí hace pono), ROMANCES M5 Sé que hostiliza á- los míos En Veracruz, y que ha roto El juramento sagrado Que en tu nombre hizo á nosotros, Matando á Escalante, jefe Denodado y valeroso Que pereció batallando, Á quien como hermano lloro. Y pues que de tal sucescr Te dan por autor, no á otro, Queriendo á mi soberano Cuenta cumplida dar pronto Y satisfacción bastante De un agravio tan notorio, - Vengo á saber tus disculpas, Y si por buenas las tomo » Al escuchar tales frases, Se alza el Rey; miedo y enojo Pinta en su faz, y bajando Dos escalones del solio : — - « Mis enemigos te engañan, » Dice al fin con agrio tono : « Yo á mi palabra no falto, Y aquel atentado ignoro ; I46 PEÓN Y CONTRERAS Y si es el señor de Nauhtlán Culpable, yo te respondo De que será castigado Como cumpla á mi decoro. » — a No dudo, replica el héroe, Que la calumnia k tu rostro Pretenda lanzar, inicua, Negro baldón afrentoso ; Por lo mismo yo pretendo, Para que conozcan todos La estimación que nos tienes, De perfidia sin asomo, Y para que ti Rey mi amo Se satisfaga del todo, Que vengas á mis cuarteles A vivir entre nosotros. » Dos mas escalones baja Motcuczoma, y clava absorto En Hernán Cortés, abiertos Enormemente los ojos. — Y ¿cómo quieres, le dice, Que sin degradarme, cómo, Me deje prender, hundiendo Mi dignidad entre el lodo? ROMANCES M7 Y si consiento, ¿tú crees Que abandonado á mi propio Me dejaran mis vasallos Prisionero entre vosotros? Nada contendrá el torrente De su furia y de su encono, Y ayudados de los dioses Volarán en mí socorro. » El español con acento Seguro y con gran aplomo, Atusándose el bigote, Le contesta de este modo : — « ¿ Por qué ha de extrañar tu pueblo Que nos des un testimonio De amistad ? Si en mis cuarteles Vivió tu padre el glorioso Axayacatl, es muy justo Que bajo el techo que mozo Te dio abrigo* determines Buscar tranquilo reposo; Dando además una prueba A tus pueblos numerosos, Del afecto que nos guardas Del corazón en el fondo. I48 PEÓN Y CONTRERAS Mas si es que intentan los tuyos Algo contra mi, no somos Débiles mujeres miseras Sin amparo y sin apoyo ; Armas tengo y brazos fuertes Y proyectiles de plomo, Y ¡ vive Dios ! que con ellos ' Sabré castigar su arrojo. » Con faz color de ceniza El Rey escuchaba atónito, Brotando sudor la frente Por cada uno de sus poros ; *Y la vista revolviendo Con grandes muestras de asombro, La posa al fin en Marina Interrogándole absorto. * En este momento uno » De los capitanes, rojo De cólera, y del buen éxito De la empresa temeroso, ' Mirando que el Rey vacila Y que su" miedo es notorio, Dirigiéndose á su jefe Clama coa acento ronco : • • ROMANCES 1 49 - 1 - « Séllense ya nuestros labios, Válganos la fuerza sólo, Ó que aquí pierda la vida Si nos conoce tan poco. » Y dando claras señales De brío, con aire torvo Golpeó la acerada diestra Del espadín en el pomo. Torna el Rey más azorado, Más pálido y tembloroso, Á interrogar á Marina Con los rayos de sus ojos, Y ésta le dice que acceda Á lo que piden, gustoso ; Que aquellos hombres son tercos Y están resueltos á todo. Que acceda, y será tratado Como cumple á su decoro, Que en ello le iba la vida ; Que se resolviese pronto. Y cedió bajo el impulso De un terror supersticioso Que ha tiempo le han sugerido Papantzín y los astrólogos. 150 PEÓN Y CONTRERAS Juzgó ya llegado el tiempo De bajar def alto solio, Cumpliendo con .el mandato De los dioses poderosos. En litera y con la guardia De sus nobles, salió á poco, Y al cuartel del castellano Llegó conducido en hombros ; Y en un oscuro aposento, Después de quedarse solo, Dejó que corriera el llanto Por sus mejillas, copioso. ROMANCES ISI ROMANCE III. EL COMBATE Cortés partió á Cempoala Donde estaba rebelado Contra él Panfilo Narváez Con ochocientos soldados; Y Moteuczoma cautivo Queda en el íbero campo Bajo la ruda custodia Del capitán Al varado. Vencido quedó Narváez, Y sin dar al tiempo plazo, Tornó á Méjico orgulloso Del nuevo triunfo alcanzado. . Turbóse, empero, el contento De su pecho sobrehumano, Al encontrar á los suyos En grave apuro alarmados; I52 PEÓN Y CONTRERAS Pues halló que los guerreros Y los nobles mejicanos, Sufrir más tiempo no quieren La prisión del soberano; Y haHó que disperso en masas Hierve atroz el populacho, En azoteas y torres Y alrededor del palacio; » t Y á los españoles lanza, No sin perjuicio y estragos, El proyectil de sus hondas Y el golpe aleve del dardo. Combates hay dia á día En las plazas y en los atrios, Y arroyos zanjan las calles De sangre roja de bravos. En su encierro Moteuczoma, Desde un balcón enrejado, En cotidianos combates Ve morir á sus vasallos ; Y teme verlos vencidos En la lucha al ñn y al cabo, Y que su reino y su trono Quede en poder de los blancos. ROMANCES 153 Y..... \ qué tristes pensamientos Vinieron a fatigarlo Robándole al sueño dulce La grata paz y el descanso ! De las insignias reales Vestido, y grande aparato, En la azotea más alta De su prisión, rodeado De sus decanos ministros Y de un sacerdote anciano Á quien el pueblo venera Por su virtud y sus años, Apareció Moteuczoma Á su pueblo alborotado, Cuando en lucha formidable Aztecas y castellanos, Entre alaridos de muerte Y cantares de entusiasmo, Pelean con noble brío Y con denuedo bizarro; . Cuando hispana artillería Fuego vomita y espanto, Muerte y exterminio cunde Poblando de humo el espacio. .•\ 154 PE ^ N Y CONTRERAS Al ver al Rey, cesa todo, Dóblanse frentes y manos, Y un hondo silencio reina Sin que ose nadie turbarlo. Entonces se oye el acento Solemne, sonoro y claro Del monarca que un instante Pudo mandar á sus labios, Y exclamó : — ¡ Subditos míos, Nobles guerreros ! si acaso Por afecto á mi persona Armasteis el fuerte brazo Y hostilizáis á esos hombres, Sabed que son mis aliados, Y que en su cuartel gustoso Entre ellos la vida paso ; Os agradezco el cariño Que me mostráis, y lo guardo, Y yo sabré dignamente , Cual corresponde, premiarlo. ' Si provoca vuestra cólera Que el tiempo se haga ya largo De su mansión en mi reino ¿ Pronto habrán de abandonarlo, ROMANCES I55 Pues que me lo han prometido Y su palabra me han dado, Y cumplirán lo que ofrecen, Que son valientes é hidalgos. Cese asi, pues, vuestro encono Y dejad de hostilizarlos, Y demostrad que sois fieles Al señor que habéis jurado Ciega obediencia; cayendo Si osáis hacer lo contrario, La cólera en vuestras frentes, De los dioses irritados. » En silencio aun más profundo Los guerreros aztecanos Quedáronse sumergidos, Pero sólo un breve rato ; Pues cual suele en la espesura Del monte escucharse airado El ronco rugir del mixtli (1) Que á su hambre no encuentra pasto, Asi se oye la voz ruda De Quauhtemotzin, que alzando Con brazo nervudo y fiero La visera de su casco ; - (1) León I 56 PEÓN Y CONTRERAS Cubierto de sangre y lodo, Y sus miradas fijando En el augusto semblante, ¡ Clama con acento áspero : * — « 1 Y tú eres el que nos hablas De esa manera, menguado? ¿Tú el que baldonas mi extirpe De nobles antepasados? ¿Tú el cobarde, tú el que vendes La patria á viles extraños, Y el que por miedo se entrega Prisionero entre sus manos? Deja que corra la sangre, Si no has sabido evitarlo, Y el débil huso y la rueca Maneja torpe entretanto, Que mientras hilas tranquilo, Aquí la muerte esperamos, Y moriremos con honra Los que nacimos honrados. » Y diciendo estas palabras Asió tembloroso el arco, Del cual contra el Rey al punto Partió una flecha silbando. ROMANCES I57 Como las aguas del rio Al encontrar á su paso Cortada á pico, en las cumbres, La pendiente de un 'barranco, Con ímpetu se desbordan Ondas tras ondas, rodando Síh que la corriente pueda Detener el curso raudo, Asi las hirvientes olas De aquel atroz populacho, De Quauhtemotzin al punto El torpe ejemplo imitando, Se precipitan furiosas Contra su rey indignado ; Y de improperios y piedras Puebla al instante el espacio. Y aunque el noble Moteuczoma,* De dos rodelas armado, Quiere defender el cuerpo Del furor de sus vasallos, Recibe en la augusta frente Un golpe de honda, y airado, Al descubrirse, le clavan Aguda flecha en un brazo I58 PEÓN Y CONTRERAS Se baña en su sangre, cae, De furia y de rabia pálido, Y en hombros de sus ministros Es conducido á su cuarto. .- 1 Cunde la horrible noticia ; Tiembla el valor castellano ; El pueblo grita entusiasta Y sigue dando el asalto ! y > ROMANCES I59 ROMANCE IV EL DELIRIO Un solo instante aparece Tras de los montes la luna, Y el viento en torno á su frente Torvo nublado acumula. Ni un astro errante en el cielo Con pálida luz fulgura, Y algo de fúnebre y triste La creación entera anuncia. Ruje el aquilón. La noche Con densa, impalpable bruma, Ciudades, valles, montañas, En la lobreguez sepulta ; Y en el cuartel castellano Corno siniestras y mudas Fantasmas, los caballeros Por los corredores cruzan. 1 60 PEÓN Y CONTRERAS Algunos de ellos sombríos Un triste lecho circundan, En una estancia pequeña Que tétrica luz alumbra. Sobre una estera de iczotl (i ) De fino algodón y plumas, El infeliz Moteuczoma Delira con faz difunta. Contra su pueblo insolente Imprecaciones murmura, Y nada más que á su pueblo Su horrenda desgracia imputa. Siéntase de pronto atónito Sobre el lecho ; se espeluzna, Y ve á Xoloe entre llamas Y entre torcidas columnas De humo denso, que le grita Y que lo llena de injurias; Y lo escarnece, riendo, Y de su dolor se burla. (i) Palma que crece en el monte, de tronco elevadísimo, con la cual se hacen, aun hoy día, finas esteras. ROMANCES l6l — « Ya lo ves, Xoloe le dice, Cuan bárbara y cuan injusta Fué tu sentencia ; ya miras Que mi predicción te abruma. » Y ríe Xoloe ; las llamas Por doquiera lo circundan, Y el duro artesón quemado Sobre él, al fin, se derrumba Con grande estrépito. Oye El Rey un grito de furia, Que más que los aquilones Fiero en sus oídos zumba, Y una imprecación satánica Que se pierde en la confusa Niebla de la triste noche, Como su conciencia, oscura. Postrado en el lecho cae, De frío sudor la adusta Frente cubierta, y abriendo Los ojos, el agua busca, La bebe y con torpe mano, Flaca, pálida y convulsa, Quiere arrancar de su mente Las visiones que la turban. I 62 PEÓN Y CONTRERAS En vano; la pesadilla Vuelve, y otra, y otras muchas, Sin que hallen término dulce Las penas que le atribulan. Y el treinta del mes junio De quinientos veinte, á la una De la noche, dejó el mundo Del cual no gozara nunca. Fué grande y fué poderoso, Y justiciero; lo juzga Así la historia, aunque hay alguien Que de inhumano lo acusa. Acaso ; pero si injusto Fué, en situaciones algunas, También era con su suerte • Cruel la ciega fortuna. ¿Quién es aquel que gobierna Y un instante no tributa Triste homenaje á la ira . Que la razón sana ofusca ? ^ ¿Quién, al llegar á las puertas De esa mansión que es la última No siente el pecho culpable Con fiero aguijón que punza? . . ROMANCES 163 Cortés y sus capitanes, Al ver con pena profunda, Con las sombras de la muerte Velarse la frente augusta, Lloraron fin tan siniestro, Y fué aquel llanto la única Ofrenda al regio cadáver, Sobre el polvo de la tumba. EL ULTIMO AZTECA ROMANCE I EL SITIO Hernando Cortés al frente De los españoles tercios Diezmados por Cuitlahuatzin En una noche de duelo, Y con las huestes marciales De aquel tlaxcalteca ejército, Tan implacable en sus odios Y al Anahuac tan funesto, Á Tenuchtitlán con grandes Y poderosos aprestos Al anochecer de un dia Le pone el último cerco. Suena el tambor del T^ocalli En tan solemnes momentos, Y su sonido los monets Repercuten á lo lejos : 1 66 PEÓN Y CONTRERAS « Guerra», difunden los aires, « Guerra», repiten los ecos, Y quedan las sementeras Y los hogares desiertos. Todos á las armas corren Ebrios, y de odio sedientos, Y donde no alzan trincheras Llenan de fosos el suelo. El bronce truena, conmueve Los muros en sus cimientos, Y á su fulgor los aceros Brillan entre el humo denso; Se oyen gritos de agonía, Crece el horror del estruendo, Y flechas, dardos y piedras El curso atajan del viento. ¡ Gloriosos dias de luto ! j Gloriosos dias aquellos En que el altar de la patria Bañan en sangre los pueblos ! ! La gran ciudad no se rinde Al conquistador ibero, Ni de los traidores teme Al. número ni al esfuerzo; ROMANCES l67 Pues Cuauhtemotzin la guarda En instantes tan supremos, Y jura á los mejicanos Lidiar y morir con ellos. Avanzan lentos los días Y lento avanza el asedio ; Tras espantosos combates Y formidables encuentros. £1 astro azteca se eclipsa Envuelto en fúnebres velos Y cunde entre los sitiados La angustia, no el desaliento. La tierra se ha convertido En un panteón inmenso, Y nadan en la laguna Los cadáveres sangrientos. Se oye de hambrientas mujeres El moribundo lamento, Y devorando á sus hijos Piden la muerte a los cielos. Los ancianos sacerdotes Y los valientes guerreros Cruzan las calles inmundas, Sombríos y macilentos. 1 68 PEÓN Y CONTRERAS Y tan espantoso cuadro Tal parece del infierno, Á los resplandores fúnebres De las llamas del incendio. Se difunde hasta los campos La fetidez de los muertos, Que insepultos en las calles Son de la lid pavimento. Cortés, tan grande heroísmo Y tanto infortunio viendo, Manda al Rey una embajada Con dos nobles prisioneros. Pídele cese el estrago, Y por decorosos medios, Rinda las armas, y entregue La capital de su reino. Cuauhtemotzin, indignado, De honor y constancia ejemplo, Rechaza ofertas que juzga Por deshonrosos convenios; Y las citas y embajadas, Y los constantes empeños Del conquistador, recibe Siempre digno, siempre fiero. ROMANCES 169 Con el Cihuacoatl le envía Á decir que está resuelto Á sucumbir en la lucha Sin acceder á sus ruegos ; • Que á conferenciar se niega, Que firme estará en su puesto, Que quien su deber conoce Por él sucumbe sin miedo. Y el castellano orgulloso Tales razones oyendo, Ordena el último asalto Y entra á la lid el primero. 10 170 PEÓN Y CONTRERAS ROMANCE II LA PRISIÓN Defiende el azteca rudo Con un valor indomable, El trono de sus mayores Y su hacienda y sus hogares. Y defiende más que todo, Porque más que todo vale, De su nación infelice Las augustas libertades. Cuauhtemotzin valeroso Resiste en plazas y calles, De su terrible enemigo Al escuadrón formidable; Y resiste á sus empujes, Bien, como suele en los mares Acorazado madero De las olas el embate. •tr »" ROMANCES v 171 No abandona sus trincheras Mas que cuando al suelo caen, Ni desampara sus fosos Sino henchidos de cadáveres. Empero,- desesperado, Mira que la muerte abate, ¡Gomo en los campos la chia Siega la hoz incansable, . Á la flor de sus guerreros, Murallas de su estandarte, Y á los nobles que pelean En torno suyo leales. Comprende al cabo el monarca, Al comenzar una tarde, De angustia lleno por dentro^ Por fuera de lodo y sangre, Que sus abatidas tropas, Escasas y miserables, Si combatiendo no mueren Victimas serán del hambre. Con Tecuichpotzin su esposa, Que es de sus cuitas el ángel, Se acoge á débil piragua, Presa el alma de coraje, 172 » PEÓN Y CONTRERAS Y al puerto de Tlaltelolco Vuela, sin imaginarse Que en él Sandoval lo espera Para impedir que se salve. Cruzando van por el lago Como bandadas de aves, En rápidos barquichuelos De todas formas y clases, tyujeres, niños, ancianos Y vencidos militares, Que huyen de la soldadesca, Del incendio y del pillaje. Sandoval con otros muchos Corona por todas partes El exiguo embarcadero De Tlaltelolco, y que pasen Impide á los fugitivos Que en tan apurado trance, Al remo, tan sólo, fian Sus vidas y sus caudales. ROMANCES 173 Cuauhtemotzin Jlega al puerto Mas no sin que lo rechacen, Y allí de nuevo la lucha Se traba en solemne instante. v Mas quiso su buena estrella Que, entre otras muchas, burlase Su piragua la custodia De los rudos capitanes ; • Y veloz como las garzas, Hiende los rojos cristales De la laguna, ya libre De su enemigo juzgándose. Pero García de Holguín, Que en las insignias reales Le ha conocido, bien pronto Con su escuadra le da alcance. Entonces el Rey, del fondo De su embarcación alzándose, Dirige impotente al cielo Una mirada salvaje ; De su pecho en lo profundo, Porque á su rostro no salte, Guarda su dolor, que apenas Dentro de su pecho cabe. 10. 174 PE £ N Y CONTRERAS : U— ^í - Sus flechas arroja al viento, Su lanza pedazos hace, Y echando al agua los remos, Le dice á Holguin con voz grave : « Soy tu prisionero ; sólo Pido que á la Reina trates Cual corresponde á su sexo, Su condición y su clase. » Y pasando con su esposa: Á la castellana nave, Se vio una sombra dé muerte Cubrir su augusto semblante. ROMANCES I75 ROMANCE III LA ENTREVISTA Algunas horas más tarde, En una grande azotea, Tapizada con alfombras De España y finas esteras, En medio á la cual no ha mucho Que está servida una mesa Con exquisitos manjares Y ricas frutas cubierta, Á su ilustre prisionero Hernando Cortés espera, De gozo intenso abrumado Y de curiosa impaciencia. Al fin aparece el héroe, Y con lento paso llega Á su vencedor, que grave Le saluda y se le acerca. 176 PEÓN Y CONTRERAS ' • « Malitzin, cuanto he podido, Exclama el monarca azteca, Hice por mi augusto trono, Y de mi pueblo en defensa j Mas su alto fevor los dioses Me negaron y aun me niegan : Ya estoy en tus maños, puedes Hacer de mí lo que quieras. » Y de Cortés en el cinto Viendo un puñal, « ó con esa Arma quítame la vida, Que es para mi tan molesta, » Añade, y retrocediendo Algunos pasos, espera Con majestad soberana, Del vencedor la respuesta. Entonces el Castellano - Le dice afable : « No temas, Que quien con honor se porta, Es justo que honores tenga. Como un valiente has luchado, El valor siempre se premia, Y de nosotros no esperes Ni vituperios ni ofensas. » ROMANCES. I77 Luego del Rey se despide, Que lo traten bien, ordena, Le repite sus palabras, Sus promesas le renueva. Y..... vanas fueron por cierto Tan seductoras promesas : ¡ Ojalá que las callara ! ¡ Ojalá no las hiciera ! Í78 PEÓN Y CONTRERAS ROMANCE VI FL TORMENTO ¡No hay botín! la soldadesca Con la victoria, no obtiene El tan anhelado fruto . Después de tantos reveses. Entre escombros y ceniza Tenuchtitlán desparece, Y su asombrosa opulencia En el misterio se envuelve. Los vencedores altivos El tiempo en buscarla pierden, Y en insaciable codicia Escudriñan cuanto pueden. ¿En dónde están las riquezas Que sorprender tantas veces Soñaron en los palacios De aquel fabuloso oriente ? ROMANCES *79 Murmuran los españoles, Y. murmuran de su jefe, Que á Cuauthemotzin no obliga Á que declare ó revele En dónde guarda la tierra, Dónde sepultados tiene Los prodigiosos tesoros Que apilaron tantos reyes. Cortés las quejas escucha De sus tropas, mas previene Que no se ultraje al monarca, Y se le estime y respete; Viles rumores que ofenden Á su honor, y su decoro En lo más sensible hieren. Entonces, y en mala hora, Para ese honpr que pretende Guardar limpio, á las hablillas De la muchedumbre cede; Y entregar al Rey dispone < Á la caterva insolente, Sedienta de oro, y hechura Del tesorero Alderéte, • 1 8o PEÓN Y CONTRERAS Ser que de avaros instintos, Más que- ninguno, sostiene La depravada avaricia De aquella hidrópica gente, > Que del monarca ya dueña, Para que al mundo confiese Dónde sus tesoros guarda, Darle tortura resuelve. Ya las gasas nocturnales Sobre los mundos se tienden Á la postrer llamarada Del incendio de Occidente. El arcángel de la noche Los célicos cirios prende, Las flores abren su cáliz, ' Las auras en ellos duermen. Su viaje postrer las aves De las montañas emprenden, Llevando su óbolo último, Al débil nido que tejen. Mansa la niebla y tranquila Sobre los llanos desciende, Y plegan las mariposas Lánguidas las alas leves. ROMANCES l8l Todo convida al reposo En aquella hora solemne, Todo es tierno, todo es dulce, Todo es tristemente alegre. Empero en esos instantes De misterioso deleite, Entre las sombras un crimen Se prepara lentamente. En una estancia pequeña, Á la luz misera y tenue De un viejo candil mohoso, Que de un bajo techo pende; Con él fúnebre aparato Que elxaso horrible requiere, Se ha preparado el tormento Que el noble Rey sufrir debe. Ante una mesa cubierta De un encarnado tapete, Con duro ademán siniestro Están sentados tres jueces; Enhiesto y enmascarado Se mira de ellos enfrente, Un verdugo, aunque verdugos Eran todos los presentes, ii « * l8a PEÓN Y CONTRERAS Y al través de las rendijas De una estera que mantiene La puerta oculta, y á un patio Da según lo que parece, Pues de vez en cuando el aire Á bocanadas la mueve, De una hoguera gigantesca Se mira el fulgor perenne* Y de espadas y rodelas, Cascos, corazas, broqueles Y lanzas, se ven por último, Tapizadas las paredes. Dos enlutados sayones Conducen al Rey en breve, Al cual sigue un tlaxcalteca Que ha de servirles de intérprete, Á interrogarle comienzan Y sorprenderlo pretenden, Y eje cuanto le pregunten Le inüjaan que nada niegue. Pero el famoso caudillo, Que no temió ni á la muerte, En el silencio se obstina, Como si de marmol fuese, ROMANCES *. 183 V rabiosas y cansada» Aquellas furias crueles, De la enérgica entereza De su victima inocente, Se apoderan de ella al punto, Con vil alma y faz alegre; Entrambas manos le fijan A la espalda fuertemente ; Y sujetándole á un potro Con vigorosos cordeles, Los desnudos pies le bañan Con resina y con aceite; -Y bajo de ellos, muy cerca, Un vivo fuego sostienen, Para que en duro martirio Se calcinen lentamente. £1 cacique de Tlacopan, Á quien le cabe igual suerte, Se torna á su rey, y en ayes Su dolor le hace presente. * Cuauthemotzin, que sin calma Le escucha, el semblante vuelve Hacia él y con duras frases, Indignado, lo reprende ; 184 PEÓN Y CONTRERAS «¿Piensas que estoy en un baño Ó entregado á algún deleite? » Le dice, y su labio frío Como en antes enmudece. I Ni una queja, ni un sollozo De aquel pecho se desprende, Ni un músculo se contrae En aquel rostro de nieve ! Llega á Cortés la noticia De la obstinación del héroe, Su. valor extraordinario Estima en lo que merece; Y reflexionando, acaso, En lo que al honor se debe^ Con órdenes terminantes Manda que el tormento cese, El poderoso mandato Los tiranos obedecen,' Mal de su grado ; y al punto La tortura se suspende. ROMANCES * f l8y ROMANCE V EL SUPLICIO Marcha Cortés para Honduras, D nde Olid se le revela, Y conduce con sus tropas Grandes pertrechos de guerra. Lleva con él una parte De la legión Tlaxcalteca Y á Cuauthemotzin con otros También prisioneros, lleva. Pues dejándole en Anahuac, Deja su victoria expuesta Al prestigio que el monarca Aun en su Imperio conserva. Al declinar una tarde, Diáfana, pura y serena, El desdichado cautivo De Tenuchtitlán se aleja. >■* » 1 " 1 86 PEÓN Y COWT1HRAS Al llegar á sus confines Torna la vista hacia ella, Y se detiene un instante De honda congoja suprema. Acaso un presentimiento En su corazón se alberga, ' Que al mirarla, se figura Que no ha de volver á verla. El porvenir por delante Le ofrece brumas y nieblas, Y detrás un mundo entero De dulces recuerdos deja. Tiende la vista del lago Por las tranquilas riberas, Y por las calles tortuosas Su pensamiento vaguea. Y se agolpan á su mente, . Abrumada de tristeza, , Todas las dichas de su alma, De su alma todas las penas. Las que anidaba su pecho Esperanzas lisonjeras, Huyen, comohuyen del nido Las golondrinas inquietas. ..Ji ROMANCES I87 ¡ Pero días acaso un dia Han de retornar contentas I j Mas sus esperanzas, nunca ! ¡ Ay, qué triste es el perderlas! \ Con qué amargura tan honda Mira su ciudad ya muerta, Y tras el prisma del llanto Su desolación contempla ! Allí gojsó en otro tiempo De las caricias paternas, Allá fué actor y testigo En las nacionales fiestas. A1H perdió en un segundo Sus ilusiones postreras, Allá vertieron su sangre, Allí derramó la ajena. Más allá vio su corona Hecha pedazos en tierra Y allí no ha de volver nnnca.... ¡ Nunca ! para recogerla. Todo eso en un breve punto Á sus ojos se presenta, Y nublados por las lágrimas Los baja al suelo, los cierra, 1 88 PEÓN Y CCWTRERAS Como si dentro de su alma, Viéndolo todo siguiera ¿ Y de aquel sitio arrancándose, Prosigue su marcha lenta. Á la provincia de Aculam, Después de jornadas luengas, De miserias y trabajos, Cortés y los suyos llegan. En este lugar le anuncian Que formidable y secreta Conjuración, ya sus redes Extiende entre los aztecas: Que es Cuathemotzin el jefe Torpe lengua le revela, Y que ha de estallar bien pronto, Si pronto no lo remedia. Temeroso el castellano, Da la noticia por cierta ; Al regio cautivo juzga, Y á la muerte lo condena. Húmeda está la mañana, Pálida amanece, y niega El sol sus rayos de oro , Y su esplendor á la esfera. »' ROMANCES ■ .189 -Dispersas al pie de un monte Se ven las humildes tiendas De un campamento, y á trechos Aun las fogatas humean. • Sobre la tienda más alta £1 pendón de España ondea, Señor de cielos tan puros Y de tan vírgenes 'selvas ; Pendón que del mundo todo Soberbio se enseñorea, Lástima es que sus colores Un instante se oscurezcan. Lástima es que en mala hora Con sangre entinten su tela,. Sangre de un rey inocente Que sube á la horca á perderla. Á la orilla de un camino, Que no lejos atraviesa, Majestuosa y elevada Sus ramas tiende una ceiba ; Y de una de ellas robusta, Está pendiente una cuerda, En cuyo extremo flotante Una lazada está hecha, IT I9O PEÓN Y CÚNTRERAS Más de doscientos guerreros El árbol triste rodean, Y ellos y el suplicio infame Á Cuauthemotzin esperan. Al fin, aparece el reo, Y su noble faz risueña, Indica que el miedo nunca Morada en su seno encuentra. Y mirando allí á Cortés, Que á duras penas sujeta El inestimable brio De una yegua cordobesa, k él se dirige, y con calma Sus promesas le recuerda, Y de tan grande injusticia Amargamente se queja. Se queja, más no le pide Perdón, que pedirlo fuera Indigno de quien ha dado De su altivez tantas muestras. « De lo que hoy haces conmigo Por una infame sospecha, Piensa, le dice, que al cielo Has de dar estrecha cuenta. » ROMANCES 1 9 I Y continuando su marcha Al árbol siniestro llega, Y es fama que un franciscano Hasta aquel sitio lo deja. Absortos los circunstantes, La vista. clavan en tierra; Se oye un pregón ; el verdugo Del monarca se apodera ; Pavoroso es el silencio, Todos callan, todos tiemblan, Palidecen los semblantes . Y se cumple la sentencia. FIN DE LOS ROMANCES HISTÓRICOS DRAMÁTICOS Sr. D. Francisco Patino. Mi querido amigo : Puesto que en varias ocasiones, me has manifestada vivo deseo de que coleccionara mis ROMANCES DRAMÁ- TICOS, tengo el gusto de enviarte los que llevo escritos, para que, apadrinados por tu cariño, aparezcan en la república de las letras. Son el fruto de algunos instantes de reposo que me permito en medio de muchas horas de árido trabajo, y tengo la buena suerte de no concederles más valer que el poco que en si tienen. • Puede ser que algún dia me sea posible dar á algunos de estos humildes cuadros más extensa y cumplida forma, y, vestidos con galano ropaje, uno ú otro de los personajes que en ellos he bosquejado, asalten el palco escénico en busca de fortuna. Notarás que uno de estos romances, el intitulado « Alfredo », tiene una índole acaso distinta de la de los otros; pero tú que sabes lo que para mí era y valia mi nfortunado hermano, comprenderás que no puedo concebir, nada más dramático que el terrible acontecimiento de su muerte. Alfredo contaba 27 años, vio desaparecer hace algunos meses á su pequeña Matilde, y tres dios después cata sobre él también, la losa del sepulcro, que de su desolado hogar lo separaba eternamente. Es, pues, mi corto romance, un débil grito que arranca á mi corazón el doloroso y profundo sentimiento que se extinguirá con su último latvio. Sé que incesante lluvia de flores deja caer la gratitud sobre la recién movida tierra que cubre sus restos; sé que con torrente de lágrimas la riega el cariño de los que en vida le amaron : ¡suba, entre tanto homenaje, hasta el trono del Hacedor Supremo, ese quejido que exhaló mi lira! Réstame todavía advertirte que cuatro de estos romances han visto ya la lu\, uno en el « Anuario Universal », de 1879, y los otros en el « Cronista de Méjico ». Todos van, como verás, precedidos de un prefacio de nuestro común amigo Francisco J. G6me\ Flores, que con tanta benevolencia juxga y ha juagado siempre mis pro- ducciones literarias, teniendo ya, con esto y con tu nombre, una doble coraba, que defenderá, seguramente, mi libro de los embates á que se ha de ver expuesto. Tuyo afectísimo. José Peón y Contreras. Méjico, fthrero 2 de 1880. PREFACIO Bosquejar interesantes fábulas dramáticas, sin definir bien sus contornos ni darles la última mano, fué la mira de Peón y Contreras al escribir los romances que hoy publica, cole- gidos, en este pequeño volumen. Rasgos de figuras, que. acaso alguna vez se destacarán luminosas en el marco del escenario ; trazos y diseños de cuadros, que quizás algún día se trasladarán á la tela de Melpómene, con más vivos colores y estudiado dibujo ; siluetas y perfiles de argumentos escé- nicos, que andando el tiempo, adquirirán tal vez acabada forma en obras de más aliento : he aquí lo que son estos romances. Ha seguido en ellos Peón y Contreras, la práctica del artista que consigna apuntamientos y notas en su libro de memoria, para no malgastar ni hundir en el olvido, imá- genes ó ideas que le parecen dignas del estro ó del pincel. Tal ha sido su propósito. Por su naturaleza y atributos son, pues, estos romances dramáticos, encantadores bocetos. Las celebradas leyendas fantásticas de Becquer no vienen á ser otra cosa, según el propio testimonio del sevillano poeta inmortal; ni otra cosa vienen á ser tampoco, ios selectos poemas con que Núñez de Arce está hoy acreciendo el brillo y lustre de su nombre. Becquer no tuvo tiempo para dar mayor extensión á sus leyendas : entiendo que Núñez de Arce no piensa darla en lo futuro á sus poemas ; lo voluble y fecundo de la fantasía de Peón, me hace creer que tampoco ampliará sus romances, á I96 PEÓN Y CONTRERAS pesar de sus vehementes designios. Fúndase este nada pro- fético augurio mío, en la natural aversión de los autores á ocuparse dos veces y por diverso estilo, en un rrismo tema ó asunto. Juzgo muy difícil, además, que torne á ¿a mente del vate, la espontaneidad con que produjo un poema, sin la cual perdería éste, en la refundición, toda su virgínea pureza y original esplendidez nativa. No se repite con Secuencia el ejemplo de Zorrilla, que utilizó en dramas y en leyendas á la par, los ingeniosos argumentos de que, su ica imagina- ción y las abundantes crónicas de la m?drc Ioeria, le abas- tecían y colmaban. Algunos de los egregios dramáticos españoles del glorioso siglo XVII, enamorados de la fecun- didad, solieron reproducirse y copiarse en sus novelas escé- nicas. Alarcón, más cuerdo, no lo hizo nunca. El magnifico drama de Los amantes de Teruel fué retocado y refundido varias veces, según se dice, hasta quedar como se representa ,en los teatros ; pero hay que atender á que Hartzenbusch es poeta reflexivo y erudito. En cambio, García Gutiérrez tuvo que desechar la refundición que compuso de El Trovador, por haberle hecho venir á menos, y le dejó la irregularidad de su escritura en prosa y verso, defecto shakspeariano que pretendía corregirle. Vacílase en decidir cuál de los dos dra- mas, ¿ Tan largo me lo fiáis? y El burlador de Sevilla, en que Tirso de Molina explotó el tipo legendario de D. Juan Tenorio, es cronológicamente anterior. Me inclino á suponer que el primero, por parecerme más bello, aunque los dos me encantan. Sucede muy á menudo que las refundiciones no surten el efecto apetecido, y que lejos de mejorar, empeque- ñecen y deslucen la primitiva concepción originaL De mí sé decir que, prescindiendo del disgusto que me causa el que un escritor calque una composición en otra suya, me deleitan y regocijan las obras á medio hacer ó de primera mano, cuyos rasgos inconexos y como trazados al descuido, dejan traslucir, más que comprender, el vago pen- miento artístico. El cuadro cuyas figuras están apenas ROMANCES I97 delineadas; la pieza musical de notas trémulas y misteriosas; la mal pulida estatua que embellece á rumoroso jardín ; el interrumpido y lejano son de una campana ; un pedazo de cielo azul, un rizo, rubio, unos ojos negros, una mano de nácar; todo lo que pudiéramos denominar fragmentos de la hermosura de la naturaleza y de la hermosura del arte, me embarga y suspende el ánimo, de extraña, halagadora- é inexplicable- manera. Y tal creo que acontece á todos mis semejantes. Más admira y embelesa un solo rapto de inspi- ración que la monótona serie de agradables ritmos y caden- cias. Un canto aislado de La Riada vale más que todo e poema artificioso y frío de D. Alonso de Ercilla. La extre- mada lima suele afear, lejos de embellecer, -las obras artísti- cas. Así el Quijote, obra escrita de priesa, sin previo ensayo ni posterior pulimento, es infinitamente más grande que la v jendeble novela de PersiUs y Segismunda, que Cervantes ade- rezó y bruñó con prolijo esmero. £1 boceto, por su naturaleza, no es susceptible de las " irreverencias á la espontánea inspiración hechas, como efí- mero holocausto á la pulcritud del estilo. £1 boceto tiene derecho á no ser clásico, lo cual es ya una inmensa ventaja. Fácil es advertir, por otra parte, que. el gusto público se inclina hoy á las obras artísticas de mucha sencillez y de poca profundidad: en pintura, prefiere las acuarelas; en música, las óperas ligeras y aun bufas; la novela doméstica y la comedia urbana, en literatura. Y las óperas ligeras, la novela doméstica*, la comedia urbana y las acuarelas, no vienen á ser, en realidad, sino bocetos. Estos son, por tanto, la obra del día, la última invención de la moda artística, el deleite más preciado de la moderna sociedad. Peón y Contreras debe dejar, en consecuencia, los romances que forman esta galería de cuadros dramáticos, tal como los concibió y produjo en el primer momento de inspiración, y así valdrán tanto ó más que si las diese ulterior y más extensa y genuina estructura escénica. Un ingenio de primer I98 PEÓN Y CONTRERAS -orden recomendó á los poetas que no violentasen el numen y que esperaran, para escribir, á que agitase la mente: es dable añadir á la máxima, que no se debe retocar una obra, escrita en un instante de inspiración, cuando ya el espíritu no tenga la misma idoneidad. Hay inminente riesgo de (la- quear en la demanda y de no salir con éxito* La virtud de la inspiración es tal, que guía y conduce al poeta hasta en la elección de la forma literaria más adecuada al asunto que enardece su fantasía. Así Peón y Contreras, sin anterior ni preconcebido intento, eligió para estos boce- tos el romance octosílabo, que á la elegancia y sencilleí de su mecanismo, une y añade su gran facilidad narrativa. Obró cuerdamente al escogerlo, que en él, por lo demás, y según anda en lenguas, es docto y consumado maestro. Tiene su historia, como todos los libros, el que hoy en- trega al dominio del público» Hela aquí, tan breve como es: El sentido poeta Joaquín Trejo, que entre paréntesis se distingue también como romancero, pidióle á fines de 1878 una poesía para el Anuario Universal, cuya publicación pre- paraba el conocido editor D Filomeno Mata, y accediendo á darla Peón y Contreras, pensó algo que de lo vulgar se se- parase, la noche del mismo día, y al siguiente puso en manos de Trejo el romance titulado Doña Brenda, el primero de los en este volumen insertos, que van colocados según orden cronológico. Meses después, juzgando oportuno y de alguna novedad el escribir una colección de varios de la propia ín- dole, dedicó á la empresa los pocos ratos de ocio que le per- mite el arduo ejercicio de su profesión humanitaria, y fué acopiando paulatinamente los materiales del libro que hoy da á Ja estampa. Tres de estos romances, que en. atención á su esencia lle- van con suma propiedad el epíteto de dramáticos, han visto ya la luz, por separado, en las columnas de El Cronista de Méjico. En el Anuario Universal correspondiente al año ROMANCES I99 de 1879, apareció, como antes dije, el de Doña Brenda, origen de todos. Los demás se dan por primera vez á la imprenta. Ahora bien, estos bocetos, que he principiado por califi- car de encantadores, f tienen prendas suficientes para mere- cer tal dictado ó mi grande afecto á Peón me compele á mirarlos al través de prisma color de rosa? No soy amigo de afirmar nada sin pruebas, y paso á exponer la razón de mi fallo. Es común dictamen entre personas capaces de voto en cuestiones literarias que, para que una obra de arte sea digna de este nombré, debe ser bella en el cuerpo y en el alma, en la forma y en la esencia. Con demostrar yo que llenan ambas condiciones los presentes romances, habré demostrado también que los califiqué exactamente y que soy su juez y no su defensor ni su abogado. Tan ostensible y manifiesta es la belleza de su forma, que no haré grande esfuerzo para patentizarla. Suma sen- cillez y elegancia suma en el estilo; descripciones de figuras, sitios y objetos, que ni con pincel y en lienzo dibujados, tendrían más verdad, viveza y colorido; imágenes y tropos, cuya exactitud y gallardía nada dejan que desear; carac- teres múltiples, verosímiles, bien definidos, llenos de vigor y entereza, y trazados con tres ó cuatro rasgos vigo- rosos ; escenas cuyo movimiento palpita al través de la grá- fica narración, pocas veces alternada con breves y expre- sivos diálogos : he aquí los más brillantes arreos de estos romances. Su estilo no es ciertamente de lo más pulido y castigado que imaginarse pueda ; pero ni Peón y Contreras quiere hacer alarde de clásico, ni la escrupulosidad meticu- losa de la dicción constituye la más valiosa prenda de una obra literaria, si bien son estimables siempre, la tersura, integridad y pureza del lenguaje. Ha cuidado Peón única- mente de que el estilo sea bello, claro y sencillo, de que su transparencia deje ver en todo su esplendor las galas de la r t r JJQP PEÓN Y CONTRERAS inspiración, como el cristal del arroyo deja ver las matizadas pédrezuelas de su lecho, y no se ha preocupado con ahinco, ni era necesario, de colocar simétricamente las palabras y frases, en testimonio de vasallaje al tenso canon gramatical. La primera y más sobresaliente belleza del estilo de Peón estriba en su originalidad. Comenzó en los albores de su vida literaria, por imitar á García Gutiérrez y al duque de Rivas, de estilos bastante diferentes, y como al ñn y al cabo tenía inspiración propia, y fuerzas suficientes para volar sin ayuda de ajenas alas, pronto se desligó de tales influencias, acabando por formarse un estilo peculiar, eminentemente airoso, flexible y elegante, que le distingue, separa y singu- lariza, entre todos los artífices de la opulenta lengua cervan- tina. Principiando por imitar buenos modelos se llega á tener buen estilo propio, según la respetable opinión del ♦ clásico y egregio poeta castellano D. Manuel José Quintana. No viniendo á ser el estilo más que la veste de las concep- ciones, si éstas tienen la necesaria potencia de originalidad» tiene de ser aquel irremisiblemente original. En cuanto al espíritu de estos romances, con decir que es el mismo de los dramas del propio autor, está definido y explicado. £1 incondicional y profundo sentimiento de honor, como basé y disciplina de conducta y régimen; el encendido ardor caballeresco en toda su recrudecencia, como estímulo y acicate de levantadas hazañas y osadías ; la más amplia y completa libertad de albedrío, como factor in- mediato y responsable de todos los actos consumados; el amor ardentísimo, con su cortejo de celos, desengaños, arro- bamientos y esperanzas, como objeto y móvil de todas las aspiraciones, proezas, desenfrenos y delitos; el hondo remor- dimiento de la conciencia manchada, como pena ineludible de las malas acciones y los crímenes ; be aquí el espíritu de estos romances. ¡ Nada más bello é inefable que ensalzar las excelencias del alma y cubrir con el velo de la poesía sus mezquindades é impurezas ! Templo magnífico levanta Peón ROMANCES 201 y Contreras al bien y á la virtud, y en sus aras quema la mirra de su ingenio. Pone obstáculos y escollos, rodea de tentaciones y apetitos al carácter virtuoso y entero, para que, superándolos, sirva de ejemplo y enseñanza. Parece como que la virtud que no lucha, que no vence resisten- cias, que no entra en abierta conflagración con elementos perniciosos, no es virtud ó no tiene por lo menos energía y firmeza. De aquf los trances y encuentros, de tan difícil desenvoltura, en que á sus personajes coloca Peón y Con- treras, y de los cuales brota la colisión dramática, como la pólvora atacada, de la mina á que se prende fuego. Es vivísimo y terrible el incendio de las pasiones en estos romances, por cuanto son nada más el epílogo ó el desenlace de dramas que se han venido desarrollando en la sombra y que estallan de repente, como el volcán, entre re- lámpagos de luz, borbollones de lava, estruendos y tem- blores. Bastan las anteriores breves consideraciones, en apoyo de las cuales cito los mismos romances, para dejar demostrado que éstos son-bellos en el cuerpo y en el alma, en la forma y en la esencia. ¿Se necesitan aún más pruebas? Allí están ellos : examínelos el lector, analice sus bellezas, mida su grandeza de concepción, pese sus calidades literarias, y juzgándolos con recto y sano criterio, habrá de convenir conmigo, en que, lejos de excederme en el elogio, ha sido parca, cuanto sincera, mi alabanza. Desearía, para dar mayor peso á mis razones, compro- barlas con trozos entresacados de los romances ; pero me persuado á que es mejor recomendar su atenta lectura, ya que, de copiar lo estimable que tienen, me vería constreñido á copiarlos íntegros. Difícil por extremo sería elegir los me- jores pasajes, siéndolo todos. Para darles más vaguedad, no les ha fijado Peón, ni tiempo ni lugar. Sábese únicamente que pasan en edad ca- balleresca, por el tinte peculiar de los hombres, trajes» 202 PEÓN Y CONTRERAS muebles, usos y costumbres, que en ellos se describen, y so- bre todo, por los característicos sentimientos de nobleza, valentía y honor, á que sus personajes obedecen. En cuanto al lugar, lo mismo se puede suponer que tienen efecto en España ó en Méjico, como en el Perú ó en otra cualquiera de las naciones sometidas al yugo español, durante el siglo de los grandes atrevimientos y de las grandes conquistas. Hay entre ellos, uno, que se apaña y separa de la índole dominante en los demás, cual es el denominado Alfredo, y que encierra todo un poema de congoja y luto para Peón y Contreras. Aquel nombre llevó en vida uno de sus her- manos queridísimos, cuya súbita y temprana muerte le hirió con aguda saeta en lo más íntimo del corazón, y era natural que, como poeta, exhalase su dolor en melancólicas cadencias. Bajo el velo celestial de hermosísima alegoría, re- fiere con seráficos acentos de ternura y amor, el reñido combate que traban la muerte y la vida, antes de- que la primera logre arrebatar del mundo á un alma virtuosa y bella. Este delicado y conmovedor romance es el único de la colección que no tiene carácter trágico. Tiene, sí, como ninguno de los otros, hondísimo sentimiento, desbordado del alma y apenas contenido en el estrecho molde de la pa- labra. Es una ternísima elegía, escrita con lágrimas. No he pretendido hacer en este prefacio un verdadero juicio crítico de los Romances dramáticos de Peón y Con* treras. Hubiera sido mucho pretenter. Sólo he deseado es- cribir algo que pudiese servirles de introducción ó proemio ya que es costumbre que los libros vayan precedidos de estas cosas. Peón y yo, además, nos vamos habituando á que, cada una de las brillantes obras que publica, lleve, al frente, algunas humildes palabras mías. F. J. GÓMEZ FLORES. DONA BRENDA A ALFREDO CHA VERO Celos tiene doña Brenda De don Diego de Moneada, Pues le han dicho que está loco De amores por una dama, Que es de ilustre nacimiento, Que es de elevada prosapia: Negro azabache los ojos, De marfil las manos blancas, Dos rosas las dos mejillas, Leve pie, frente de nácar, Portentosa la hermosura Y su dulce nombre Laura. Despierta está doña Brenda Y sonando el de Moneada: ¡ Siempre el amor descuidado, Siempre los celos en guardia ) Él sueña con sus amores — Bien lo dicen sus palabras — Y doña Brenda , del lecho Convulsa y turbada, salta. « Laura, murmura don Diego, • » Jura obedecerme, Laura; 204 PE< ^ N y CONTKBRAS » Sé que don Luis te enamora, » Si dices que no, me engañas : » Jura que sola conmigo « Saldremos de aquí mañana». No escucha más doña Brenda, Gira en torno la mirada; Cerca de ella está una silla Sobre la silla una capa, Un gran sombrero de plumas, El talabarte y la daga. Se arroja sobre el acero, Desnúdalo su venganza, Y en el pecho de don Diego Con mano firme lo clava. — Brenda, don Diego murmura. — ¡Infeliz! ¿Por qué me matas? — Traidor... Traidor... — Doña Brenda Dice con la voz airada — — Con esa mujer infame No has de partirte mañana. — ¿Qué murmuras, Brenda mía? ¿Qué mujer es esa? — Laura... Y de un don Luis tienes celos. — I Yo de don Luis de Moneada? — ¡ Celos tu de nuestro hijo ! — No case con doña Laura El inexperto mancebo ROMANCES 205 Que es doña Laura su hermana. De amor que de mozo tuve Fruto fué la desdichada. — Perdona, Diego, perdona, Doña Brenda loca exclamas Don Diego no le responde Que está don Diego sin habla. Doña Brenda espera en vano, Suenan doce campanadas, Lívida está como el muerto, No puede soltar el arma. Sale de su casa y corre Por las calles y las plazas : Va tras de ella la justicia... La justicia no la alcanza. Corre de día y de noche, Un solo instante no para,. Y hasta que llega la muerte Ni sosiega ni descansa. Después de morir le vieron Las ropas ensangrentadas : ¡ Siempre los ojos abiertos, Siempre en la diestra la daga! - 1878. 12 SANCHO BERMÜDEZ DE ASTORGA A MI &EXMAKO JUAN I Está triste y desvelado El conde Sancho de Astorga, Y no sabe por qué catísá Ni sosiega ni reposa; Por dos veces en el lecho Llamó al sueño con faz torva, Y de nuevo otras dos veCes Levantóle su zozobra. Abre el balcón de la estancia* Al antepecho se asoma, . Y su mirada vaguea* Ya del cielo en la ancha bóveda, Ya en el lejano horizonte Que las montanas recortan, Ya en las brumas impalpables Que por el espacio flotan, v Ya en el huerto : entre los árboles, Entre las tinieblas hórridas, Se le figura que mira, Cual dos fantasmas, dos sombras. ROMANCES 20 J Negra capa envuelve á la una, Blanca túnica á la otra. — ¿Quién serán? dice don Sancho, — I Quién serán á tales horas ? It Dirígese conturbado Al camarín de su esposa : El lecho estaba vacío, En gran desorden las ropas > Hundida la muelle almohada, La lámpara silenciosa, El tierno Dio en la cuna, Y una sonrisa en su boca. -- ¡ Es ella la inferné \ ¡ Es ella I Clama don Sancho, y retorna Á su aposento y un rico Arcabuz, airado toma. III Del balcón muy cerca vagan Los dos amantes, que inmolan En aras de su cariño Paz, ventura, y hasta el honra. 208 ... , ._ P5ÓN Y CONTRERAS La luna arrojó un instante Su blanca luz melancólica, Iluminando los rostros De un mancebo y una hermosa. -^-jEs ella!... Repite el Conde. ¡ Desventurada traidora ! Y es él, mi primo don Arias, ; El traidor que me la roba ! Subió la sangre á sus sienes, Tendió el arma matadora, Y apuntó; pero no sabe Á quién primero le toca Lavar con su sangre ardiente. La mancha de su deshonra, Si él á quien tanto ha querido, Si ella á quien aun tanto adora. En perplejidad tan grave, En vacilación tan hosca, Oye estas dulces palabras Que el aire trae en sus hondas. — «Si tu murieras, bien mío, ce Muerta mi esperanza loca, « En el corazón al punto « Hundiera mi daga toda. » — \ Pues húndela ya, don Arias ! — Grita el Conde con voz ronca, Y del arcabuz tendido Partió la muerte, celosa De tanta dicha. — Bañada ROMANCES 209 N En sangre, en la verde alfombra, Cayó la dama lanzando Un ¡ay! de mortal congoja. — ¡ Maldito seas, maldito Sancho Bermúdez de Astorga ! Gritó don Arias, gimiendo En convulsión espantosa. Llevó á la cinta la mano, Brilló la luna en la hoja, Y en el corazón al punto Hundióse la daga toda. Dejó el arcabuz don Sancho En ün rincón de su alcoba, Y fuese al lecho, y durmióse Hasta el rayar de la aurora. i*. MARGARITA A VICTORIANO AGÜEROS I Margarita estaba triste, Triste y sola. — Margarita Que nunca tuvo placeres, Ni nació para alegrías. Cuando el maternal cariño Hizo faltará su alma tímida, Y preguntó por su madre Á un rodrigón que la mima, Y á una dueña octogenaria Que la cuidó desde niña, Que con el alma la quiere Y amorosa la acaricia; Lleváronla hasta la iglesia Y enseñáronle una fría Sepultura, á ios fulgores De una lámpara bendita. Allí desde muchos años Su pobre madre dormía, Y allí lloró muchas horas Triste y sola Margarita ROMANCES 21 X II Hasta allí se fué una tarde Margarita desolada, Y ante la fúnebre losa Dijo estas tristes palabras \ — ¡ Ay , madre ! ¡ Madre querida 1 ¡ Ay, madre mía del alma ! Con un hombre á quien no quiero Van á casarme mañana. — ¡Mañana.,. ! Repitió el eco De las bóvedas sagradas. — Sí, mañana, madre mia, Murmuró la .desdichada, Creyendo que de la tumba Su madre le contestaba, Y allí derramó 4 torrentes £1 tesoro de sus lágrimas. III Es don Gaspar de Hinestrosa Un señor de horca y cuchillo, Rubio el cabello y la barba, Miradas de basilisco ; Nunca en su vida ha llorado, 212 PEÓN Y CONTRERAS Nunca en su vida ha reído ; Negro es su- humor como tizne, Y el alma negra, lo mismo. Con él quieren que se case Margarita» y se lo ha dicho Á la doncella su padre, Que es indomable y altivo, Que cuando tiene un deseo Necesario ^s el cumplirlo, Que no se ablanda con lagrimas, Ni con ruegos ni suspiros. Ha terminado la boda, Ha terminado la fiesta ; Margarita, coronada ~ De azahar y de azucenas, De rodillas y gimiendo En el rincón de la iglesia, Ante la lápida triste De esta manera se queja : — ¡ Ay madre ! Ya estoy casada, Y sé que á las seis me espera El que es mi señor y dueño Y mi albedrio encarcela. ¡ Ay madre, madre del alma f ROMANCES ' 213 Dime tú, ¿ qué me aconsejas ? Antes de partir mi lecho Con quien el alma detesta, Quisiera bajo la losa Que tus despojos encierra Dormir, madre... ¡Dime, madre, Si no es mejor estar muerta!... — ¡Muerta!... Reprodujo el eco De las bóvedas excelsas. — ¡ Muerta ! Exclamó Margarita. — Bien, madre, esta noche mesma, l. V Estaba el sol moribundo Expirando entre tinieblas, Cuando la dama, llorosa, Salió al atrio de la iglesia. Rumbo á su noble morada Cruzó las calles estrechas. Llegó á su casa... En su alcoba Entró con frente serena. Mudos, de ella se despiden El rodrigón y la dueña, Los únicos que la quieren... ¡ Sólo á ellos quiso ella ! * Los ojos vuelve hacia el lecho, 214 PEÓN Y COKTRERAS — ■ ■ I ■ ■■ ■ — ■ ■ ■ . > « MI ■■■ ■■■■■■ 1 I ^ | ,,, ■ _ . — ^ ^* tos cortinajes desplega; Suenan las seis en los aires, Cuenta las seis y se acuesta. Reclina en la almohada blanca La peregrina cabeza, Y conteniendo el resuello Margarita inmóvil queda. No respira Margarita, La acosa el aire y no ceja, Que le niega el paso al aire Su voluntad que es inmensa. De su tez el blanco lirio Se marchita y azulea, Hinchase el pecho y se cuaja Su virgen sangre en las venas. Oye en son confuso y leve Unos pasos que se acercan... No oye más... En su cerebro Se han roto al fin las arterias. — \ Margarita ! ¡ Margarita ! Grita don Gaspar y entra En la estancia. — ; Margarita! ROMANCES 215 Margarita no contesta : Descorre los cortinajes.. ¿ Margarita estaba muerta Con la frente coronada De azahar y de azucenas. 1879. RAMIRO RAMÍREZ A FRANCISCO PATINO I Nieve el marmóreo semblante, Las negras pupilas fuego, Viva imagen espantosa Del exterminio y los celos, En la mitad de la estancia, Empuñando agudo hierro, Está Ramiro Ramírez „ De rencor y de ira lleno. Cerca de él, de un gentil hombre Yace el cadáver sangriento, Y á sus plantas Berenguela Doblega el lánguido cuello. — Mi amor á un tiempo y mi honra Me robaba ese mancebo... Pagaréis con vuestras vidas Mi honor y mi amor á un tiempo. — Justo es, murmuró la dama: Herid, puéá* que sois mi dueño, Y en un solo punto acaben Mis tormentos y los vuestros. ROMANCES 217 Brilló en la sombra la daga: Se oyó murmurar un rezo : Tras un grito, el golpe rudo De un cuerpo que rueda el suelo... Después el paso de un hombre Que se aleja, y nada luego. II En una oscura capilla Cubierta de paños negros, Enlutada la techumbre, Enlutado el pavimento, Bajo una elevada cúpula, Frente al altar, en el centro, Se ven arder cuatro cirios Y un catafalco en el medio : Sobre él están descansando Dos ataúdes abiertos, El uno de ellos vacio, Ocupado el otro de ellos. El cadáver de una dama Duerme en él el postrer sueño, Y tiene el rostro velado De un oscuro crespón denso. 13 2l8 PEÓN Y CONTRERAS Cérea de ella, inmóvil, pálido, Está un gallardo mancebo, Sin armas y sin insignias, De luto el rico chambergo, La torva triste mirada Fija err los mortales restos, , El corazón moribundo Y estertoroso el aliento. III Es él Ramiro Ramírez, El castellano guerrero Que casó con Berenguela Hace un año más ó menos. En esa misma capilla Berenguela le dio un beso, Y de allí se fué á la guerra Á combatir como bueno. Y es Berenguela la dama Que ocupa el mortuorio lecho... Ramiro le ha dado muerte, La noche anterior la ha muertQ. ROMANCES 219 IV Mira Ramiro Ramírez Al cadáver largo tiempo ; Al fin con trémula diestra Levanta el fúnebre velo, Y aparece ante su absorta Mirada, el rostro hechicero Que aun del cincel de la Parca Resiste al golpe violento; Que aun ostenta la frescura, El hechizo, el embeleso Y la magia seductora De otros felices momentos. Después las fúnebres gradas Sube Ramiro en silencio, Y hasta el ataúd vacío Llega tranquilo y sereno. ¡ Era su lecho nupcial . Aquel espantoso lecho ! Allí estaba su consorte, Su alegría y su contento : A % 220 PEÓN Y CONTRERAS La miró desesperado De amor y de angustia lleno, Y dijo asi con voz lenta Y con moribundo acento : — Ha un año tierna y sencilla, Velado en casto rubor, Me diste un beso de amor En esta misma capilla. Y hoy de mi pena al exceso Vengo en brazos de la muerte, Berenguela, á devolverte Aquel dulcísimo beso. — En los labios de la muerta * Los suyos puso el mancebo ; Se oyó un rumor misterioso Por las bóvedas del templo, Y tras un postrer gemido, Tal vez de remordimiento. Rompió su cárcel el alma... Cayó Ramiro en el féretro. 1879. -DONA BLANCA A EDUARDO GONZÁLEZ GUTIÉRREZ I Sola está la noble viuda En su sombrío retrete ; La servidumbre reposa, Y el tierno vastago duerme. Ella es Blanca, á quien el cielo Colmó de preciados bienes , Virtud, riqueza, hermosura... I Cuánto ambicionarse puede ! Amó un día, y aquel ciego Querubín de alas de nieve, Que anda entre fuego y armado Entre el fuego se divierte, Le dio el arco una mañana Y una aguda flecha ardiente, Y ella gozosa y confiada, Y él vivaz, traidor, y aleve, Dispararon sobre un noble, . Joven señor, bravo y fuerte, Que al débil golpe, sumiso Á los pies de Blanca viene 222 PEÓN Y CONTRERAS Á ofrecerle sos amores; Su fe, su mano á ofrecerle ; Y Ñuño Rico ante el ara Tan noble oferta mantiene. II Partióse Ñuño á la guerra, De la boda á pocos meses ; Fama y honra gana en ella, En ella la vida pierde, Y llorando su desdicha Sin dicha que la consuele, Sumergida en la tristeza De tantos días alegres, Sola está la noble viuda En su sombrío retrete; La servidumbre reposa, Y el tierno vastago duerme. III Súbito golpe se escucha, Se abre el balcón de repente, Y un hombre en su capa envuelto Ante la dama aparece. ROMANCES 223 Sobrecogida de espanto, .Horrible espanto, se cree Presa de extraño delirio Que como rayo la hiere. Mas el honor ofendido Lucha en su espíritu y vence, Y reconoce asombrada Á don Leonel de Meneses. — {Qué buscáis?, dice, y resuelta Á su enemigo se vuelve, Como fuego la mirada, El semblante como nieve. — Busco Blanca, la ventura Que me roba ingrata suerte ; Mil veces os la he pedido, Me la negasteis mil veces. Señora, al pie de esa reja, En poderosos corceles, Mis escuderos, mis pajes, Nos aguardan impacientes. Si juntos de aquí salimos No temáis que no os respeten, De la contrario, este lance ■ La honra vuestra pompromete. — Piedad señor, por el nombre De esa criatura, inocente. ¡ Idos ! Y haced lo que un noble, Por serlo tan sólo, debe. Amigo fuisteis de Ñuño... 224 PE( ^ N Y CONTREftAS Fué en los tercios vuestro jefe... — Señora... — Ó mi servidumbre Haré que al punto despierte. — Si no venis de buen grado Á mal grado haréis que apele, Y entre mis brazos robustos Hasta mi palacio os lleve, — j Paso ! Gritó doña Blanca Y salir de allí resuelve, Mas él con rápido ímpetu En su marcha la detiene Y el duro cerrojo afianza De la puerta... Nada puede Ya la infeliz... £1 infante En la cuna se estremece ; Leonel con sonrisa horrible Hacia la cuna se vuelve ; Blanca adivina su intento... Tal vez su razón se pierde... ¿Qué hace Blanca? ¿Por qué inunda Su faz un fulgor celeste ? Corre á su lecho... ¡Es un siglo Un instante, y es tan breve ! Toma un puñal toledano Que bajo su almohada tiene, Y como herida pantera . . Que á su cachorro defiende, Cuando va á tocar al niño, ROMANCES - 225 Antes que á tocarlo llegue, £1 arma rápida clava En la espalda de Meneses. — Asi has de morir, villano, Que asi los traidores mueren, Y pues, aguardan tu vuelta En la calle tus donceles, Se han de quedar asombrados, ¡Vive Dios!, de cómo vuelves. Dice la dama y un lúgubre Silencio á su voz sucede. IV Y mientras el noble innoble, De pie no puede tenerse, Y al suelo rueda, y rugiendo, En su sangre se revuelve, Blanca á los suyos reclama, Doncellas y pajes vienen, Y llenos de asombro escuchan Estas palabras solemnes: — Deshonrarme ese hombre quiso, Por eso le di la muerte, ¡ Y por donde vino vuélvase Que mi honor asi lo quiere! Señala el balcón, dos pajes 13 ' 226 PEÓN Y CONTRERAS El tronco helado suspenden, Y por el balcón arrójanlq, Cuando aun el alma rebelde, Con doloroso gemido De su cárcel se desprende, Y su infortunio maldice Entre la vida y la muerte. Y mientras se oye en la calle Rumor de rondas y gentes, Imprecaciones y votos, Y relinchos' de corceles, Sola está la noble viuda En su sombrío retrete; La servidumbre reposa Y el tierno vastago duerme. 1879. SOR ANA A MANUEL NICOLÍN ESCHÁNOVE Doña Ana adora en Gelmírez Y Gelmírez en doña Ana : Él es hidalgo, aunque pobre, Ella de regia prosapia. Doña Ana tiene un hermano Y ha jurado antes matarla, Que permitir que se enlace Con Gelmírez doña Ana. II Doña Ana entre los cuarteles De sus jardines divaga, Y espera como acostumbra Á su amante en horas altas. Sopla el viento y en los aires La luna el nublado rasga, Y ve la hermosa en el muro 228 PEÓN Y CONTRERAS Balancearse la escala. El corazón le da un vuelco, Corre y al pie de la tapia, Ve á su Gelmírez tendido En la hierba ensangrentada, Mortal el bello semblante, Y no lejos de él una arma; Mira absorta y reconoce Que es de su hermano la daga. III Del almenado castillo Desde una ojiva, angustiada Miró pasar el entierro De Gelmírez, doña Ana. ¡ Qué de tiernas ilusiones, Qué de alegrías fustradas Junto con el negro féretro Va aguardar la tumba helada! ¡ Pobres flores en su tallo Por el huracán tronchadas, Pobre amor muerto en la cuna, Pobre mujer, pobre alma! Ayer todo era ventura, Campos de oro y esmeralda, Arroyos, aves y rosas ROMANCES 229 Y praderas perfumadas. Hoy, revuelto mar que ruge, Áridas inmensas playas, Campos que el invierno agosta, Negras ruinas solitarias. ¡ Mañana, la noche eterna Á la luz de débil lámpara, El tiempo solo, sin horas, Sin hoy, ni ayer, ni mañanaJ IV Nada á su hermano le dice La doncella desdichada; Ni una queja, ni un reproche.. j Llora, gime, reza y calla ! Nada le dice á su hermano ; Mas á las puertas sagradas De un convento se presenta, Y en una celda se ampara. V Las madres concepcionistas Están de fiesta y de gala, Que con el Rey de los Orbes 230 PEÓN Y CONTRERAS 1 Noble doncella se enlaza, Los más hermosos cabellos Se cortan al pie del ara; La más rica fantasía Quiebra ante el altar sus alas; El corazón más sensible Sepulta sus esperanzas ; El alma más tierna y noble, La más pura de las almas, Del mundo mísero y triste Los anchos limites salva, Y á las celestes regipnes En pos de otra alma se lanza. vr — «Ven, hermano, hasta el recinto De mi celda solitaria; Aquí Gelmírez habita : Ven á clavarle tu daga, Ven, y si quieres herirle En mí misma, el hierro clava, Que es la celda de Gelmírez, El corazón de sor Ana » — Esto la monja escribía, Deshecha en un mar de lágrimas, Desde el oscuro recinto De su celta solitaria. ROMANCES 231 VII — « Burlaste mis ilusiones, Burlaste mis esperanzas; Si antes fué ruda, más ruda Será mi nueva venganza. Te destinaba un esposo Que de estirpe regia emana; Mas puesto que desdeñaste Honra tal, merced tan alta, Y de este modo destrozas Los blasones de tu casa, Y asi sus fueros insultas Y mis derechos ultrajas, Mañana, al morir la tarde, Al locutorio te baja; Que en él estará Gelmirez Esperándote mañana » — Esto á la monja escribía, Desde su noble morada, Brotando sangre los ojos, El feroz Tello de Tapia „ 232 . PEÓN Y CONTRERAS VIII ¿Estaba muerto Gelmirez Ó no más herido estaba? I Fué verdad lo .del entierro Ó fué el entierro una farsa ? ¿ Los cánticos funerales, La negra mortuoria caja, Aquel lúgubre cortejo, Y el clamor de las campanas, Eran engendros tan sólo De su mente conturbada? ¿ Del dolor creaciones fueron ? ¿Fueron delirios del ánima? IX Rodaron tristes las horas... ¡Cuan pausadas, cuan amargas Para el ser desventurado Que mide el tiempo que pasat ¡ Una eternidad la noche Desde el crepúsculo al alba, Y del alba hasta el crepúsculo De aquella tarde, qué calma, ¡ Qué calma tan espantosa ROMANCES 23 3 En medio -de la borrasca! ¿ En dónde se hará pedazos Con el barquero la barca? X Son las seis, la tarde expira, Deja su celda sor Ana, Y con paso vacilante Hasta el locutorio baja. Mira al través de la reja, Y. . . — ¡Es él, Gelmirez ! — exclama, Y sin aliento á los hierros Con mano fría se agarra. Él era, el mismo Gelmirez Embozado en una capa, Pálido como los mármoles De las vetas de Carrara. Detrás estaba un mancebo De retorcida mirada, Fiero, inmóvil, hosco, mudo... El hermano de sor Ana. — I Tello, le grita la monja, Mal haya seas, mal haya Tu horrible burla y la ira De tu espantosa venganza! Y añade la monja, viendo 234 p EÓN Y CONTRERAS Al ser á quien tanto amaba: — Mientes, TeHo, no es Gelmirez Ese enlutado fantasma.... \ Gelmirez está en mi pecho, Gelmirez vive en mi alma! — ¡ Ana, Gelmirez murmura, Yo soy!... Tello no te engaña, Tello consiente en que seas Mi noble esposa ante el ara. Roto está el voto que hiciste Y aquí está la bula santa. — Aqui está, murmura Tello, Y muestra un papel... . —i No! ¡Calla! Exclama otra vez la monja, No es esa sombra quien habla. j Oigo la voz de Gelmirez Que de otro mundo me llama! I Ya voy, Gelmirez, espera! I Ya voy, Gelmirez, aguarda ! Dice. . . Busca entre sus ropas Un objeto, y luego, rápida, Dirigiendo al cielo augusto Hermosísima mirada, Del seno en medio, hasta el puño, Clavóse una rica daga, Y rueda al suelo y la sangre Por el ancha herida salta. — ¡ Maldito seas, don Tello ! ROMANCES 235 Gritó Gelmirez... ¡Mal haya Quien olvidó que hay amores Que una vez sola se matan ! 1879 r \ DONA ELVIRA A BARTOLOMÉ PÉREZ HERMIDA I El conde de Aldaz es viejo Pero tiene esposa joven, Como rosas las mejillas, Y los ojos como soles. Se llama Elvira, y muy tierna En hora ingrata casóse, Porque á casar la obligaron Exigencias y temores ; No el amor, pues era el solo Imán de sus ilusiones Rui-Fernández con quien tuvo Y aun tiene, ocultos amores. II Hijo de Elvira es don Mendo, Mancebo gallardo y noble, Capitán el más valiente ROMANCES 237 De los tercios españoles, Que bajo el delgados cutis Aun el rubio bozo esconde, Y es ya en la ruda pelea De los contrarios azote. III Tiembla Elvira cuando al mozo Contempla embebido el conde; Parece que una honda pena, Oculto cáncer que roe Su corazón, hace á veces Que á su faz el llanto asome, Y la espléndida hermosura De su rostro le trastorne. I Tal vez combaten y estallan En su pecho los dolores, Como las olas de Atlante Cuando se encuentran y rompen ! IV En una vieja poltrona La existencia pasa el conde, Paralizados los miembros 238 PEÓN Y CONTRERAS De añeja dolencia al choque. Diz que en la lid espantosa De una lanza al rudo golpe, - Cayó al suelo y que el sentido Largo tiempo perdió entonces; Y desde entonces no hay modo De que sus miembros recobren, La savia, el vigor, la fuerza Que hubo del destino en dote. Y allí, en su vieja poltrona Está el de Aldaz, una noche, Cuando Fortuno, escudero Que de antaño le conoce, Entra y le dice : — Señor, Sé que manchan tus blasones ; Sé que hay quien aquí te ultraja, Quien escarnece tu nombre. — ¿Quién tal hace ? Con voz ronca, Exclama furioso el Conde. — Señor, tu esposa. — ¿Qué has dicho? — Tu esposa todas las noches Las desiertas callejuelas De tus jardines recorre, De un hidalgo acompañada,- *■ - - ROMANCES . ¿39 En punto á las oraciones. Ruge el de Aldaz en su silla Cual hiena herida, se encoje Y gira en torno los ojos Como inflamados tizones. Ha tiempo que horribles celos Llenan su alma de rencores, Tiempo ha que su pecho hiere £1 desdén de su consorte, Y con acento convulso Exclama : — Fortuno, ¿ me oyes ?, Düe á don Mendo eso mismo. — Y como muerto quedóse. VI — Señor, le dice Fortuno Á don Mendo, noche á noche En los jardines he visto, En punto á las oraciones, Á una dama y á un hidalgo. — Fortuno, y tú ¿ los conoces ? — Señor, el Conde me envía... — ¡Dime al instante sus nombres! — Ella es doña Elvira... — ¡Madre! ¡ Ah, Fortuno, en bien te pone 24O PEÓN Y CONTJtERAS Con Dios, que es reo de muerte, Quien tal secreto conoce!... Rodó Fortuno en el suelo Traspasado el pecho innoble, Y en aquel horrible instante Sonaban las oraciones. VII Al jardín con él sangriento Acero en la mano, corre, Y allí don Mendo dos sombras Distingue en la sombra inmóviles. — Madre... ¡Madre!... — ¿Qué haces, Mendo? Don Mendo no le responde, Blande el hierro, al cual el otro Hierro apenas se le opone, Y como el rayo potente, Y como el rayo veloce, En el seno del contrarío £1 arma sangrienta esconde. Lanza un grito doña Elvira Que repercuten los montes, Y se queda muda y fría Como*una estatua de bronce.. Mira don Mendo que llegan ROMAKCES 24 1 Con luces- dos servidores, Y hacia ellos rápido avanza, "Y en su paso se interpone. — ¡Idos, canalla! Murmura, Y de manos de uno, coge Una tea y torna solo Al horrible sitio, en donde, Aun doña Elvira parece Que no alienta, que no oye, Que no vive, en el espacio Clavada la vista inmóvil. La ve don Mendo y alumbra Y pasmado reconoce, En el sangriento cadáver Á Rui-Fernández de Ordóñez : VIII — Mendo, al fin exclama Elvira Descompuestas las facciones, Pues mataste á Rui-Fernández Ruega á Dios que nos perdone. — ¡ Madre ! — ¡ En tus venas circula Sangre que tiñe tu estoque ! — Madre, escucha... Doña Elvira Cae-ai suelo y no responde. 14 242 PEÓN Y CONTRERAS IX Dentioy fuera del palacio Se escuchan sordos rumores. ¡ Se acerca al sitio del crimen La justicia de los hombres ! Es fuerza que ignore el mundo, Es fuerza que el mundo ignore; Que en casa de Aldaz habitan La deshonra y. las traiciones. Mendo se acerca al cadáver, Sobre sus hombros le pone, Y por un portillo estrecho Que da á los campos, salióse, Medroso el paso y ligero, Con el cabello en desorden. Tinto hasta los gavilanes De propia sangre el estoque. 1879 ^ I w ■ » GABRIELA AL BE. FRANCISCO MONTES DE OCA I $in más testigo que el sol, Que su luz al mundo roba, Está Gabriela en la playa Con su pensamiento á solas. El mar con débil murmullo Sobre la arena rebosa Y las plantas de Gabriela Casi lame y casi moja. Inquieta vuelve los ojos Á todos lados, y llora : Al fin se detiene inmóvil; Ya sonríe, ya solloza ; Sobre el seno palpitante La gentil cabeza dobla; Sus brazos cuelgan; las manos • Entreteje una con otra, Y vaga, sin que se fije Ni en el cido ni en las olas, Entre .las olas y el cielo, Su mirada melancólica ; ' 244 PE( ^ N Y CONTRERAS Su suelto cabello agita La brisa murmuradora, Y entre sus hebras de oro Prendida lleva una rosa. Cerca de ella está amarrada Una barca pescadora, Y entre los médanos áridos Que el huracán amontona, De una humilde ranchería Se ven las modestas chozas Y el vetusto campanario De una capilla católica, Con una sola campana, Con una campana sola, Que en aquel instante mismo Á las oraciones toca. II El corazón se estremece De Gabriela... ¡Ya es la hora! Ya «o ha de tardar su Félix. Al fin su Félix asoma : Félix llega triste y pálido, Algo tiene, algo le enoja; Le da su mano, y su mano Está fría y temblorosa. ROMANCES - 245 Ya no tiene como en antes La mirada halagadora; Parece que. tiene miedo, Parece que se abochorna, Parece, cuando se acerca Á la niña encantadora, Que una oculta voz le dice : »¿Por qué, Félix, la traicionas?» III — Félix, — murmura Gabriela. — Y era su voz melodiosa Como suspiro del aura, Como arrullo de paloma. — Félix, amor de mi vida, Te he esperado muchas horas, Muchas... ¡Ingrato!... ¡Y no has ido! ; Como te aguardaba ansiosa En mi ventana! ¿No sabes Lo que mi pecho te adora ? ¿En que estás pensando, Félix, Dime. . . ¿ Por qué me abandonas ? ¿ Es verdad cuanto me han dicho ? ¿Á otra quieres? ¿Amas á otra? ¿Que hablar con ella te vieron? ¿Que en el templo la enamoras? 14. 246 PEÓN Y CONIFERAS ¿Que á todas partes la sigues Y que de noche la rondas, Y que suspiras enfrente De su reja silenciosa? ¡ No te he visto en siete noches ! ¡Aquí están las siete rosas Que conmigo te aguardaron ! ¡ Que te cuenten mi congoja ! ¿ Las quieres ? Mira éstas, mustias, Marchitas y sin aroma. Mira ésta, que aun tiene vida. Aquí tienes la de ahora. Si me amas como otro tiempo, Dale un beso en la corola. Si es verdad lo que me han dicho, Entonces, Félix... ¡Deshójala! — Félix de la bella mano De la niña la flor toma, Y los pétalos arranca Y en la arena los arroja. — Más tiempo no he de engañarte, Pobre Gabriela, perdona; Que para esta misma noche Concertada está mi boda — Dice el infame... Se aleja... Y quedó Gabriela atónita, Fija la vista en la arena, Fija la vista en las hojas. ¡Siente que le falta vida, ROMANCES 247 Que su razón se trastorna, Que todo en torno se mueve, Que se cae,, que se ahoga ! IV I Fantasmas de oro y de nieve Que poblasteis su memoria, Huid y desvaneceos Como la luz en la sombra ! Soñando estaba despierta; Ya no sueña... ¡Qué espantosa Pesadilla entre sus lazos Su alma mísera aprisiona ! Gabriela. . . ¡ Infeliz Gabriela ! ¡ Ya es tarde, vuelve á tu choza, Que en ella velan tus padres, Que en ella tus padres lloran ! ¡Ah!... Permanece en la playa Inmóvil y silenciosa... Para ella el mundo es la tumba. ¡Y ella est¿ en la tumba, sola! Nada mira, nada escucha, 248 PEÓN Y CONTRERAS La razón perdida, loca, Vagabundas las ideas En torno á su mente flotan, Como ráfagas brillantes De luz en cavernas hondas, Como de una arpa lejana Las inarmónicas notas. ¡ Estrellas de un cielo puro Que su luz pálida agotan, Roncos gemidos de muerte, Entre cánticos de gloria ! No ha visto en el horizonte Una parda nube torva, Que extiende sus negras alas Y el diáfano espacio entolda. Se figura que .ha caído De su frente una corona . Que son pedazos de su alma . Aquellas hojas de rosa; Que está escrito en cada una . Un libro entero, una historia De malogrados afectos, De esperanzas ilusorias; Que allí están sus alegrías, Sus juveniles zozobras, Las lágrimas de sus ojos, Las sonrisas de su boca. ROMANCES 249 VI • Se le figura el nublado Ancha sábana mortuoria Y la luz de los relámpagos Las sepulcrales antorchas. . Rápida, como impulsada Por atracción misteriosa, Dirige el paso anhelante Á la barca pescadora. Entra en ella, en los abismos El timón y el remo arroja, Y desamarrando el cable Que le sujeta á una argolla, Entrega el débil madero Al hondo mar que le azota, Y el huracán lo arrebata Entre el fragor de las olas. Lo que pasó aquella noche Larga, negra y tempestuosa, Entre el abismo del cielo Y el abismo de las ondas, 250 PEÓN Y CONTRERAS Dios lo sabe. — ¡Al otro día Vieron una barca rota, Y el cadáver de Gabriela Junto á un peñón de la costa ! 1879. GIL A MI HERMANO PEDRO Oye, Gil... Esposo mió — Teresa con voz confusa Dice, ahogando los sollozos Que su aliento débil truncan. — No salgas, Gil, esta noche Que es de mi vida la última, Y cuando llore la niña Que está durmiendo en la cuna, Yo no podré levantarme Á consolar su amargura. Si tú no estás en la casa ¿Quién su blando sueño arrulla? Gil como siempre á la pobre Teresa abstraído escucha, Y por sus trémulos labios Vaga una sonrisa estúpida • Gil, otro tiempo tan bueno, Al torpe vicio tributa La adoración insensata Que su noble instinto turba 252 N PEÓN Y CONTRERAS Duerme cuando el sol ardiente La ciudad y el campo alumbra; Y cuando tiende la noche Su negra sombra confusa, En el garito, en la orgia Va á arrastrar su vida oscura, Ó de vil ramera en brazos Placer satánico busca. II ¿ Qué valieron de Teresa La esplendorosa hermosura, Halagos, ruegos, suspiros, Y lagrimas y ternuras! Indómitas, las pasiones, Como encadenadas furias, En el pecho' se desatan Del mancebo, y en él triunfan. Torpe amistad y menguada Su ardor juvenil azuza, Y mil seductores goces Su edad temprana deslumhran. ROMANCES 25 } III Robó el dolor á Teresa Su esplendorosa hermosura : Las rosas de sus mejillas Están pálidas y mustias. La miseria pavorosa Su alma sensible atribula, Y en su insaciable vorágine Sus alegrías sepulta. — Oye, Gil, con voz más triste Y más lenta continúa, Jamás partió de mis labios Ni un reproche, ni una injuria; Agotaste tus caudales Agotaste mi fortuna, Tus caudales eran tuyps, Y mi fortuna era tuya. Destrozaste el pecho mió, Sus ilusiones más puras Rodaron bajo el imperio De tus traiciones injustas; Hiciste bien, bien hiciste, Que mi pobre vida es única, Y yo al pie de los altares Te di mi vida... Era tuya. Mas la preciosa existencia 15 Á » 254 PEÓN YXONTRERAS De esa angélica criatura Tus cariños necesita, Y necesita tu ayuda. I No salgas, Gil, no me dejes Sola con mi horrible angustia En esta noche tan triste Que es de mi existencia la última ! Gil por única respuesta Su negro bigote atusa, Se cala el ancho sombrero, Y al decirle con voz ruda « Todas las noches la misma Canción y la misma súplica... Y nunca acaba de abrirse Para ti la sepultura», Soltando una carcajada De horrible sangrienta burla, Se salió dejando sola Con Dios á la moribunda IV Está ya Gil en la calle : De pronto mira una turba Salir del templo y se para De un farol en la penumbra, De gentes alegres todas «»w « * ■■■ ROMANCES 255 Entre multitud confusa, Se ven dos novios, que acaban De doblar á la coyunda De himeneo, el cuello dócil Al placer que los adula. Él con lujoso vestido, Ella con lujosa túnica Coronada de azahares Blancos como nieve pura.*. Y siente Gil que la sangre En sus venas no circula Y en tropel en su cerebro Mil ideas se acumulan : Recuerda la alegre noche En que á la luz de la luna Salió de aquel mismo templo Entre mil alegres turbas, Con su Teresa del brazo, Flor que el ambiente perfuma, De felicidad radiante Y radiante de hermosura; Recuerda cuando en el atrio Amor eterno le jura ; Recuerda que él no ha cumplido De sus promesas ninguna; Recuerda que en su pocilga La ha dejado sola y mustia Tocando con mano fría Los dinteles de la tumba» 256 PEÓN Y CONTRERAS Agudos remordimientos Su pecho intranquila punzan Y dirige á su morada La débil planta insegura... Él á su pobre Teresa Le va á decir que no sufra, Que sus infamias perdone, Que dé al* olvido sus culpas. Y embebido en esta idea, Temblando el paso apresura, Porque algo teme, algo teme Que de horror su mente nubla. V — I Teresa!... ¡Teresa!— Grita, Y entra en la estancia que alumbra Una miserable lámpara Que en aquel momento ondula Sü débil llama, rastrea En torno y lanzando algunas Tristes ráfagas, se apaga Dejándolo todo á oscuras. Gil se detiene y vacila Presa de horrible pavura. Esa lámpara que muere, , ¿Qué de espantoso le anuncia? ♦•* ROMANCES 257 Teresa,.. Grita de nuevo. — Teresa mía ¿estás muda? Soy Gil que viene á quedarse. ¿Dónde hay luz? — Á tientas busca Un viejo velón, lo encuentra, Lo enciende y la estancia alumbra, Y alumbra el lecho y arroja Un grito de espanto y duda. Teresa ¿está desmayada? ¿El sueño acaso la abruma? — Teresa... Grita... j Teresa! ¿Me perdonas? ¿No me escuchas? Le toca el pecho y no late, Toca su arteria y no pulsa: En aquella estancia reina La paz de las sepulturas. Toma Gil las blancas manos Que acariciaron las suyas, Y en el copioso torrente De su llanto las inunda. Ve espantado aquellos ojos Y aun en las pestañas húmedas Mira pendiente una lágrima De dolor y de amargura, Y á aquellos labios que un día Ostentaron roja púrpura, Y ahora tan sólo cubre Lívida y mortal blancura, Pide una sola sonrisa... 2j8 PEÓN Y CONTRERAS Una sola frase.. . Una Palabra sola... ]Una sola De perdón! — ¿Qué es lo que busca? Convulso, desatentado Arranca de su cintura Una hoja aguda y luciente, Que con fiera mano empuña ; Mas cuando toca su pecho La fría acerada punta, Se oye en la cuna un gemido Que el mortal silencio turba. — Perdón Dios mío... Perdona, Teresa. — El triste murmura... Y suelta el hierro. •. Y llorando Se postra al pie de la cuna. ; i879. EDUARDO A LA MEMORIA DE RICARDO GAYOSSO I Sobre el azul de las ondas Está la barca velera, Está junto al muelle el bote, Está el pasajero en tierra... Es Eduardo... En los amores De su madre patria piensa, Y en otro amor más hermoso En otra madre más tierna, La que en sus nobles entrañas Alimentó su existencia, La que su cuna mecía, La que en la playa serena De la vida, vio de lejos En mar airada y revuelta, La prenda de sus amores Juguete de la tormenta. Es Eduardo..'. Muchos días Lloró en la playa sus penas, Las injurias del destino, Los rigores de la ausencia. 26o PEÓN Y CONTRERAS Al fin sonríe, muy pronto Terminarán sus querellas, - Que en el azul de las ondas Está la barca velera. II Hay unos tristes amores, Hay una pasión inmensa, Hay un rival que en la sombra Mortal angustia alimenta. La ponzoñosa serpiente Que se enrosca entre la niebla, Los celos, el negro monstruo De la humanidad entera; £1 que enciende en las pupilas Satánica luz siniestra; El que fragua horribles dramas Siempre inquieto, siempre en vela; El monstruo que cabe el lecho Mudo y sombrío se sienta, Y roba el sueño á los ojos, Y la ira desenfrena, Y azuzando al pensamiento Con la vigorosa espuela, En el infierno del alma Á perecer nos condena... ROMANCES 26l Él contra el seno de Eduardo Armó la terrible diestra, Él mató sus ilusiones, Sus esperanzas más bellas. Cayó Eduardo en sangre tinto, Sobre la blanca ribera, Y al morir bañó la muerte Su semblante de tristeza. . . Sobre el azul de las ondas Quedó la barca velera, Quedó junto al muelle el bote, Quedó un cadáver en tierra. 18Í9. *5 BOJORQUES A GONZALO A. ESTEVA I Está en su oscuro aposento Juan Bojorques de Vadillo, Y está solo como siempre Y como siempre sombrío. Se abre de pronto la puerta : Con pasó grave y tranquilo Entra Violante, trayendo De la mano á sus dos hijos. Vestida de negro viene, Triste el semblante, abatido ; Tristes, también y de negro Vestidos vienen los niños. II — ¿Qué quieres? Hija. ¿Qué quieres? — Ma han dicho, señor, me han dicho Que á la noble madre mía ROMANCES 263 Diste muerte en este sitio. ¡ No miente padre, quien toca De la tumba el marmol frió, Y hoy ha muerto mi nodriza, Y ella al morir me lo dijo ! — Tembló el anciano Bojorques, Lanzó su pecho un rugido, Y sus demacradas manos Cubrieron su rostro lívido. Del sitial en que se hallaba Como presa de un delirio, Se alzó violento, en el suelo Clavando los ojos fijos. Miró á sus plantas abrirse Las entrañas de un abismo, Y del antro tenebroso En el inmenso vacio, Desplegar sus leves alas Un fantasma peregrino, Bella seductora imagen De un ser amado y perdido : Oro ks rubias guedejas Del cabello suelto en rizos, £1 hechicero semblante Con la blancura del lirio, Cuajado el llanto en los ojos Como gotas de roció. Y en el seno palpitando Con los últimos latidos, 264 P£ ÓN Y CONTRERAS Hasta el fondo, entre la sangre Que salta en copiosos hilos, Clavado por fiera mano Un implacable cuchillo. Giró Bojorques en torno Los ojos despavoridos. Oyó murmurar su nombre Y un postrer mortal gemido, Y de Violante y sus nietos Huyendo y lanzando un grito, Cayó, convulso y demente, Á los pies de un crucifijo. III Después de una breye pausa, Pausa que parece un siglo, Con acento cavernoso Murmuró entre dientes : — Idos — Guárdeos Dios, dice Violante, Guárdeos Dios en el castillo Que en orfandad dolorosa Fué de mi existencia abrigo. Mas ni he de volver á veros, Ni á llevar vuestro apellido, - Ni éstos mis hijos, señor, Ni los hijos de mis hijos. ROMANCES 265 Después, de la oscura estancia Salió con paso tranquilo. Y quedó muerto Bojorques Á los pies del crucifijo. 1880. JAIME ACUNA Á FRANCISCO ZAVALA I Después de muy larga ausencia Retorna á su casa Jaime, Y al penetrar en su estancia Se detiene un breve instante. Allí unos brazos queridos Deben estar esperándole, Y unos purpurinos labios Que de amor sólo han de hablarle. Y allí escuchar ha creído, Alli mismo, en los umbrales •De la puerta, los rumores De dulces besos, y frases De halagadoras promesas, Y hablar oyó de un enlace En risueño paraíso > • De placeres inefables. Con mano crispada y trémula £1 endeble cancel abre, it entra y palidece y calla Del asombro ante la imagen. ROMANCES 267 Allí están, la esposa adúltera, Inés, su dueño, su arcángel ; Y Lope, su hermano Lope, De quien él ha sido padre. II — ¡ Lope ! . . . j Inés ! — Murmura, y mir* Aterrado á los amantes; Los. mira inmóviles, mudos, Pandos como cadáveres; Sin calor frentes y labios, Sin latido el seno exangüe, Todo espanto la mirada, % Todo estupor el semblante. Jaime ruge, el hierro empuña Y lo esgrime ; mas no sabe, Á quien matará primero... ¡ Porque es forzoso que mate ! Se acerca á Lope... ¡Es su hermano! [ Carne de su misma carne ! Se acerca á Inés... ¡Es su alma! ¡ De sus propios hijos sangre ! Se acerca á la una y al otro, Entre el uno y la otra párase, Y vuelve hacia ellos y de ellos Torna airado á separarse. Jaime Acuña ¿ estará loco ? - 268 , PEÓN Y CONTRERAS ¿Qué va á hacer? ¿Qué es \o que hace? ¿Con que es verdad lo que mira? ¿Ellos son los miserables? Lope, á quien crió desde niño, ¿Asi paga sus bondades? ¿ Asi Inés destroza el nudo Hecho al pie de los altares? ¿ Qué es el mundo, la existencia, Sin un amor que la halague? ¡ El alma sin esperanzas Sus ligaduras desate, Deje en la tierra las flores Que vio en el polvo secarse, Y á otra región, á otra vida. El espirita se lance ! Jaime al cielo la mirada Levanta ardiendo en coraje, Balbuce algunas palabras Que de su pecho no salen, Vuelve contra él la filosa Punta, se la clava, y cae, Y ensangrentado murmura : » Orad sobre mi cadáver » — Un doble grito, espantoso, Resuena, rasgando el aire, Y en una vecina torre Dan las doce en ese instante. •i e ROMANCES " 269 HI De una desierta capilla Bajo la sombría nave Está una estatua yacente Sobre un sepulcro de jaspe. . Dicen que es de Jaime Acuña Aquella estatua la imagen ; Clavado tiene en el seno Un puñal mohoso de sangre, De sangre añeja, y murmuran Vicarios y sacristanes, Las gentes todas del pueblo, Y lo afirma hasta el alcalde, Que aquel puñal es el mismo Con que Acuña logró darse Airada muerte una noche ; Mas la causa, no la saben. IV Se oye en la puerta del templo Rechinar la enorme llave, Y en él penetra una dama Vestida con negro trajs. , PEÓN Y CONTRERAS Hacia el sepulcro e Sus pisadas desiguales Y de hinojos se prosterna Ante la estatua de Jaime. Clava en el rígido rostro La mirada agonizante, Y una tras otra en el mármol Sus tristes lagrimas caen. Se oye en la puerta del templo Rechinar la enorme llave, Y envuelto en oscura capa Entra un hombre con pie grave. Hacia el sepulcro encamina Sus pisadas desiguales, Y se detiene en silencio Junta á la estatua de Jaime. Gava en el rígido rostro La mirada agonizante, Y una tras otra en el marmol Sus tristes ligrimas caen. Los dos parece que miran La helada estatua animarse, Qne el duro mármol golpea ROMANCES 27 1 El corazón palpitante, Que aquellos ojos se encienden, Que aquellas arterías laten : Aun creen que les salpica El rostro, la ardiente sangre, Y que los lívidos labios Por la vez postrera se abren, Y ensangrentados murmuran : » Orad sobre mi cadáver, » Y en la torre solitaria • Dan las doce en ese instante, Y un doble grito espantoso Resuena, rasgando el aire. Hay gran tumulto en la Iglesia, Las gentes entran y salen, Todo el mnndo se hace lenguas, Y es que el mundo nada sabe ; No sabe por qué motivo Los cuerpos helados yacen De doña Inés y don Lope, Junto á la estatua de Jaime. 1S79 * JUAN FARRIZ A JOAQUÍN BARANDA I Apenas del sol ardiente Entra un débil rayo de oro Que alumbra el recinto estrecho, De un oscuro calabozo. Sobre un jergón, en el suelo, Apoyando en él los codos, Sobre los codos las manos, Y entre las manos el rostro, Está un anciano abatido Por el dolor y el insomnio, La tez marchita y arada, Secos y ardientes los ojos. Allí la humana justicia Guardóle un año tras otro, Y allí vio correr los años En cautiverio espantoso. Diez lustros cumple aquel día, Y al tender la vista en torno, No halla una amiga mirada, Ni un semblante cariñoso. ROMANCES 273 I Nadie..*..! ¡Nada! ¡No! ¡Mentira! Ni está aislado, ni está solo; Allí está con sus memorias Y con sus recuerdos todos. Allí están sus alegrías Y sus tristezas, sus odios, Sus afecciones... ¡Un mundo Con él en su calabozo ! — Padres, hermanos. — Exclama. ¡ Cuántas veces os vi en torno De una mesa, en mis natales ! ¡Y yo en medio de vosotros! \ Cuánta luz, cuánta alegría En aquel semblante hermoso, Madre del alma, el primero Que vi cuando abrí los ojos ! Juan Farriz sintió en su pecho Un dolor fiero, espantoso : En el insondable abismo De la conciencia, muy hondo, Creyó contemplar la imagen De su madre... Sintió el soplo Dé su aliento... Y oyó el eco De su voz, y luego el sordo Gemido de sus dolores, Entre el murmullo monótono 274 P£ ÓN Y CONTRERAS De sus rezos, y el tristísimo Estertor de sus sollozos. Juan Farriz sintió en su cráneo Algo terrijble, monstruoso, Como tempestad airada Como rugidos del noto, Como el chocar de las olas En los peñascos del ponto, Y brotar quiso á torrentes El llanto, y rebelde y sórdido Volvió á estancarse su llanto Del corazón en el fondo. Llanto que es sangre del alma Que arroja el alma, copioso, Cuando la pena la ahoga De la desdicha en el colmo. Juan Farriz miró en seguida De su jergón en contorno, Girar pálidos, horribles, Con fieros semblantes torvos, Á los que hirió con su mano En un encuentro alevoso, O en la guerra, ó como bueno Y frente á frente y sin dolo. i Cuánta sangre 1 ¡ Cuánto grito ROMANCES 27 5 De miseria y de abandono 1 ¡Hijos sin padre... ! ¡Sin hijos Tantos padres cariñosos ! Y Estrella, allí estaba Estrella, Virgen de cabellos blondos, De negra ardiente pupila, Y semblante melancólico ; La que sufrió de sus padres Por Juan Farriz el encono; La que en el hogar querido Por Farriz lo dejó todo, Las rosas de sus arriates, Y sus pájaros canoros. Y la pequeña alcancía De sus modestos ahorros; Y al viejo mastín que estaba Mirándola siempre absorto, Entre el lecho y el altar De su blanco dormitorio; Estrella que sin amparo Cayó desde el cielo al lodo, Del infame abandonada En el fangal del oprobio; Estrella... Y después de Estrella, Juan Farriz contempló atónito El flaco espectro de un niño, Que es su, trasunto, que es otro Juan Farriz, su imagen viva, Que hacia él convierte lloroso 276 PEÓN Y CONTRERAS £1 demacrado semblante Donde nunca dejó un ósculo... Y.... « Padre » — Le gritó el niño. Me muero, padre, me ahogo, Me Édta el p^n y no tengo Ni amor, ni besos, ni apoyo... Padre ¿ Dónde está mi madre? , No escondas, padre, lo$ ojos, Mírame : j el hambre y el frío Van á matarme muy pronto ! No huyas padre... Espera, espera. Saltó junto al lecho tosco, Y apoyándose en los muros De aquel recinto espantoso, - Acosado por el niño Sin parar un punto solo, Le daba vueltas y vueltas De su prisión al contorno. Tornaron á su memoria Sus crímenes y sus odios; Tras el niño aparecieron Los espectros espantosos De otras víctimas De nuevo Oyó sus risas... Sus roncos Gemidos, y maldiciones Y juramentos y votos, Y al fin lo mismo que cae En los breñales de un soto Acosado por la jauría ROMANCES 277 Sin fuerzas y herido un lobo, Farriz, convulso y lanzando Un gemido estertoroso, Cayó sobre las baldosas Frías de su calabozo... II De la prisión á la entrada Llega un hombre ; los cerrojos Descorre, y entra y le dice : — Farriz... Muere de alborozo, Farriz despierta... Tus padres Y Estrella y tu hijo, y todos Están allí... Todos viven : Ya estás libre... ¿Te haces sordo? Juan Farriz no contestaba, Abrió sus párpados rojos Y fijó en el carcelero Las miradas de un beodo. — Contempla abierta tu cárcel, Y la luz y el cielo hermoso, Juan Farriz ¿Por qué te callas? ¿Por qué miras de este modo? Juan Farriz ¿eres el mismo? jPor Dios que te desconozco! — Juan Farriz no respondía... ¡ Juan Farriz, estaba loco ! 1880. 16 I ALFREDO A LA MEMORIA DE MI HERMANO ALFREDO '(t en Mérida el 16 de enero de 1879). I Aun en los floridos años De amor y esperanza lleno, Honor de la hermosa tierra Que avara esconde sus huesos, Vio morir de sus amores Un delicado renuevo, Flor del alma, flor que apenas Abría el candido seno. Ni un gemido de las auras, Ni una lágrima del cielo, Ni de la noche apacible El tierno lánguido beso, Temblar las débiles hojas . Del cáliz límpido hicieron, Cuando perdido el aroma Rodó cadáver al suelo, Y él lloró tan gran desdicha De amor y esperanza lleno, ROMANCES 279 Honor de la hermosa tierra, Que avara esconde sus huesos. II Ángel que del éter vagas En el impalpable velo, ¿ Por qué del padre amoroso Giras en torno. del lecho? De airada parca desvia El rudo golpe violento, De la implacable guadaña Embota el filo siniestro. Tus blancas alas escuden El nobilísimo pecho, Donde ardió la fe que brilla En las lámparas del templo, La que abrió al israelita Del Mar Rojo los senderos, La que alboraba en el Gólgota En los ojos del Cordero. III Ángel que del éter vagas En el impalpable velo, • 28o PEÓN Y CONTRERAS Dale vida al moribundo, Dale vigor á su aliento, Mira el combate espantoso, Escucha el múltiple ruego, Los pobres un padre pierden, Los ricos un alto ejemplo, La gratitud el tesoro • De sus ardientes afectos, La desdicha una esperanza Y la esperanza un consuelo. IV En vano el ángel implora En el alcázar eterno : El Señor de los señores Asi lo tiene dispuesto. Allí le esperan los santos, Allí le aguardan los buenos, Allí junto al trono altísimo Está vacando un asiento. « Alfredo » gritan en torno Del escogido, los siervos ROMANCES " 28l ¡Alfredo! ¡Alfredo!... La muerte Descarga el golpe certero, Abre sus puertas la gloria, Una sepultura el duelo, Y con lágrimas y flores Se cubre el mortuorio féretro. VI Aquel invisible drama Tocó al fin su inicuo término ; Quedó de la hermosa vida Un indeleble recuerdo, El hermano sin hermano, Sin padre los hijos tiernos, Y la esposa sin esposo Y el risueño hogar desierto. En tanto el ángel querido Del Hacedor mensajero, Va con el alma del padre Por las regiones del cielo. Enero de 1880. Í6. PER-ANZURES DE RIBERA A FILOMENO MATA I « En el campo de batalla, Tras de la ruda pelea, Me contaron tus traicionen Y tus perjurios, Estrella. Supe allí que la honra mía Diste de tu amor en prenda, Infame noche, en los brazos De Rodrigo de la Cerda. Y por si acaso lo dudas Allí tienes su cabeza, Que yo separé del tronco Con mi cuchillo de guerra, Después de luchar entrambos, Frente á frente y diestra á diestra, Después de hacerle en el pecho Mortal herida sangrienta. » Esto á su esposa decía Per-Anzures de Ribera, Con labios como de nieve, Con ojos como de hiena; ROMANCES 283 Sacando bajo el embozo Y arrojándola á la tierra, La cabeza ensangrentada De Rodrigo de la Cerda. Lívido despojo mudo De una varonil belleza, De lacio cabello y corto, De poblada barba y negra. II Calló Anzures un instante De horrible calma suprema, Y tomando nuevo aliento Prosiguió de tal manera : « Á esto vine á mi morada Y á celebrar tus exequias, Porque es fuerza que esta noche, Vida de mi vida, mueras. En este pomo te traigo, Y es prodigio de la ciencia, Mortal tósigo, que en breve Hará que por siempre duermas. » — « Jamás » responde la dama Y torna á una cuna, llena De ansiedad y de congoja, La mirada descompuesta. 284 PEÓN Y CONTRERAS V — ' l Hola! gritó Per-Anzures s Espera, mi amor, espera; Yo nada de ésto sabia ¡Aun me faltaba esta afrenta! Si no apuras ese tósigo, Si no lo apuras, Estrella, En sangre de esta criatura Te vas á teñir tú mesma. a Brilló desnudo el acero, Y entonces, pálida y trémula, Sin exhalar un gemido, Sin formular una queja, Al desprenderse del párpado Una lágrima postrera Dé hondo maternal cariño, Apuró el tósigo Estrella. III Están de luto las gentes, Está de duelo la aldea, Y está de cuerpo presente El cadáver en la Iglesia. Con oscuro y denso velo Estaba su faz cubierta ; Lo demás amortajado Con ricas fúnebres telas. RAMANCES 285 La esposa de Per-Anzures Murió de muerte violenta. Ahogóla la sangre, dicen Unos; que la peste horrenda Dicen otros; y otros muchos Que el placer ó la sorpresa De ver á Anzures, matóla, Pues no le avisó su vuelta. Después de los funerales, Sobre unas andas soberbias Llevaron el ancho féretro Á la morada postrera De los Anzures, y todos Suspiraron por Estrella, Que para todos fué noble, Que para todos fué buena. IV Diz que á la noche siguiente Por la sombría poterna De la morada de Anzures En negra túnica envuelta, Salió una dama en silencio, Sin escudero, sin dueña, Sola, enteramente sola, Y que aquel que logró verla, 286 PEÓN Y CONTRERAS Ó creyéndola diabólica Aparición ó alma en pena, Huyó temblando de susto, Tal vez á rezar por ella. - Y diz también que á muy poco De su viudez, á la huesa Dio su cuerpo Per-Anzures, Que se murió de tristeza. V Pasaron años tras años, Y (esto dice la conseja; Lo demás nadie lo dijo Antes que yo lo dijera) : Se bailaron con que la caja Mortuoria de doña Estrella, Nunca guardó su ceniza, Que estaba llena de piedras ; Y añaden los que la vieron Azorados de sorpresa, Que entre las piedras yacía Una hosca calavera, Con lacio cabello y xorto, Con poblada barba y negra. - Octubre de 1881. FIK DE LOS ROMANCES DRAMÁTICOS TROVAS COLOMBINAS # ■ Méjico, abril de 18S1 Á LA SOCIEDAD COLOMBINA ONUBENSE HUELVA José Peón y Coniferas 17 TROVAS COLOMBINAS CRISTÓBAL COLÓN I Espíritu gigante que otros mundos En el espacio habitas, Torna al sepulcro que tu cárcel guarda Y dale forma á tu inmortal ceniza. Despierta, y otra vez mendigo y loco Arrástrate y camina; Vuelve á poner sobre tu frente augusta La corona de rosas y de espinas. Vuelva á vagar sobre tu mudo labio Sardónica sonrisa; Que la estúpida plebe te escarnezca; Que la ignorancia torpe te maldiga. Hiera otra vez tu corazón'sencillo El arma de la envidia, Y torrentes de lágrimas, á solas, Mane en silencio la profunda herida. 292 PEÓN Y CONTRERAS Vuelva á cruzar por los iberos campos Tu sombra fugitiva, Mientras te burla en los salones regios, Necia y audaz, la cortesana grita. Torna á tender sobre la mar inquieta La poderosa vista; Tu llanto beba la arenosa playa, Y que besen tu sien auras marinas. Y sulca al fin los piélagos ignotos En la arbolada quilla, Y triunfa... Y al rumor de tus cadenas Caiga en el polvo mi dorada lira. II Al mediar de la noche silenciosa Á la pálida luz de las estrellas, Vagaba por los mares lusitanos Una hermosa galera genovesa. Iba de corso. £1 timonel velaba Viendo brillar el fósforo en la estela... De repente paróse, gritó : — « fuego: » Y el fuego apareció sobre cubierta. < ! ■ " ■ TROVAS COLOMBINAS 293 III Ardía envuelta la galera en llamas, No lejos de la costa* Ase un marino el remo con la diestra Y al hondo mar se arroja. * Lucha tenaz y con sobrado aliento Hiende las bravas olas, Y pisa al cabo con segura planta Riberas de Lisboa. Dirige luego la mirada al cielo, Serena y melancólica, Y la vuelve á la mar, y la dilata Por su llanura lóbrega. Las ondas á la tierra devolvían Al genio de las ondas ; La mar lo rechazaba. ¡Y para el náufrago, Era la tierra poca ! 2$4 PE( ^ N Y CONTRERAS IV Alto, robusto, varonil semblante Por noble, seductor; La tez, un día transparente y blanca, Tostada del sol; Blondo el cabello, por el tiempo cano, Tal vez por el dolor; Su madre patria, Genova; su nombre Cristóbal Colón. V £1 que á solas en su hogar Con la soledad se encierra, Sus penas no ha de contar, Ni á las floras en la tierra Ni á las olas en la mar. Acaso sienta bullir En su mente un pensamiento Que en su mente ha de morir, Pues en tan hondo aislamiento ¿ Á quién se lo va á decir ? TROVAS COLOMBINAS 295 1 . 1 - 1 1 No les ha de revelar Sus penas y sus temores, Pues no le han de contestar, Si está en la tierra, las flores, Ni las olas, si en la mar. Vuelve á la tierra la flor Y la ola al mar, y al horror Del pasado, el sufrimiento; Y vuelve á el alma el lamento Que á el alma arranca el dolor. Que el que á solas en su hogar Con la soledad se encierra, Sus penas no ha de contar, Ni á las flores en la tierra, Ni á las olas en la mar. VI No está la nube en los espacios sola Ni viven solas en el mar las algas ; Y en el humano pecho Sola se muere de dolor el ánima. Las olas se reclinan en las olas, Y las ramas del árbol en las ramas, Y en el agreste nido Se entretejen las alas con las alas. 296 PEÓN Y CONTARAS £1 alma tierna de Colón un dia Gimiendo en triste soledad ingrata, Halló por su ventura El alma compañera de su alma. Y flores tuvo la escarpada peña, Y blancos lirios la infecunda playa, Y la celeste bóveda Limpia y azul se reflejó en las aguas. Brilló la luz de la perdida estrella En la lóbrega noche de borrasca, Y penetró su rayo En el sombrío corazón del nauta. VII Después de la luz, la noche Envuelta en niebla- sombría; Después del placer, las tristes Lágrimas en la mejilla. Bajo los pétalos blancos De la flor, la aguda espina v Bajo las rosas, el polvo De las rosas de otros días. Junto al azahar de la boda, Inmortales amarillas; Junto á la cuna, la huesa ; Junto a la nada, la vida. TROVAS COLOMBINAS 297 VIII Dichosa mansión, dichosa Si no la nubla el pesar. ¡ Qué hermosa es la luz* qué hermosa En el cielo del hogar t En el hogar, lo mismo que en el cielo, Hay también un crepúsculo sombrío ; El cielo moja de roció el suelo, Y son en el hogar como rocjio La lágrimas del duelo. ¡ Qué triste mansión, qué tríate Cuando la nubla el pesar ! ¡ Colón de negro viste El cielo de su hogar ! IX Bajo del sauce tétrico, La sepultura cubre Su oscuro seno, con mullido césped Y con lirios azules. *7- 2.9% PEÓN Y CONTRERAS Con una cruz tristísima, Entre otras tristes cruces, Señalan todos el postrero sitio De Iqs que ya no sufren. Colón, lloroso y pálido, En hora amarga y lúgubre El sitio señaló donde dormía Su compañera dulce. Y allí bañado en lágrimas Miró la tumba fúnebre, Cubrir su seno con mullido césped Y con lirios azules. X Al borde de un sepulcro, de rodillas Estaba Colón, Y también de rodillas, y á su lado, Un vastago en flor. Un niño que tenia en la mirada Amarga aflicción: Y sin consuelo y entre acerbas quejas Lloraban los dos. TROVAS COLOMBINAS 2<$$ Y hubo un instante de dolor sin nombre, De inmenso dolor, En que el nauta se alzó de la tumba Y el niño se alzó. Y del labio inocente escapóse Sencilla oración, Y de la boca varonil y trémula Un himno de amor. XI «i Amor, mi amor! Celeste mensajera Del duce bien y la esperanza mía, De tu edad en la dulce primavera Te vi rodar bajo la tierra fría; Amor, amor, en mi ilusión primera Inagotable fuente de alegría; Purísimo raudal que apuré ansioso Más que agora infelice, venturoso. «¿Adonde voy, errante peregrino, Sin sombra, sin amparo, sin consuelo? Murieron ya las flores del camino, Se apagaron las lámparas del cielo ; 300 PEÓN Y CONTRERAS Sobre mi poderoso torbellino Las nubes amontona en denso velo ; La soledad mi espíritu amedrenta, Y ruge en mis oídos la tormenta. » Si escuchara tu voz, Felipa mía, , Vibrante como música sonora, Renacieran la paz y la alegría Del que sin paz sus alegrías llora; Renacieran las flores que tejía Al risueño alborar de blanca aurora, Con que anudaba los perdidos lazos, Embriagado de amor entre tus brazos. »¿ Y era un sueño no más tanta ventura? ¿Fantástica ilusión, belleza tanta? Al través de esa losa helada y dura, Que al golpe de mi pecho se quebranta, La imagen de tu pálida hermosura Pienso que ante mis ojos se levanta, Y de nuevo suavísima y tranquila, Arde la luz del cielo en tu pupila. » Parece que otra vez los dos unidos Con las caricias de tu amor profundo, Soñamos de placer embebecidos, En hallar para el mundo un nuevo mundo. TROVAS COLOMBINAS JOI Delirantes, acaso, los sentidos, El espíritu inquieto y vagabundo, Dejábamos volar el pensamiento Libre. y altivo en la región del viento. » Mas hoy ¿ qué resta de placer tan vivo ? De tan fugaz placer ¿ya qué nos queda? Movió su rueda el porvenir esquivo Y á los dos nos hundió bajo su rueda.. Errante, desdichado, fugitivo, Mientras la ducha el corazón hospeda, Iré sin guía, sin timón, sin norte, De lugar en lugar, de corte en corte. »Mas donde quiera que me arrastre el hado Renovarán nuestra sencilla historia, Las dulces horas que pasé á tu lado, Fugaces retornando á la memoria. Presente siempre miraré el pasado ; Y ya á la luz ardiente de la gloria, Ó* de la sombra al tenebroso abrigo, Tu amor, tu imagen, estarán conmigo. »Tu amor, sólo tu amor: si el alma mía Cuna le dio de perfumadas flores, Hoy, triste, amortajando su alegría, Cerró mi corazón á Jos amores. 302 PEÓN Y CONTRERAS Y pues lo quiso Dios, la tumba fría Guarde aquí tus encantos seductores, Que, á despecho del tiempo y del olvido, En mi alma vivirás como has vivido. »Yo te he de ver en el fulgor postrero Del día al expirar en mi ventana, . Y al fenecer la noche en el lucero Que se pierde á la luz de la mañana ; En el vapor errante y pasajero Que el cielo azul recorta y engalana, Ó al fulgor del relámpago en la nube Que en alas del turbión al éter sube. »Y cuando logre, al cabo de mi anhelo, Hallar la tierra que soñó mi mente, Y grande al fin, bajo el dosel del cielo, Ante Dios nada más baje la frente, Al detener mi fatigoso vuelo, En las arenas de la playa ardiente, Veré tu imagen en la nueva orilla Y sentiré tu beso en mi mejilla. » En tanto, dulce bien, recibe el mío De mi cariño santo en el exceso. » — Y el noble genovés, grave y sombrío . De su dolor en las cadenas preso, TROVAS COLOMBINAS 303 Cayó de hinojos sobre el césped frió, Y «n él dejando el doloroso beso Que repitió la noche en son lejano, Partió, llevando al niño de la mano. XII Al misterioso impulso .del destino Cruza Colón un áspero camino, En alas de su loca inspiración. ¡ Pobre marino ! ¡Pobre Colón! En Portugal dejó cuanto quería; No supo Portugal lo que tenia: Portugal no lo supo por su mal ; No supo que perdía Su gloria Portugal. Como arista que lanza el torbellino, Asi lanzado el triste peregrino .Abandonó una noche su mansión. . ¡Pobre marino! ¡ Pobre Colón ! II 304 PEÓN Y CONTRERAS XIII Con Dios que los acompaña, Y su amor y su cariño, Van, con ansiedad extraña, Solos un hombre y un niño Cruzando tierra de España. Van hacia Huelva, del cielo Y de su suerte á merced : Siente el hombre un hondo anhelo, Y el niño en su desconsuelo Hambre tiene, y tiene sed. ¡ Ay ! Y entonces quiso Dios Que en aquel triste momento Llegaran, de amparo en pos, Á las puertas de un convento Desfallecidos los dos. Era la Rábida... Era Triste y sombrío por fuera, Y por dentro triste y serio, . El vetusto monasterio Que. años ha que ios espera. TROVAS COLOMBINAS 305 Que apenas, tras el pesar De sus congojas testigo, Llamaron, — sin vacilar Abrió un hermano el postigo Para dejarlos entrar. Y entraron ; y en su alegría Se olvidan de la pasada Y mortal melancolía... ¡Puesto que Dios es su guia, Dios los lleva á su morada ! Diéronle al niño sustento, Al alma contentamiento ; Y de dulce paz gozando, Durmióse en el lecho blando De una sala del convento. . Y á Colón, como el mejor Alivio á su acerba pena, Le conducen, por favor, Á la celda del prior Fray Juan Pérez de Marchena. 306 . PEÓN Y CONTRERAS XIV « Leyó el fraile en los ojos del marino : Sondeó el marino el corazón del fraile : Juan Pérez de Marchena miró al genio : Colón absorto contemplaba al ángel. . Lo que aquellos dos hombres se dijeron En aquella mirada, Dios lo sabe : Eso que sólo el pensamiento escribe No lo guarda la historia en sus anales. Colón le dio un tesoro al franciscano Encerrado en una arca impenetrable. Miró Marchena el arca, y para abrirla Al nauta genovés le dio la llave. XV En pavoroso aislamiento Se mira el sagrado muro, Y solitario y oscuro El interior del convento. Una ráfaga de viento, Á grandes pausas, gemía En la estrecha celosía, Ó al penetrar en las rejas Destartaladas y viejas De la ruinosa arquería. ■■BSHitf TROVAS COLOMBINAS 307 . f ii . . . De pronto un rumor se oyó Como el de abrirse una puerta, Y al fulgor de luz incierta, Un hombre al claustro salió. Paso á paso atravesó, Como una sombra ligera, Tras una y otra escalera, Uno y otro apartamiento, Sin que él débil eco lento De su pisada se oyera. Como tm timbre funeral Que los espacios recorre, Sonó la una en la torre De la iglesia conventual. De su puerta hasta el umbral Llegó el hombre; reverente Mojó su mano en la fuente Bendita; apagó la luz, Y la señal de la cruz Se hizo, rezando, en la frente, Después, respetoso y grave, En el templo penetró; Rezando siempre, avanzó Bajo la sagrada nave; Y ante una luz, que suave 3°8 PEÓN Y CONTRERÁS Lánguida y triste esparcía Sobre el altar en que ardía Vagos resplandores rojos, Cayó en el suelo de hinojos, En mitad de la crujía. Inmóvil, meditabundo, Quedóse allí, sumergido, Y aletargado el sentido En un éxtasis profundo. Allí, muy lejos del mundo En donde la infamia medra, Donde al espíritu arredra Huracán vertiginoso, Permaneció silencioso Como una estatua de piedra. ¿Breve el tiempo? ¿El tiempo largo Pasó para él? ¿Gozaba, ó del dolor apuraba Impío cáliz amargo?... Salió al fin de su letargo, Y tras la muda oración Que en honda contemplación, Tal vez alivió su duelo, Alzó los ojos, y al cielo Elevó su corazón. TROVAS COLOMBINAS 3O9 «Señor, yo vengo á ti; yo estoy perdido Del bosque en la espesura: Su lobreguez medrosa me anonada, Sus vastas soledades me dan miedo. »Yo vago errante en la extensión inmensa De procelosos mares, Y me estremezco de mirarme solo, ' Entregado á los vientos y Jas olas. «Dale, Señor, al ánima turbada Tu aliento poderoso; Busco una senda que dirija al llano, Busco un bajel que me conduzca al puerto. »Lafe, como esa lámpara bendita, Arde perenne en mi alma; No la apagues jamás, y de contino Arda su luz hasta en mi tumba lóbrega. » Yo presiento, Señor, la amarga lucha Que el porvenir me guarda; Yo sé que en mi cerebro hay una idea Que siento que no cabe en mi cerebro. »Mas tú. Señor, que la comprendes solo, Porque de ti me vino, Dame arrojo y bravura en la batalla, No me abandones en la heroica empresa. 310 PEÓN Y CONTRERAS »Yo me humillo ante ti; yo nada valgo; Es tuyo cuanto pienso; Haz que aparezca un día ante mis ojos Ese mundo que al fin es todo tuyo. »Tú no engendras la duda, tú afirmaste En mi alma la creencia; Y no ha de ser mentira lo que creo, Que yo por ti lo creo, y tú no mientes. » Yo sé que la verdad está escondida, Como está en este instante El rayo ardiente de la luz febea, Que en breves horas lucirá su aurora. »Un rayo de ese sol sé que algún dia, Tal vez no muy lejano, Alumbrará, brillando ante mis ojos, De ignota playa la húmeda ribera. » Yo quiero en esa playa que tu nombre Se escape de mi labio; . Quiero, Señor, de hinojos bendecirle; Y no quiero morir sin que asi sea, » Calló {Colón. En seguida Se levantó satisfecho, Cual si sintiera en el pecho Más vigor y nueva vida: TROVAS COLOMBINAS JII Como el que juzga escondida La senda y la vuelve á hallar, Como el que torna á encontrar El tesoro que perdió, Así del templo salió En que le vimos entrar. Marchena le dio una carta Á Colón, le dio dineros, Humilde cabalgadura, Y su amor y sus consejos : Con el médico Fernández Y el tierno niño y un lego, Acompañóle hasta el atrio, Dándole valor y aliento. Le dijo que atendería En su ausencia al pequeñuelo ; Y el genovés, pesaroso Y feliz á un mismo tiempo, Aprisionando una lágrima En el fondo de su pecho, Rumbo á la corte de España Se alejó del monasterio. 312 PEÓN Y CONTRERAS XVII Fantasma que recorres los espacios, Impetuoso huracán, Hay una roca en que tus negras alas Se estrellan al pasar. Bajel perdido que las aguas cortas Del anchuroso mar, Hay una playa que en su arena ardiente La tumba te abrirá. Y tú, gigante pensamiento, idea Que corres al azar, Para atajar tu paso y sepultarte Está la humanidad. XVIII Las nubes que amontona La tempestad, le sirven de corona Á su pálida frente, Que avara esconde portentosa idea. Hay un abismo en su mirada ardiente, Y el rayo en el abismo centellea. TROVAS COLOMBINAS 313 ■ ■■■■■■■ . ■ — - ■ ■ ■■ ■ ■■■ ■■ ■ ■■ ■■■■ ■ ■ ■ ■■ y, .^ ¿Adonde va? ¿Qué quiere? ¿Quién le ayuda Á penetrar un misterioso arcano? Él mismo desfallece, él mismo duda, Y lleva en su conciencia un océano. En él sin rumbo ni timón navega Su propio pensamiento. ¡ Ay del que ai fin de su esperanza llega ! . ¿Adonde le conduce el sufrimiento? ¿Delira? No lo sabe. r Colón no sabe en el dolor profundo De su inmensa tristeza, Si ese mundo que sueña está en el mundo Ó lo lleva no más en la cabeza. XIX Sobre las ondas de la mar humana, En el mar de la vida, Conduce el nauta con segura mano Su frágil navecilla, Es la fe su timón; su vela, el genio; El Salvador su guia, ¡ El que sacando á Pedro de las olas Le condujo á la orilla \ 18 ¿14 PEÓN -Y CONTRERAS XX ¡Flores para el alma, flores Para el pobre corazón! Sin consuelo, sin amores, Sólo siente los horrores De la desesperación. Tal vez nace en él un puro, Dulce recuerdo de ayer, Como en las grietas del muro Triste, ruinoso y oscuro, Suele una hierba nacer. Tal vez exhala un lamento De v dolor; del sentimiento Melancólico gemido Que sube al cielo, perdido Entre las ondas del viento. Nada en su suerte atal Á mirar siquiera alcanza Que alivie su ansia mortal; Y entre un velo funeral Se disipa su esperanza. TROVAS COLOMBINAS 315 Todo angustia, todo pena; Más que la pena, el martirio Que el espíritu envenena, Y á la razón enajena En horroroso delirio. Y así pasa tras un día, Otro día, y en eterno Padecer, la noche impía; Y con ella la agonía Espantosa de un infierno. Siempre esperando el albor Hermoso de la mañana; Siempre el tormento mayor, Y más cercano el dolor, Y la dicha más lejana. Tal vez reposa un momento, Al rigor del sufrimiento, La débil materia inerme... ¡Mas si la materia duerme, Nunca duerme el pensamiento ! 3 l6 PEÓN Y CONTRERAS XXI Pasa en la humana marea Lo que en el revuelto ponto: Siempre la espuma está arriba, Nunca hay espuma en el fondo. Para lograr una empresa Es un siglo tiempo corto, Si para ella, al fin lograda, Es la eternidad un soplo. • ^ Guardó Dios el pensamiento Como en un sepulcro lóbrego, Y nadie ha visto pensar Ni á los cuerdos ni á los locos. Encierra tus pensamientos Allá muy hondo, muy hondo, Y á nadie se los descubras Si no piensas como todos. TROVAS COLOMBINAS 317 ' Por el camino más breve Nunca .preguntes : tú sólo Sabrás, midiendo tus fuerzas, Por cual se llega más pronto. Si no han de entenderte, nunca Muestres tu idea á los otros, Que el que quiera ver al sol Tiene que cerrar los ojos. Nada importa que murmuren ; Nada que te llamen loco ; Si Dios te da fe... ¡Ya sabes" Que Dios está sobre todo! XXII «Como Veriecia y Portugal, España, Quédate con tus reyes y tus sabios, Pues que creyeron fábula ó patraña Lo que acertaron á decir mis labios : Nada llevo de ti, no me acompaña Ni el recuerdo cruel de tus agravios: Nunca mi pecho de rencores supo : ¡ En él no más la desventura cupo ! 18. 3 l8 PEÓN Y CONTRERAS »Tal vez otro monarca en otra tierra Pueda abarcar mi extraño pensamiento, Que la fe que el Señor en mi alma encierra No se apaga en mi alma ni un momento ; Ni el porvenir mi corazón aterra, Ni mi espíritu apoca el sufrimiento; Que en la tierra ó el mar, tras mi destino, No han de faltarme aliento ni camino. » XXIII Esto dijo Colón frente al soberbio Alcázar de Granada, Donde estaban los reyes de Castilla, Donde la corte estaba. Y lanzando un suspiro que en el pecho Su corazón desgarra, Salió de la ciudad, enderezando Á Córdoba su marcha. Iba á contar al huérfano inocente, Su múltiple desgracia, Que el niño con fray Pérez hace tiempo Que lo espera en la Rábida. TROVAS COLOMBINAS 319 Iba triste, muy triste ; le dolía Perder sus esperanzas, Abandonar sus ilusiones todas, Abandonar á España. De repente paróse y oyó. el eco De un corcel que volaba. Y sospechó, riendo de alborozo, Que él era á quien buscaban. XXIV — ¿Seguisme? — SI. ¡Voto á tal! Os esperan. — Podrá ser: ¿Quién me espera? — Una mujer En el Palacio Real. — No es á mí, por vida mía. — ¿Sois Colón? — El mismo soy; Y, ya lo estáis viendo, voy Camino de Andalucía. Y ni me quiero volver Ni sobra para eso espacio, Ni con damas de palacio 320 PEÓN Y CONTRERAS Tengo yo nada que ver. — ¿Irme sin vos? No, en mal hora, Ni sé que os podáis negar; Que quien os manda llamar Es la Reina mi señora. — ¿La Reina? — En su nombre vengo, — ¿Que yo retorne á Granada? Si os burláis, con esta espada De haceros pedazos tengo. — Os juro que hablo formal. — En ese caso ya os sigo. — Bien, señor, iréis conmigo Hasta el Palacio Real. XXV Sobre un cojín de púrpura y de oro Sentada está Isabel, gloria de España : La que al rey de Aragón trajo á Castilla, La que arrojó á los moros de Granada. Entre su manos de marfil y rosa Le está dando de vueltas á una carta, Firmada por fray Pérez de Marchena Y escrita en el convento de la Rábida. Delante de Isabel, alta la frente,. Á raudales vertiendo la palabra, TROVAS COLOMBINAS 32 1 Y con segura mano y firme pulso, Trazando extrañas lineas en un mapa, Se ve á Colón radiante de alegría, Escondiendo en su pecho la desgracia, Y en un trono más alto que los tronos Sentando altiva la soberbia planta. Asi le vio Isabel, la reina hermosa Que en las alas del genio arrebatada, Las ondas cruza de revueltos mares, La arena pisa de remota playa ; El madero del Gólgota contempla, De extraño clima en la región lejana, En las torres erguidas de los templos Y en la cumbre glacial de las montañas. Y tornando á Colón el rostro augusto Con poderoso acento exclamó: «Basta: Pues que España te niega sus tesoros Yo quiero darle mi tesoro á España. He de fundir mi cetro .y mi corona, He de vender mis joyas y mis galas : Y en el nombre de Dios y de Fernando Extiende el cerco de mi noble patria. » Dijo, y dejando por su labio rojo Vagar una sonrisa de esperanza, Dióle á besar al genovés la mano Y se alejó ligera de la estancia... Quedó Colón confuso unos instantes, Dudando si vivia ó si soñaba, Si era aquella mujer del otro mundo 3 22 PEÓN Y CONTRERAS - — ' ■ - -- - i Portentosa visión, ángel-fantasma. Y al fin entre la turba palaciega Salió, sacando de la regia cámara, Envueltas en la carta de fray Pérez, Las joyas de la augusta soberana. XXVI Del riguroso invierno al frío hálito, Las flores en el polvo morirán : , No importa, que del polvo Mañana nacerán. £1 sol, tras de las horas del crepúsculo, Su luz en la tiniebla ocultará: No importa, en la tiniebla Mañana brillará. XXVII Perdido navegante, Suspira sin ventura, Y ve la luz del día Lucir de nuevo tras la noche oscura. TROVAS COLOMBINAS 32} Se sacan del sepulcro Los restos del ñnado ; Pero otra vez se llena Con otros restos, el sepulcro helado. Su mustia gala, el monte En verde manto trueca; Y el agua de las lluvias Torna á correr en la barranca seca. XXVIII Después del mediodía, Bajaba del zenit el sol ardiente, Y en el muelle de Palos se veía Muchedumbre de gente. Sollozos al quebranto En su vuelo arrancaban los instantes, Y el ángel del dolor bañaba en llanto Los pálidos semblantes. Todo era allí cariños, Y ternísimas frases, y consejos; Y estaban mudos de pesar los niños, Y de terror los viejos. 3 24 PEÓN Y CONTRERAS Se van unos valientes, Se van á conquistar tierras extrañas. ¡ Quién sabe lo que guarde á aquellas* gentes El mar en sus entrañas! — «Se van con un marino, Que á conducirlos por la mar se atreve; Y dicen que él no más sabe el camino. j Que Dios con bien lo Heve! »Su vida estima en poco. Á otros con él á perecer no obligue. Que el cielo le perdone, si está loco; Si no, que le castigue. « » En «frágiles maderos Al furor de los marea los .expone. ¡ Ay 1 Si ellos en morir son los primeros ¡Que Dios se lo perdone! . * » En su anhelar profundo* Es navegar su pensamiento fijo : Dicen que á nadie tiene en este mundo, Que sólo tiene un hija. ^ - » Que eñ la Rábida un día El pobre niño se quedó llorando: Y le dijo el cruel que volverla. Eso... ¡quién sabe cuándo!» — TROVAS COtOMBlÑAS « . $Zy — ^. ■■■ - ■■ ■ ■ ■ ■■ .,. . ■ . — ■ . . ^ ■■■-■■-■■ ! .■ .1 ^ ■ .■■!■ . - — ^ Los padres, los hermanos Asi murmuran, y su seno hieren; Y enclavijan los dedos de sus manos Las madres que se mueren. * Tristísimas y graves Recuerdan sus pasados regocijos, . Con los ojos clavados en las naves . Donde se van sus hijos. . # m • Todo" en el muelle es pena,. Tristeza, confusión, duelo y espanto; Ninguno al ruego el corazón serena, No hay "tregua para el llanto. * Ninguno tiene el alma Exenta de amargura y desconsuelo : Sólo el cielo y Colón están en calma; Colón no más y el cielo. ■« » XXIX ¿Dónde van las carabelas? ¿Dónde van? Del puerto salieron, Gaviotas del mar; , Del puerto han salido; si el genio las guia, Al puerto algún día tal vez volverán. *9 326 • >EÓN Y CONTRERAS XXX Dios es el genio... Dios en los espacios Sentado está sobre su excelso trono: Duerme el rayo á sus pies y encadenada Ruge la tempestad con eco ronco. En tanto el sol , con ardorosa lumbre, Dora las cimas del salobre ponto, Y tres naves en él van ( empujadas Del manso viento al abrasado soplo. Tres naves silenciosas... Iba en una » El mendigo infeliz, el necio, el loco. Él en Dios tiene puesto el pensamiento, Dios no aparta los ojos del piloto. XXXI ¡ Qué triste es quedarse triste ! ¡Qué triste es quedarse solo! La soledad en el alma, Las lágrimas en los ojos, TROVAS COLOMBINAS , 327 Los recuerdos del pasado Para levantarse prontos, » Como muertos que se alzan De su sarcófago lóbrego. XXXII Del piélago cruzando la llanura, Viento en popa hacia Oeste, á todo andar, Al encuentro incesante de las ondas Las carabelas van. Por delante la mar, y por los lados La mar; y por detrás: Arriba el cielo azul y majestoso: Por doquiera la doble inmensidad. La duda en el abismo de los pechos, La muerte en el abismo de la mar; Sólo Colón sabia en dónde estaban Lavida y la verdad. < 328 PfeÓN Y CONTRERAS XXXIII Rugió la tempestad, un pardo velo Tendió sobre las aguas turbulentas; Ni una ráfaga azul quedó en el cielo, Y retronó la voz de las tormentas. Las naves se retiran Las unas de las otras de repente, Y los marinos cual fantasmas giran Sobre las tablas débiles del puente. De pánico beodos, Ninguno el ansia del valor sentía, Y acobardados se agitaban todos Bajo el fuego celeste que caía. La eléctrica descarga, los latidos Del corazón ahoga dentro el pecho, Y dominan las ondas, impelidos Por el furor. del temporal deshecho. Al rayo esperan en mortal desmayo; Aun Franklin no nacía; Andaba suelto el rayo; No estaba encadenado todavía. TROVAS COLOMBINAS 329 XXXIV * ' ■ I» La tormenta pasó, y en breves horas La mar tornóse azul, y azul el cielo; Empero allí en el fondo de las naves, Que cruzaban el piélago sereno, Bajo la roja blusa del marino, En el abismo del cobarde pecho, Sin una sola nube en el espacio, Sin que se oyera rebramar el trueno, Más fiera, más adusta, más terrible, Sorda la tempestad siguió rugiendo. XXXV «No es cierto: era quimera: Ese hombre nos engaña... Muera Colón ; que á nuestras manos muera ; Y viremos de rumbo para España... Mas si le damos muerte; Si el mar en tumba fría Para el audaz pilotó se convierte, ¿Quién á la patria nuestras naVes guía? x 9- 330 PEÓN Y CONTRERAS Inmóvil y sombrío, Colón junto á la prora Ve que corta las olas el navio, Esperando la luz de cada aurora. Hasta él trae la brisa Las iras de su gente, Y dilata su labio una sonrisa, Y se tiñe de púrpura su frente. XXXVI Crece el motín; el descontento crece; Relucen en las manos los aceros, Y á Colón, que de angustia se estremece, Torvos se acercan y amenazan fieros. • Sienten después el ánima cobarde, Y tiemblan uní instante á su presencia; Que en sus miradas poderosas arde El último fulgor de la demencia. Aun murmuran sus quejas, sus agravios; Todo es allí para calmarlos poco : De súbito el terror sella los labios... ¡ Por la postrera .vez va á hablar el loco ! TROVAS COLOMBINAS 53! XXXVII « Dentro del tercero día, Si no aparece la tierra, La prora rumbo hacia España Volverán mis carabelas. » Dijo Colón á su gente Con voz tranquila y resuelta ; Y en el lejano horizonte Clavó la vista serena, Como si allí contemplara, Entre el vapor de la niebla, De un mundo desconocido La fantástica ribera. XXXVIII Cesaron los clamores, los denuestos, La torpe algarabía; Y ansiosos en sus puestos Esperan todos el tercero día. 19.. 332 PEÓN Y GONTRERAS XXXIX